Vivimos en constante movimiento.
No estamos terminando de llegar a un lugar, cuando ya casi es hora de irnos a otra parte. El teléfono móvil no deja de sonar, mientras que la bandeja del correo electrónico, permanece abarrotada con un sinfín de mensajes. El mundo nos plantea una rutina a gran escala, mientras que Dios nos propone hacer una breve pausa, es decir, un alto necesario.
Cristo quiere darnos un “break” (descanso). No nos pide mucho tiempo, pero si desea compartir con nosotros, algún momento importante del día. Le interesa, sobre todo, escucharnos, porque es un Dios cercano. La oración, en medio del estrés y de los pendientes, se convierte en una especie de oasis en medio del desierto. Dios se acerca, llenándonos con la experiencia de su amor.
Nada nos cuesta pasar unos minutos delante del Santísimo Sacramento o, en su caso, hacer alguna pequeña oración o jaculatoria mental a lo largo del día. Estar en contacto con Dios, nos permite que lo ordinario, como asistir al trabajo, se vuelva algo extraordinario, dando nuevos frutos en donde quiera que nos encontremos. Vale la pena hacer una breve pausa y dirigir nuestra mirada hacia Dios.
Carlos J. Díaz Rodríguez
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