Tres siglos de espera.
Cinco cardenales, cuarenta obispos y tres mil personas celebraron en El Burgo de Osma (Soria) una gran fiesta de la Iglesia española.
Durante tres siglos millones de devotos han esperado la llegada de este día, y al fin llegó. En 1766 se produjo el primer milagro atribuido oficialmente a la intercesión de Juan de Palafox y Mendoza (1600-1659), pero no ha sido hasta este domingo cuando ha sido proclamado beato.
La ceremonia, celebrada en la catedral de El Burgo de Osma (Soria), contó con la presencia de autoridades civiles (Juan Vicente Herrera y Miguel Sanz, pues era navarro), personalidades relevantes devotas del obispo Palafox (el embajador Carlos Abella o Miguel de la Quadra Salcedo) y, sobre todo, autoridades eclesiásticas. Doscientos sacerdotes, cuarenta obispos y cinco cardenales concelebraron la misa, que ofició el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y legado papal para este acto, al que también asistió el nuncio en España, Renzo Fratini.
Los otros cuatro purpurados presentes fueron Antonio Cañizares, Antonio María Rouco, Carlos Amigo y el arzobispo de México, Norberto Rivera, en representación de la Iglesia mexicana, feliz de celebrar la elevación a los altares de quien fue virrey allá y dejó un enorme impulso evangelizador y reformador.
Tres mil fieles saludaron el día junto con el volteo de la campana reinstalada para la ocasión, tras caer al vacío el verano pasado. A partir de ahora la fiesta del nuevo beato se celebrará cada 6 de octubre.
El cardenal Amato calificó al obispo Palafox como "uno de los personajes más singulares de la historia de la santidad, porque en su vida experimentó la gloria de las cargas más elevadas y la humillación de la desgracia y el aislamiento, que acogió con fe heroica y con auténtico espíritu cristiano. Personaje brillante y poliédrico, en él encontramos al obispo preocupado del bien espiritual de los fieles, al virrey ocupado en la buena administración, al pensador político, al escritor fecundo, al mecenas de las artes".
Las difíciles circunstancias vitales del beato (fue hijo ilegítimo y abandonado al nacer) y la frecuencia con que recibió el don de lágrimas al comprender la malicia del pecado y la ofensa a Dios, han inspirado a la hermana Francis Robles, agustina del convento de la Conversión de Becerril de Campos (Palencia), para pintar el retrato que fue descubierto durante la ceremonia religiosa, y que le representa con los ojos inundados por el llanto.
C.I../ReL
No hay comentarios:
Publicar un comentario