(Confidencias del Señor a Mons. Octtavio Micheline)
Escribe, hijo mío, soy Jesús.
Deseo servirme de ti porque para esto te he elegido: para que seas un instrumento mío y para servirme de ti para con fundir la soberbia y la hipocresía de muchos grandes y poderosos de mi Iglesia. Hijo mío, en parte me has hecho ya el servicio que te he pedido, y digo en parte, ¡porque tienes aún bastante por hacer!
Deseo servirme de ti porque para esto te he elegido: para que seas un instrumento mío y para servirme de ti para con fundir la soberbia y la hipocresía de muchos grandes y poderosos de mi Iglesia. Hijo mío, en parte me has hecho ya el servicio que te he pedido, y digo en parte, ¡porque tienes aún bastante por hacer!
Como te dije en precedentes mensajes acerca de la situación de Mi Iglesia, así deseo ampliar el tema sobre lo que te he ya dicho y sobre lo que te diré en el futuro próximo.
-“Te he hablado de la oscuridad en mi Iglesia y hoy con tus propios ojos puedes constatar toda la trágica realidad de lo que te predije. Te seré más preciso, hijo: ‘dentro de meses’, no dentro de años, la oscuridad será total, por lo cual Mi Iglesia quedará sola a merced del Enemigo”.
-“¿Jesús mío, entonces tus eternas e inmutables palabras ‘¿no prevalecerán?’"
-“No siempre quien está en manos de sus enemigos es destruido por ellos; queda solamente prisionero. Y ¡Mi Iglesia estará prisionera en manos enemigas!”
-“¿Jesús mío, por mucho tiempo?”
-“Ya se te ha respondido. Dependerá del arrepentimiento de los hombres, pero la prueba será dura y muchos hombres serán arrollados y se perderán; luego, la locura humana y diabólica fundidas juntas desencadenarán un cataclismo sin ningún precedente, tal que el mundo nunca ha conocido cosa que pueda ni aun asemejarse”.
-“¡Señor mío bendito, los hombres están al borde de un precipicio pavoroso y ni siquiera se dan cuenta!”
-“Sí, porque están en una culpable ceguera”.
-“Jesús querido, dicen que los libros están cargados de pesimismo y escritos por un pobre hombre enfermo de la mente...”
-“¡Los verdaderos enfermos de la mente son quienes viven en el pecado, como los animales inmundos viven en el pantano o en lugares peores! Quien habla así quiere decir que está sumergido en las dos concupiscencias, la del espíritu y la de la carne. Pero tú, hijo mío, no te preocupes por eso; cuántas cosas se te han revelado, da gracias por ello a la Misericordia divina”.
-“¿Jesús mío, entonces tus eternas e inmutables palabras ‘¿no prevalecerán?’"
-“No siempre quien está en manos de sus enemigos es destruido por ellos; queda solamente prisionero. Y ¡Mi Iglesia estará prisionera en manos enemigas!”
-“¿Jesús mío, por mucho tiempo?”
-“Ya se te ha respondido. Dependerá del arrepentimiento de los hombres, pero la prueba será dura y muchos hombres serán arrollados y se perderán; luego, la locura humana y diabólica fundidas juntas desencadenarán un cataclismo sin ningún precedente, tal que el mundo nunca ha conocido cosa que pueda ni aun asemejarse”.
-“¡Señor mío bendito, los hombres están al borde de un precipicio pavoroso y ni siquiera se dan cuenta!”
-“Sí, porque están en una culpable ceguera”.
-“Jesús querido, dicen que los libros están cargados de pesimismo y escritos por un pobre hombre enfermo de la mente...”
-“¡Los verdaderos enfermos de la mente son quienes viven en el pecado, como los animales inmundos viven en el pantano o en lugares peores! Quien habla así quiere decir que está sumergido en las dos concupiscencias, la del espíritu y la de la carne. Pero tú, hijo mío, no te preocupes por eso; cuántas cosas se te han revelado, da gracias por ello a la Misericordia divina”.
Si no me escucháis...
-“Para aquellos que no quieren creer en mis palabras que tú has escrito transcribe las palabras del profeta Malaquías de este 31º domingo del año: ‘Rey grande soy Yo, dice el Señor de los ejércitos, y mi nombre es tremendo entre las gentes. Y ahora para vosotros, ¡oh sacerdotes!, este decreto: Si vosotros no me escucháis y no os ocupáis activamente en dar gloria a mi nombre, dice el Señor de los ejércitos, Yo mandaré sobre vosotros la maldición y haré maldición de vuestras bendiciones. Pues vosotros os habéis apartado del camino y habéis hecho tropezar a muchos en la ley, dice el Señor de los ejércitos, por esto os he hecho Yo también despreciables y viles ante todos los pueblos, porque no guardasteis mis caminos y habéis procedido con parcialidad con respecto a la Ley, ¿No tenemos todos un solo Padre? ¿Por qué, pues, obrar pérfidamente unos contra otros?’ Leyendo el presente mensaje, y en particular lo que dice Malaquías, dirán que estas palabras no son aplicables a estos tiempos; sabrán que mienten, pero sostendrán su punto de vista con diabólica presunción. Así ha sido para los libros anteriores y así será también ahora, porque los presuntuosos están en la oscuridad y por lo tanto no ven, no pueden ver. No creerán que Yo, Dios Omnipotente, cambiaré sus bendiciones en maldiciones y que estas maldiciones serán terribles, como terrible es Mi Nombre, porque caerán sobre aquellos Pastores, Sacerdotes y Consagrados que no se han mantenido fieles y coherentes a mi Ley, a mi Fe y a mi Amor’”.
¡Sois como cadáveres ambulantes!
“Pastores y Sacerdotes, Religiosos y Religiosas: Por vuestra soberbia os habéis alejado del recto camino y habéis sido obstáculo para muchas almas que se han condenado por culpa vuestra por el bien que no habéis hecho y por el mal que habéis hecho. La dureza de vuestros corazones os ha hecho duros e insensibles a los impulsos de la Gracia, la presunción os ha nublado la mente y enflaquecido la voluntad, sois como cadáveres ambulantes, por esto os estoy haciendo siempre más despreciables a la vista de los pueblos, traicionados y defraudados porque vosotros los habéis abandonado a merced de las potencias oscuras, de las cuales debíais haberlos defendido”. “No apeléis a la Misericordia Divina pues el tiempo de la Misericordia no ha sido acogido. Ahora es tiempo de Justicia”. “¡Es cómodo acordarse de la Misericordia de Dios en el tiempo de la calamidad!” “En verdad, en verdad os digo: la hora está cercana, arrepentios y haced penitencia, porque si no todos pereceréis”. “Hijo, ahora basta. Como siempre, te digo: reza, repara y ámame. Te bendigo y contigo bendigo a la naciente Comunidad, que Yo he querido, que Yo quiero como una perfumada flor de la Iglesia regenerada”.
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