Tras el último “resucitado”, un repique de campanas alegró al país.
SANTIAGO DE CHILE, jueves 14 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Durante el rescate de los 33, a boca de mina, no hubo una palabra más pronunciada que esta: Dios. Hasta el presidente Piñera la invocó varias veces. La Iglesia se mantuvo en vigilia, en un segundo plano, en muchas iglesias del país, orando por el buen éxito de la operación San José. La Conferencia Episcopal chilena calificó este día como “una jornada de Pascua”.
La palabra “Dios” se pronunciaba con fuerza en el campamento Esperanza cuando los mineros salían a la superficie. La señal de la cruz en la frente y la oración agradecida marcaron el miércoles 13 de octubre, en una operación San Lorenzo, que duró la mitad de lo programado.
Al ver, el éxito del feliz viaje de ida y vuelta de la cápsula Fénix 2 y el buen comportamiento del ducto abierto por la tuneladora en roca viva, cada rescate acortaba minutos.
“Mientras en distintos puntos del país se realizan vigilias de oración que concluirán con el rescate del último minero, un pueblo agradecido y emocionado ha seguido al detalle la operación San Lorenzo, como se ha bautizado este rescate en homenaje al diácono y mártir, patrono de los mineros”, señalaban los obispos de Chile en una nota.
En medio del rescate, los obispos invitaban a las comunidades “a mantenerse en oración y a dar gracias al Dios de la vida por este momento pascual del que somos testigos”.
En Santiago, el cardenal Francisco Javier Errázuriz iniciaba la vigilia por el éxito del rescate con una eucaristía concelebrada que se prolongó hasta que el último minero, Luis Urzúa, salió a la luz.
“Con nuestra oración queremos estar unidos a estos 33 mineros y a sus familias, precisamente unidos en la oración, implorándole al Señor que los pueda traer a la superficie a todos ellos, que no tengan ningún contratiempo con su salud una vez que salgan y que esta vida, que para ellos será una vida nueva que comienza, cuente en todo momento con toda la bendición de Dios. Que sea una vida de familia, muy feliz. Queremos rezar por este rescate y al mismo tiempo por la vida que comienza en ellos”, señaló el cardenal Errázuriz al inicio de la celebración.
En la homilía, monseñor Cristián Contreras reflexionó, desde Juan 3, 1-8, sobre la experiencia. Recordó todo lo vivido por el pueblo chileno hasta este día y afirmó, que al saber que estaban con vida: “Se difundió incluso más rápido que las desgracias y los escándalos que suelen copar las portadas”.
Las buenas noticias son Noticia: “No sólo estaban vivos, sino que en un primer contacto, preguntaron por la suerte de otros trabajadores que estaban en la mina al momento del colapso: una lección de solidaridad y de auténtica chilenidad”, añadió.
“Hombres y mujeres, niños y ancianos, familias enteras salieron a celebrar a las calles, se juntaron en plazas públicas, y desde las alturas de los edificios se escuchaba a personas clamando: “¡Están vivos, están vivos!, ¡Milagro! ¡Gracias a Dios!”, recordó.
“Todos querían proclamarla [la Buena Nueva], todos querían comentarla, todos se alegraron y se conmovieron con el anuncio de que la vida había triunfado sobre los peores pronósticos de muerte y tragedia”, subrayó.
Identificó la imposibilidad de contener el gozo como un ejemplo de lo que los obispos latinoamericanos identificaron en Aparecida (nº 14) como un desborde de gratitud y alegría: “Aquella actitud natural y fundamental a partir de la cual los cristianos estamos llamados a comunicar por doquier el don de nuestro encuentro con Jesucristo”.
La eucaristía culminó pasada la medianoche, cuando el primer minero, Florencio Ávalos, llegaba a la superficie. El cardenal Errázuriz pudo ver ese emotivo instante desde un equipo móvil ubicado en la Plaza de Armas de la capital, en compañía de los obispos, vicarios y sacerdotes que concelebraron la misa, además de numerosos transeúntes que se encontraban en el lugar.
El grupo daba gracias a Dios por el milagro. Fue entonces cuando el rezo del Padre Nuestro se mezcló con sonoros vítores a Chile, y las campanas de la parroquia El Sagrario repicaron anunciando la buena noticia a la ciudad.
La vigilia de oración siguió hasta que el último izado del fondo de la roca subió a la superficie. Monseñor Cristián Precht, vicario general de Pastoral del Arzobispado de Santiago, invitó a los fieles de la capital a ir a orar a la parroquia El Sagrario por el éxito final del rescate.
Por su parte, el obispo de Copiapó, desde el inicio de la operación San José invitó a todas las comunidades a acompañar con la oración a los familiares en el campamento Esperanza. “En estos cruciales momentos, debemos mantener la esperanza y seguir acompañando en la oración y la fe” señaló monseñor Gaspar Quintana CMF.
El obispo local señaló que toda esta operación “no nos debe hacer olvidar las lecciones de este accidente, que son básicamente construir una sociedad donde el derecho a trabajar en condiciones de seguridad sea respetado, y donde cada uno asuma la responsabilidad que le corresponde para que hechos como este no vuelvan a ocurrir”.
Algo que el líder del grupo de los 33, que era jefe de turno en la mina, el último en salir, dijo también al presidente Piñera, con solemnidad y entereza: “Le entrego el turno y que no se vuelva a repetir”.
Monseñor Quintana estuvo estos 70 días cerca de los familiares y acudió a celebrar la eucaristía cada domingo por la tarde. El día del rescate conversó con algunos familiares, instándoles a tener fortaleza y esperanza, y a compartir la alegría de las familias que ya habían recuperado a sus seres queridos. Luego retornó a Copiapó, para presidir una eucaristía de Acción de Gracias en el Santuario de la Candelaria.
La imagen de la Candelaria presidió a pie de mina, todas las etapas de la odisea de los trabajadores enterrados en vida y, una vez cumplido el rescate, regresó a su santuario en Copiapó.
En el campamento Esperanza, horas antes del inicio de la operación, el obispo de Copiapó celebró la eucaristía en una carpa, a la que asistieron los familiares de los mineros, y las autoridades, encabezadas por el presidente Sebastián Piñera, su esposa, Cecilia Morel y la intendenta regional, Ximena Matas.
Chile y el mundo entero siguen viviendo esta jornada pascual, dando gracias, por los “resucitados” que volvieron a la Vida.
Por: Nieves San Martín
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