jueves, 6 de junio de 2013

EL DIOS DE LA VIDA Y LOS HIJOS DEL DIABLO

Basta con mirar una ecografía para saber que se está asesinando a seres humanos, y que es humano desde el principio lo sostiene la gran mayoría de la comunidad científica.

El reciente caso de Beatriz, la chica portadora de una enfermedad llamada lupus e hipertensa ha sido una noticia que ha sido utilizada por los proabortistas para intentar cambiar la legislación antiabortista de El Salvador. El niño además era anacefálico, es decir una vez nacido sólo podía vivir unas pocas horas. Es una táctica muy usada por los partidarios del aborto. Se nos presenta un caso aparentemente extremo para abrir la puerta al aborto, diciendo que la vida de la chica corre serio peligro y que lo mejor es abortar. Pero la Constitución salvadoreña prohíbe el aborto, por lo que un grupo de seudoexpertos de Naciones Unidas ha pedido al Gobierno de El Salvador que reconsidere su legislación sobre el aborto, a raíz de este caso, denegándolo las autoridades salvadoreñas por ser un delito. «Ya es hora de reconsiderar las graves consecuencias sobre los derechos de las mujeres de la legislación sobre el aborto y su aplicación en El Salvador y de dar la protección legal que todas las mujeres merecen», ha dicho el grupo en un comunicado. Un comité de médicos salvadoreños estudió el caso y llegó a la conclusión que la vida de la madre no corría peligro, por lo que se le indujo el parto y el niño murió a las pocas horas de muerte natural, sin mayores problemas para la madre. Se trata por tanto de una enorme mentira, una más, de los abortistas.

El Dr. Nathanson, que pasó a ser de rey del aborto, con varios miles de abortos realizados por él personalmente y setenta y cinco mil abortos en el centro abortista, me niego a llamarle clínica, porque para mí esa palabra tiene una dignidad, que él dirigía, decía, cuando pasó a ser un referente mundial en la lucha contra el aborto, que para legalizar el crimen del aborto lo había conseguido gracias a hacerse con los medios de comunicación, falsificar estadísticas exagerando tanto el número de abortos ilegales como el de mujeres muertas, jugar la carta del anticatolicismo, insistiendo en que sólo la Jerarquía de la Iglesia, no el pueblo católico, se oponía a él, e ignorando tantas personas de buena voluntad de todas las creencias, que también se oponen, y menospreciando la evidencia científica. Para él muchos médicos practican el aborto por cuestión de aritmética: a 300 dólares cada uno, un millón quinientos cincuenta mil (1.550.000) abortos en los Estados Unidos, implican una industria que produce 500 millones de dólares anualmente. De los cuales, la mayor parte van a los bolsillos de los doctores que practican el aborto.

Esta mañana en Misa, he leído en el evangelio lo siguiente: “Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: “Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”? No es Dios de muertos, sino de vivos” (Mc 12,26-27). La Iglesia defiende la vida desde la concepción hasta su fin natural y el rechazo del aborto es uno de los puntos más claros de la doctrina católica. No es difícil encontrar un montón de textos de la doctrina de la Iglesia contra el aborto, pero quiero referirme a un texto del propio Jesucristo: “Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre’. Le replicaron: ‘Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo Padre: Dios’. Jesús les contestó: ‘Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que Él me envió. ¿Por qué no reconocéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad porque no hay verdad en él.

Cuando dice la mentira, habla de lo suyo porque es mentiroso y padre de la mentira” (Jn 8,42-44). La acusación de Jesús contra los judíos a los que acusa no sólo de no ser hijos de Dios porque le rechazan y no escuchan su palabra, sino también de ser hijos del diablo porque como éste son homicidas, lo cual está claro que es verdad en el caso de los defensores del aborto y de la eutanasia, porque para ser un asesino no es necesario matar físicamente a nadie, como sucedió con uno de los grandes genocidas del siglo XX, Heinrich Himmler, el ministro de Policía de Hitler, sino basta con ayudar a hacer posible el crimen, y mentirosos, porque niegan la evidencia. Basta con mirar una ecografía para saber que se está asesinando a seres humanos, y que es humano desde el principio lo sostiene la gran mayoría de la comunidad científica. Recuerdo en este punto la inmensa tontería de la inefable Bibiana, cuando dijo aquello de que el feto es un ser vivo, pero no un ser humano, como si un mismo ser pudiese ser no humano y humano. Cuando era seminarista un día un profesor, hace muchos años ya, se reía de esos imbéciles que daban gracias a Dios por ser personas humanas y no ratas. Nos decía: “si fueras una rata, no serías tú, sino una rata, otro ser esencialmente distinto”.

Pedro Trevijano

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