Un negocio de 2.000 millones de dólares anuales.
La Iglesia Ortodoxa apoya con entusiasmo la medida aunque la considera tardía e insuficiente.
Rusia ha declarado la guerra a la superstición, negocio que mueve 2.000 millones de dólares anuales, al prohibir la publicidad de chamanes, curanderos, futurólogos y videntes, entre otros practicantes del ocultismo.
«En Rusia hay 800.000 curanderos, pero sólo 620.000 médicos. Es ridículo tratar un dolor de muelas restregando la mejilla con el rabo de una rata», afirma la diputada Tatiana Yákovleva, miembro del comité de Sanidad de la Duma rusa. La Iglesia Ortodoxa, que ha participado en el proceso, apoya con entusiasmo la medida aunque la considera tardía e insuficiente.
La cámara baja del Parlamento ruso ha aprobado una ley que prohíbe anunciar en los medios de comunicación los servicios de personas vinculadas con lo paranormal, la magia, la hechicería, la hipnosis o el vudú, entre otros. “La ley busca proteger a la gente de la publicidad engañosa de autoproclamados especialistas y así preservar su salud física y moral”, reza el documento aprobado por la Duma y en el que ha participado activamente la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR).
Yákovleva calificó de “criminales” a los que engañan a sus clientes con promesas de haber encontrado un remedio para el cáncer o el sida. Por ello, la ley también prohibirá el ejercicio a aquellos que prometan la cura de enfermedades con métodos no científicos si carecen de una licencia reconocida por la legislación y concedida por el Estado. A partir de ahora serán los medios de comunicación los que asuman la responsabilidad de propagar los servicios de esos practicantes alternativos sin licencia oficial.
Esos “charlatanes atraen a muchos clientes sin dar ninguna garantía y muchas veces están implicados en fraude (...). Causan un perjuicio moral y físico a la gente y un perjuicio económico al país”, denunciaron los diputados al presentar la iniciativa parlamentaria. Yákovleva cifró en unos 2.000 millones de dólares el dinero que mueve el negocio de la superstición, mientras la encuesta del centro Levada cifró en un 20 por ciento el número de rusos que ha visitado curanderos para encontrar una solución para sus afecciones.
Y es que los rusos, que aun desconfían de la sanidad pública, son muy aficionados a acudir a “servicios alternativos” para encontrar una cura para sus problemas con el alcohol, lograr el regreso de maridos infieles o el éxito en los negocios. Los medios rusos dedican mucho espacio a anuncios y programas sobre servicios esotéricos, ocultistas, paranormales y toda clase de adivinadores del futuro.
Mientras, en internet uno sólo debe teclear las palabras Maguicheskie Uslugi (servicios mágicos) para toparse con centenares de páginas web que ofrecen remedio a cualquier pena a cambio de un módico precio. “Nuestros ciudadanos al confiar en las promesas de magos y druidas acaban siendo víctimas habituales del fraude. Por ello, es necesario limitar el flujo de información”, aseguró Yevgueni Fédorov, jefe de la comisión de la Duma sobre política empresarial.
La Iglesia ortodoxa apoyó fervientemente la prohibición, ya que “no hay ningún país civilizado que pueda permitir la propagación masiva de los servicios de brujos y milagreros”, aunque la calificó de “tardía” e “insuficiente”. “Sólo prohibir la publicidad es poco. Hay que hablar y escribir más sobre las desgracias que causan a la gente. En su conciencia recaen muchos destinos rotos e incluso vidas humanas”, dijo Vsiévolod Chaplin, portavoz del Patriarcado de Moscú, según la agencia oficial RIA-Nóvosti.
Al tiempo que la Iglesia Ortodoxa rusa reconoce la posibilidad de que existan personas con facultades curativas especiales, insiste en que esos poderes sean contrastados científicamente. “Lamentablemente, muchas de esas personas no sólo juegan con fuerzas oscuras y extrañas, sino que utilizan iconos e inventan oraciones. Incluso me he topado con algunos que se hacen pasar por miembros de la Iglesia”, destacó.
La afición al ocultismo aumentó radicalmente en este país poco antes de la caída de la Unión Soviética y la defunción de la ideología comunista, vacío que fue aprovechado por gente sin escrúpulos y una gran habilidad para los negocios. Los programas de televisión protagonizados por los “brujos” Alan Chumak y Vladímir Kashpirovski eran seguidos por millones de telespectadores, ya que estos prometían curar incluso a los que se sentaban al otro lado de la televisión. Estos aventajados llegaron a hacer largas giras por el país, llenando estadios a su paso con promesas de curación de tumores, paraplejias y otros males a través de la hipnosis y la magia blanca.
Efe
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