(En el distrito de la Punta – Callao – Perú, existe un programa para personas de la TERCERA EDAD, sobre todo de vigilancia, al cual mi padre pertenece)
Fui a saludar a mi padre – de 91 años – hace tres días por EL DÍA DEL PADRE y me contó…
¿Te conté hijo cuando un ángel me salvó la vida? – me dijo.
No, papá… - le respondí.
Bueno… te cuento. Esa tarde me tocó hacer mi ronda de vigilancia por el malecón de la playa. Faltando 50 metros para llegar casi al final del malecón, - estaba a 200 metros del inicio de mi ronda y completamente solo - observé a dos tipos, uno negro, alto fornido que estaba haciendo pesas con una de esas mancuernas de mano, y el otro un muchacho blanco, delgado, que le daba droga de vez en cuando… se notaba que no les importaba nada.
Automáticamente, por instinto paré y cambié de rumbo, regresando nuevamente al inicio de mi ronda… en mi caminar dije: VIRGENCITA LINDA, AYÚDAME, PROTÉGEME.
Momentos después volví a iniciar mi ronda para ver si todavía seguían ahí, pero al acercarme al mismo sitio donde estaban estos dos drogadictos, noté la presencia de alguien más, muy cerca de ellos. Esto me dio confianza y seguridad, ya no estaba solo… es más, se me quitó el miedo por completo… y me acerqué. Se trataba de un joven blanco de pelo rubio con una vestimenta de lo más rara, algo que yo nunca había visto. Su traje era blanco resplandeciente con unas tiras de metal que brillaban… él no hacía nada… solo observaba con los brazos cruzados… yo estaba muy cerca de él, pero no lo escuché decir nada. Para mí que los drogadictos no lo veían a pesar de estar muy cerca a ellos.
Casi en ese mismo instante se retiraron los dos tipos y yo los seguí a cierta distancia para ver cómo se iban… luego retorné a ver al joven y ya no había nadie… solo fueron segundos… busqué por todo el malecón y por las calles aledañas y nada. Ese joven era mi ángel de la guarda… estoy seguro de ello.
Hijo… la oración siempre es escuchada… tenlo por seguro – me dijo mi padre.
Luego mi padre me contó que no era la primera vez que algo así le sucedía y me contó dos historias más que algún día se las contaré.
18 de junio 2013
José Miguel Pajares Clausen
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