Hijo, anda delante de Mí en verdad, y búscame siempre con sencillez de corazón.
El que anda en mi presencia en verdad será defendido de los malos encuentros, y la verdad le librará de los engañadores, y de las murmuraciones de los malvados.
Si la verdad te librare, serás verdaderamente libre, y no cuidarás de las palabras vanas de los hombres.
Verdad es, Señor; y así te suplico que lo hagas conmigo. Enséñeme tu verdad, y ella me guarde y me conserve hasta alcanzar mi salvación.
Ella me libre de toda mala afición y amor desordenado, y andaré contigo en gran libertad de corazón.
Yo te enseñaré, dice la verdad, lo que es recto y agradable delante de Mí.
Piensa en tus pecados con gran descontento y tristeza, y nunca te juzgues ser algo por tus buenas obras.
En verdad eres pecador, sujeto y enredado en muchas pasiones.
Por ti siempre vas a la nada; pronto caes, pronto eres vencido, presto te turbas, y presto desfalleces.
Nada tienes de que puedas alabarte; pero mucho de que humillarte; porque eres más flaco de lo que puedes pensar.
Por eso, no te parezca gran cosa, alguna de cuantas haces.
Nada tengas por grande, nada por precioso y admirable; nada estimes por digno de reputación, nada por alto, nada por verdaderamente de alabar y codiciar sino lo que es eterno.
Agrádese sobre todas las cosas la verdad eterna, y desagrádeme siempre sobre todo tu grandísima vileza.
Nada temas, ni desprecies, ni huyas cosa alguna tanto como tus vicios y pecados, los cuales te deben desagradar más que los daños de las cosas.
Algunos no andan sencillamente en mi presencia; sino que, guiados de cierta curiosidad y arrogancia, quieren saber mis secretos, y entender las cosas altas de Dios, no cuidando de sí mismos, ni de su salvación.
Estos muchas veces caen en grandes tentaciones y pecados por su soberbia y curiosidad, porque Yo les soy contrario.
Teme los juicios de Dios; atemorízate de la ira del Omnipotente; no quieras escudriñar las obras del Altísimo; sino examina tus maldades, en cuántas cosas pecaste, y cuántas buenas obras dejaste de hacer por negligencia.
Algunos tienen su devoción solamente en los libros, otros en las imágenes; y otros en señales y figuras exteriores.
Algunos me traen en la boca; pero pocos en el corazón.
Hay otros, que alumbrados en el entendimiento y purgados en el afecto, suspiran siempre por las cosas eternas, oyen con pena las terrenas, y con dolor sirven a las necesidades de la naturaleza; y éstos sienten lo que habla en ellos el espíritu de verdad.
Porque les enseña a despreciar lo terrestre y amar lo celestial, aborrecer el mundo y desear el cielo de día y de noche.
LA PRUEBA DEL VERDADERO AMOR.
Hijo, no eres aun fuerte y prudente.
¿Por qué, Señor?
Porque por una contradicción pequeña, faltas en lo comenzado, y buscas la consolación ansiosamente.
La constante alma está fuerte en las tentaciones, y no cree a las persuasiones engañosas del enemigo.
Como Yo le agrado en las prosperidades, así no le descontento en las adversidades.
LA discreta ALMA no considera tanto el don del amante, cuando el amor del que da.
Antes mira a la voluntad que a la merced; y todas las dádivas estima menos que el amado.
El ALMA noble no descansa en el don, sino en Mí sobre todo don.
Por eso, si algunas veces no gustas de Mí o de mis Santos tan bien como deseas: no está todo perdido.
Aquel tierno y dulce afecto que sientes algunas veces, obra es de la presencia de la gracia, y gusto anticipado de la patria celestial, sobre lo cual no se debe estribar mucho, porque va y viene.
Pero pelear contra las perturbaciones incidentes del ánimo, u menospreciar la sugestión del diablo, señal es de virtud y de gran merecimiento.
No te turben, pues, las imaginaciones extrañas de diversas materias que te ocurrieren.
Guarda tu firme propósito y la intención recta para con Dios.
Ni tengas a engaño que de repente te arrebaten alguna vez a lo alto, y luego te torne a las pequeñeces acostumbradas del corazón.
Porque más las sufres contra tu voluntad que las causas; y mientras te dan pena y las contradices, mérito es y no pérdida.
Persuádete que el enemigo antiguo de todos modos se esfuerza para impedir tu deseo en el bien, y apartarte de todo ejercicio devoto, como es honrar a los Santos, la piadosa memoria de mi pasión, la útil contrición de los pecados, la guarda del propio corazón, el firme propósito de aprovechar en la virtud.
Te trae muchos pensamientos malos para disgustarte y atemorizarte, para desviarte de la oración y de la lección sagrada.
Desagrádale mucho la humilde confesión; y si pudiese, haría que dejases de comulgar.
No le creas, ni hagas caso de él; aunque muchas veces te arme lazos para seducirte.
Cuando te trajere pensamientos malos y torpes, atribúyelos a él, y dile:
Vete de aquí, espíritu inmundo; avergüénzate, desventurado; muy sucio eres, pues me traes tales cosas a la imaginación.
Apártate de mí, malvado engañador; no tendrás parte ninguna en mí; mas Jesús estará conmigo como invencible capitán, y tú estarás confundido.
Más quiero morir y sufrir cualquier pena que condescender contigo.
Calla y enmudece, no te oiré ya aunque más me importunes. El Señor es mi luz y mi salud. ¿A quién temeré?
Aunque se ponga contra mí un ejército, no temerá mi corazón. El Señor es mi ayuda y mi Redentor.
Pelea como buen soldado; y si alguna vez cayeres por flaqueza de corazón, procura cobrar mayores fuerzas que las primeras, confiando de mayor favor mío, y guárdate mucho del vano contentamiento y de la soberbia.
Por eso muchos están engañados, y caen algunas veces en ceguedad casi incurable.
Sírvete de aviso y de perpetua humildad la caída de los soberbios, que locamente presumen de sí.
Al copiar este artículo favor conservaro citar la Fuente: EL CAMINO HACIA DIOS
Publicado por Wilson f.
1 comentario:
Senor.siempre estas conmigo,tu misericordia nunca me abandona,quiero ser como tu,deseo estar en tu presencia a cada instante.
Bendiciones.
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