Hay una solución espiritual para cada problema.
Cuando alguien está experimentando una enfermedad o un daño, como lo llama San Francisco, de alguna manera se ha desconectado de Dios. La curación espiritual se consigue mediante un proceso de reunificación; es los que llamo comprensión de Dios. No tiene nada que ver con los nombres delas enfermedades, la toma de medicinas o el trabajo de un buen cirujano. Curar es la reunión del yo con el todo. He aludido repetidamente a las enfermedades (así como la discordia y la falta de armonía) como ilusiones, ya que todo lo que es de Dios es bueno y todo es de Dios. Quiero extenderme sobre este punto mientras examinamos el proceso de curación.
Cuando digo que la enfermedad es una ilusión o algo irreal, no pretendo dar a entender que no existe. No te pido que seas tan necio como para creer que lo que existe en ti o en los demás sólo está en tu imaginación. Como nos recuerda Joel Goldsmith en The Art of Spiritual Healing:* Cuando la enfermedad (como la muerte o el pecado) se llama irreal, no es una negación de la llamada existencia de estas cosas: es una negación de su existencia como parte de Dios o realidad... (...) En el reino de lo real, el reino de Dios, las discordancias de sentido no existen. Sin embargo, esto no cambia el hecho de que las suframos. (...) El principio de la sabiduría es la comprensión de que estas condiciones no tienen que existir necesariamente (pag. 51)
Así pues, la curación no se realiza pidiendo alivio a Dios, sino que buscando ese alivio a través de Dios y elevándote al lugar donde te reúnes con Él en el campo espiritual de la energía superior, que es donde siempre está Dios. Curarse entonces es elevarse por encima del concepto de lo físico o material y penetrar en la comprensión de Dios, y el término irreal o ilusión se refiere a la irrealidad de la enfermedad en un reino de totalidad y de conciencia espiritual. Cuando San Francisco suplica a Dios que le dé poder para poner perdón donde haya daño, está pidiendo reunirse en esta totalidad espiritual y permitir que esa conciencia irradie hacia todos los que viven en el mundo “irreal” de la falta de armonía y la enfermedad. Cuando sabes que tu verdadera esencia es el espíritu y vives allí en tu mente, tu cuerpo está contigo y el resultado, a la larga, será la curación.
Presenciar la curación es un suceso milagroso y tiene lugar a diario en multitud de formas. Una mancha desaparece cuando la curación revitaliza la piel. Los síntomas de un resfriado que persiste de pronto no te afectan; la nariz deja de gotearte, la fiebre baja, el estómago revuelto se calma, el dedo roto se cura. Todas estas “curaciones” no son más que una vuelta a la totalidad. Tus pensamientos tienen mucho que ver con este proceso curativo.
Cuando más cerca de Dios permaneces, con pensamientos armoniosamente felices, más facilitas que este poder del universo fluya por ti. Tus pensamientos y pautas de baja energía pueden activar la circulación de lo positivo para eliminar el desequilibrio. La conexión mente-cuerpo es real, pero la conexión Dios-cuerpo es la esencia de toda curación. Verte conectado con las vibraciones superiores de la energía espiritual y procurar permanecer en ese espacio es ver en acción el principio fundamental de la curación.
Ahora podrías preguntar por qué San Francisco murió de tuberculosis, por qué Jesús murió en una cruz, por qué los santos tienen cáncer y mueren si están en contacto con esta energía superior de la totalidad. Igual que la enfermedad, la muerte es irreal en el sentido de que jamás se ha producido en el reino espiritual. Cuando preguntaron a San Francisco por qué no se curaba a sí mismo la enfermedad terminal que sufría, respondió: “Quiero que todo el mundo sepa que yo no soy quien cura”. Para el maestro espiritual, la muerte es irreal, no existente, sino irreal. Porque la realidad a nivel espiritual es infinita, nadie nace jamás y nadie muere. La realidad del nivel espiritual es informe, atemporal e ilimitada. Vivir en esa dimensión es vivir en el reino de la totalidad.
Perdonar cuando hay un daño es como reunir el cuerpo con la conciencia de Dios. Cuando esto ocurre, lo que llamamos curación se produce de forma milagrosa. San Agustín lo expresó sucintamente: “Se producen milagros, no en oposición a la naturaleza, sino en oposición a lo que conocemos de la naturaleza”. Si sabes que curar no es más que la comprensión de Dios, y abandonas toda idea de que estás separado de esa conciencia, incluido el miedo a la enfermedad y a la muerte, entonces creas un campo de energía apropiado para reunirse con el espíritu. Esto es la curación y San Francisco te pide, a través de su plegaria, que seas un instrumento de este proceso.
La fuerza del espíritu – Wayne W. Dyer
Grupo Católico de Oración por los Enfermos “Sí Señor”
José Miguel Pajares Clausen
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