Según el Catecismo de la Iglesia Católica, la superstición es la “desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone”.
El Catecismo de la Iglesia Católica señala que la superstición puede afectar también al culto que damos al verdadero Dios, como cuando se atribuye una importancia, de algún modo mágica, a ciertas prácticas, que son legítimas o necesarias cuando se hacen adecuadamente.
De manera tal que se cae en la superstición cuando se atribuye la eficacia de ciertas prácticas a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, sin tener en cuenta las disposiciones interiores que exigen, como le ocurrió a los fariseos (Mt 23, 16-22 y CEE 2111)
Actualmente ¿cuándo ocurre esto? Esto ocurre, por ejemplo, cuando algunos católicos piensan que hay que bautizar a los niños pequeños para que no se enfermen frecuentemente o para que no lloren tan seguido.
O cuando se piensa que rezando determinado número de veces ciertas oraciones, Dios está obligado a concedernos todo lo que le pedimos.
Ese es el caso de las famosas “cadenas”, especialmente la de San Judas Tadeo o San Cipriano, y la práctica de las novenas mal entendidas, pues “se pretende obligar a Dios mediante ciertas oraciones, repetidas un cierto número de veces (3-7). Pero sabemos que a Dios nadie le puede obligar a conceder algo. Lo que podemos hacer es pedir con fe y confianza. Si se trata de algo que nos convenga, seguramente Dios lo concederá. De otra manera es inútil intentar obligarlo repitiendo la oración un cierto número de veces y acompañándola con velas y veladoras”
EN SITUACIONES DE PELIGRO
Las prácticas y las creencias supersticiosas son comunes en situaciones que implican un alto riesgo, azar o incertidumbre, así como en momentos de tensiones o crisis tanto personales como sociales, cuando los acontecimientos parecen escapar al control humano.
No hay que extrañarse, pues, si aquellos que tienen ciertas profesiones u oficios con alto riesgo o incertidumbre, son supersticiosos. Es el caso de los toreros, los deportistas, los corredores de autos, los adictos a los juegos de azar (como la lotería o los naipes), los que hacen apuestas en casinos y las carreras de autos, caballos o galgos, y los que trabajan en el medio del espectáculo.
Aunque no están exentos ni los gobernantes ni los grandes hombres de negocios o de la política ni la gente común, que atraviesa por momentos difíciles en el campo afectivo, económico y laboral.
Es significativo que los que trabajan en la farándula sean los más grandes propagadores de las supersticiones, como puede verse fácilmente en las entrevistas televisivas o radiofónicas que les hacen continuamente o en las revistas dedicadas al mundo del espectáculo.
El problema es que, por el simple hecho de que estos personajes “salen en la tele”, amplios sectores de la población les creen con suma facilidad y llegan a copiar sus prácticas supersticiosas, pensando que son correctas. Y como estas personas se presentan como católicos y hablan incluso de la Virgen de Guadalupe, mucha gente adopta más fácilmente sus puntos de vista y sus prácticas supersticiones.
ACEPTAR LA REALIDAD COMO ES
Los distintos diccionarios asocian la palabra superstición con estas tres ideas: una “falsa religión” o un desconocimiento de ella, la “supervivencia” de costumbres antiguas y el “temor”.
Así pues, podemos decir que el origen de la superstición es la creencia de que la “naturaleza tiene poderes” y de que existen “ciertas prácticas” que permiten “defenderse de lo malo”, contrarrestar el dolor y las malas vibras y atraer lo que da buena suerte y felicidad.
¿No será que a los seres humanos nos cuesta mucho trabajo aceptar la realidad tal como se nos presenta, por eso es que intentamos encontrar atajos para alcanzar muchas de nuestras metas? No hay que perder de vista que no sirve recurrir a la magia o a las prácticas supersticiosas para mejorar las cosas. No, la práctica supersticiosa puede “agravar los problemas”, puesto que implica grandes gastos y nos distrae de las cosas verdaderamente importantes.
Además, conviene recordar que la superstición hace que la gente crea en cosas falsas y tenga miedo de lo que no existe en realidad.
Extracto: La Santa Muerte
Jorge Luis Zarazúa Campa
Jorge Luis Zarazúa Campa
2 comentarios:
Los juegos de magia, la lectura de la palma de la mano, las estrellas, las cartas, etc. utilizan las debilidades humanas y la necesidad de creer y tener esperanza. Pero nos desvían de la senda de la real senda del señor, haciendonos creer en falsas fuerzas cósmicas.
Saludos
COMPLETAMENTE DE ACUERDO CONTIGO.
GRACIAS POR TU COMENTARIO.
BENDICIONES POR CASA
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