En la capilla, donde habitualmente acudo a meditar…, hay al lado del sagrario una magnifica talla de Nuestra Señora no de grandes proporciones pero no ello, deja esta imagen, de incitar, al amor que Ella desea que le tengamos a su Hijo.
Y esta mañana al fijar mi mirada en esta talla, han venido a mi memoria unos hechos que dan fe del respecto que en el Islám se le tiene a María nuestra Madre y Señora, y a su Hijo, nuestro Redentor y Salvador.
Siempre me ha gustado saber el porqué de todo, y haciendo honor a mi curiosidad, una vez estando en oriente a un docto musulmán le pregunté, qué porqué en el remate de los minaretes había siempre tres bolas de distintos tamaños, debajo de la media luna, que corona los minaretes. En las mezquitas árabes hay una media luna, pero en las otomanas lo que hay es la imagen de una luna llena. Recibí la siguiente explicación: Las tres bolas dan fe para el Islám, de sus tres más grandes profetas; la bola más grande de abajo, representa a Mahoma, la bola intermedia más pequeña representa a Moisés. Y ahora viene la sorpresa; la más pequeña de arriba, representa ¡a Jesucristo!
El Islám es una religión monoteísta, abrahánica, cuyo libro fundamental sagrado es el Corán, que contiene la palabra de Alá (Dios). El Islán, nace en el 622 de la era cristiana, por lo que median siete siglos entre la Virgen nuestra Madre y el comienzo de la era musulmana. Este dato es importante si tenemos presente que se considera que la religión musulmana en sí, es una amalgama de las religiones judía y cristiana. Pero para los musulmanes, el judaísmo es la niñez de la religión, y el cristianismo la adolescencia, solo el Islám es la madurez.
En el Islám, como profetas más importantes, se aceptan a: Adán, Noé, Abraham, Moisés, Salomón, Jesús, llamado Isa por los musulmanes, amén de otros varios profetas más. Pero si nos atenemos al simbolismo del que dan fe, la culminación de los minaretes de las mezquitas, vemos que Jesús ocupa el tercer puesto en importancia y categoría. Y ello parece ser, que es así, desde el momento en que el Corán, se menciona el nombre de Jesucristo 93 veces. La consideración de Jesucristo en el Islám es positiva, aunque, las cruzadas cristianas y las confrontaciones bélicas entre cristianos y musulmanes, haya desvirtuado mucho para los musulmanes, el contenido de la tercera Sura o capítulo del Corán, donde se dedica mucho espacio a la vida de Jesucristo.
La posición del Islám frente a las figuras de Jesucristo y Maria su madre, difieren notablemente de la acritud de los judíos, tanto hacia Jesucristo, como hacia María su madre, a la que llegan a insultar obscenamente. Pero no por ello le reconocen a Jesucristo los musulmanes, su condición de Hijo de Dios. Por el contrario en la mencionada Sura 3 del Corán se confirma el nacimiento virginal de Jesucristo. Dios purificó a su madre María. “Cuando dijeron los ángeles ¡Maryam! Allah te anuncia una palabra procedente de Él cuyo nombre será el Ungido, Isa hijo de Maryam; tendrá un alto rango en esta vida y en la última; y será de los que tengan proximidad. En la cuna y siendo un Hombre maduro, hablará a la gente y será de los justos. Dijo (María): ¡Señor mío! ¿Cómo voy a tener un hijo si ningún hombre me ha tocado? Dijo: Así será, Allah crea lo que quiere; cuando decide un asunto le basta decir: ¡Sé! Y es”.(Corán 3, 45-47).
Como podemos ver existe muchas similitudes entre esta descripción coránica y el texto evangélico de San Lucas que dice: "En el mes sexto fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y presentándose a ella, le dijo: salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Ella se turbó al oír estas palabras, y discurría, qué podría significar aquella salutación. El ángel le dijo: No Temas María porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin. Dijo María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón? El ángel le contestó y dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios. E Isabel tu parienta, también ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el mes sexto de la que era estéril, porque nada hay imposible para Dios. Dijo María: He aquí a la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y se fue de ella el ángel” (Lc 1,26-38).
El respeto, y amor ilimitado de los musulmanes, a nuestra Señora, es evidente. Dominique Lapierre y Larry Colins, escribieron un conocido libro titulado: “Oh Jerusalén”, en el que se narra el nacimiento del estado de Israel y las guerra, que con la retirada de los ingleses, se originó en 1948, entre la Hanagá judía y los árabes coaligados, cuya mejor fuerza de choque era en aquella guerra, la Legión árabe de Jordania, creada y adiestrada por Glub Pachá, oficial británico como lo eran el resto de instructores de esta fuerza de choque.
En este libro se cuenta un hecho bélico, que en su día me llamó la atención. En Jerusalén casi en frente de la Puerta nueva de las murallas, pero fuera de la ciudad amurallada, existía y existe un gran edificio, coronado en su fachada, por una gran imagen tallada en piedra de la Virgen. El edificio se conoce con el nombre de “Notre Dame”, dada su origen francés y actualmente es una residencia de peregrinos administrada por los Legionarios de Cristo. Pues bien en este edificio se atrincheraron durante la batalla, los judíos de la Hanagá y enfrente estaba la artillería de los árabes, de la Legión árabe, creada como hemos dicho, por el coronel inglés Glubb Pachá. Había que bombardear ese edificio para desalojar a los judíos, y entonces el oficial jordano que mandaba la batería de artillería, les dijo a sus artilleros, destruir ese edificio, pero como un solo obús le roce a Maryam, al que sea responsable lo fusilo. El edificio quedó hecho un queso gruyere, pero la imagen de Maryam quedó incólume.
Contrasta este hecho con otro que me contaron los PP. Franciscanos de la Custodia una de las veces que estuve allí. Como quiera que esta imagen de la Virgen, está situada en el centro de Jerusalén y domina todo, siendo visible desde muchos sitios del centro, los judíos le ofrecieron una asombrosa cantidad de dinero a la Custodia de Tierra Santa, para que se retirase la imagen. Por su puesto que la Custodia de Tierra Santa, no se aceptó nunca la transacción.
Pero en el Corán al lado de estas semejanzas positivas con nosotros, son muchas también las divergencias. Sobre todo la mayor divergencia estriba, en la negación que ellos hacen de la deidad de Jesucristo. Dice el Corán: “¡No digáis de Dios si no la verdad, que el Mesías, hijo de María, es solamente el enviado de Dios, su Verbo puesto en el seno de María, un Espíritu que procede del Señor! Creed en Dios y en sus enviados, pero no habléis de Tres” (Corán 4,172). Es decir, los musulmanes no nos consideran monoteístas, pues el Misterio de la Santísima Trinidad está a años luz de su doctrina. Hay otros versículos en otras Suras, en los que claramente nos satanizan. Así tenemos que: “¡Creyentes! No toméis como amigos a los judíos ni a los cristianos. ¿No son acaso aliados entre ellos contra vosotros? Quien de vosotros se haga aliado de ellos, será uno de ellos” (Corán 5,51).
Con respecto a Jesús, ellos no admiten su crucifixión. Para ellos la muerte en la cruz era el plan de los enemigos de Jesús el crucificarlo, pero Dios lo salvó y lo elevó hacia Sí. La apariencia de Jesús fue colocada sobre otra persona, y los enemigos de Jesús prendieron a este hombre y lo crucificaron, pensando que era Jesús. En el Corán se puede leer: “Y dijeron, los judios: Hemos matado al Mesías Jesús hijo de María, el Mensajero de Allah. Pero no le mataron ni le crucificaron, sino que se les hizo confundir con otro a quien mataron en su lugar. Quienes discrepan sobre él tienen dudas al respecto. No tienen conocimiento certero, sino que siguen suposiciones, y ciertamente no lo mataron...” (Corán 4,157) Para ellos tanto Mahoma como Jesús, no vinieron a cambiar la doctrina básica de la creencia en un solo Dios, traída por los profetas anteriores, sino a confirmarla y a renovarla.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Juan del Carmelo
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