La Santa Eucaristía, es el sacrifico de Cristo hoy incruento pero vigente como al principio, sin él o sin su eficacia el mundo ya no existiría.
Esto el enemigo lo sabe muy bien para contaminarlo lo más posible hasta anularlo de la faz de la Tierra.
Los ministros de Dios, en su mayoría, de una forma u otra están siendo engañados, al no dar importancia, al mal que representa hacerlo mal, pasando a droga o habito desordenado, que conduce al infierno eterno.
El acto más importante que se realiza en el mundo, se realiza peor que otro acto cualquiera, no se empieza nunca a la hora, no se respeta la Palabra de Cristo en el Evangelio, por lo que el pan puede seguir siendo pan y el vino, vino.
No se obedece al Papa sobre los cambios, en Lima al Cardenal Cipriani tampoco.
El Padre Nuestro, ya no tiene el mismo significado, ni las mismas palabras del Señor.
No se tiene respeto a los fieles en su tiempo, no se oyen los altavoces, las puertas abiertas con ruidos y fríos.
Los fieles, tampoco respetan en su mayoría, lo que se representa, sobre todo en las bodas, donde las mujeres visten casi desnudas, ceñidas y provocativas al máximo, sin saber las consecuencias para ellas y para los demás, más el lugar como casa de Dios.
En Lima, se da poder a los novios, suben al altar al lado del celebrante y se dan mutuamente al Señor bajo las dos especies, contra las disposiciones del Cardenal Cipriani, de no dar la comunión en la mano, al ser un verdadero sacrilegio.
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