Me parecen las fechas pascuales en las que nos hallamos, las idóneas para entrar en una bella cuestión histórica cual es la de la fecha y año en que se produjo la muerte de Jesús. Y para ello, amigo lector, lo primero a determinar, - ya verá Ud. porqué -, es si lo que Jesús celebró con sus principales discípulos, los apóstoles, fue o no una cena pascual al modo en que lo hacían sus compatriotas judíos, razón por la que vamos a ponernos a ello sin mayor dilación.
Lo primero que se ha de señalar es que entre los judíos, aunque el día grande de la pascua es el 15 de nisán, la cena pascual se realiza la víspera, esto es, el 14, “primer día de ázimos”, primero de los siete que los judíos se han de abstener de todo alimento fermentado con levadura.
Sobre la fecha en la que Jesús celebró la última cena con los apóstoles disponemos de un dato que es el único en el que, a los efectos, los cuatro evangelistas están de acuerdo: que su muerte se produjo un “día de la preparación”, esto es, un viernes, “parasceve” en griego...
“Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la víspera del sábado [...]” (Mc. 15, 42, acorde con Mt. 27, 62; Lc. 23, 54; Jn. 19, 31).
...en consecuencia con el cual, la última cena de Jesús con sus discípulos que tiene lugar la noche anterior a su muerte, se produjo necesariamente un jueves.
Hasta ahí el acuerdo, porque a partir de ahí, ya nada coincide en un relato, el de Juan, y los otros, los de los Sinópticos. Y es que para éstos, Jesús celebra la comida de Pascua el “primer día de ázimos”, es decir, en la fecha de la cena pascual: “Llegó el día de los ázimos, en el que se había de celebrar el cordero de Pascua; y envió a Pedro y a Juan diciendo: “Id y preparadnos la Pascua para que la comamos”” (Lc. 22, 7-8; similar a Mt. 26, 17 y Mc. 14, 12).
El 14 de nisán, pues. Lo que si bien hace el relato sinóptico, por lo que a la pascua se refiere, perfectamente acorde con lo que marca la Torah, tiene el inconveniente de que según él, la muerte de Jesús habría ocurrido un 15 de nisán, es decir, en plena pascua, con dos consecuencias inaceptables. Por un lado, la incompatibilidad del relato con la prohibición legal de los judíos de ejecutar a nadie en pascua. Y es que el solo contacto de un judío con un cadáver humano, como con toda claridad se expresa en el libro de los Números, lo convierte en impuro: “El que toque un muerto, cualquier cadáver humano, será impuro siete días” (Nu. 19, 11).
Y la impureza, en inhábil para celebrar la pascua: “Yahvé habló a Moisés en estos términos: «Di a los israelitas: Si uno de vosotros o de vuestros descendientes se encuentra impuro por un cadáver, o está de viaje en tierra lejana, también celebrará la Pascua en honor de Yahvé. La celebrarán el mes segundo [es decir, un mes después, el de iyar, pues el de nisán es el primer mes del año judío, ver Éxodo 12, 2]” (Nu. 9, 10-11).
Y por otro, la que representa el episodio de Simón de Cirene, quien como se sabe ayudó a Jesús a portar la cruz, el cual “volvía del campo”, cuando todo judío sabe que durante los días sagrados, - y el de la pascua es el más sagrado de todos -, el trabajo está estrictamente prohibido: “Ningún trabajo se hará en esos días” (Ex. 12, 16).
Para San Juan en cambio, la cena se celebra un día antes. Y es que según él, el día en que Jesús fue crucificado, era día de “comer la Pascua” (Jn. 18, 28), ésto es, 14 de nisán, lo que implica que la última cena de Jesús con sus apóstoles no habría acontecido el 14 (día de comer la pascua), sino el 13. Lo que queda perfectamente expresado en estas palabras, pertenecientes también al Evangelio de Juan: “Antes de la fiesta [nótese la locución, ‘antes’] de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena [...]” (Jn. 13, 1-2).
Ávidos de coordinar los relatos sinóptico y joanesco, esto es la fecha en la que Juan señala que se produce la última cena con el carácter pascual de dicha cena que señalan los Sinópticos, varios autores han intentado aportar soluciones.
Para unos, se trataría de una ruptura expresa de Jesús con la pascua judía, antecedente de todas las rupturas que habrían de venir luego culminadas con la completa emancipación del cristianismo frente al judaísmo del que procede.
Para otros, se trataría de una simple diferencia de costumbres entre los judíos de Judea y los judíos de Galilea - Jesús, no se olvide, era galileo -, los cuales comerían la pascua el 13 de nisán. Se basan los que así piensan en el hecho de que Galilea, territorio bien diferenciado de Judea, no forma parte del núcleo duro del judaísmo, y sobre todo, en la fama de los galileos contemporáneos de Jesús de no ser excesivamente estrictos en lo que a la práctica religiosa se refiere.
Para unos terceros, Jesús estaría celebrando la pascua al modo de los “esenios”, grupo judío que tras romper con el Templo, habría optado por adelantar algún día su celebración. Entre los signatarios de tal teoría, alguno tan ilustre como el Papa Benedicto XVI, quien en su Sermón del jueves santo 5 de abril de 2007, hace la siguiente afirmación: “El descubrimiento de los escritos de Qumran nos ha llevado a una posible solución convincente [sobre la discrepancia entre Juan y los sinópticos] que, si bien todavía no es aceptada por todos, tiene un elevado nivel de probabilidad [...] Él [Jesús] celebró la Pascua con sus discípulos probablemente según el calendario de Qumrán, es decir, al menos un día antes. La celebró sin cordero, como la comunidad de Qumrán”.
Como quiera que sea, a saber, que Jesús celebró una pascua de propia fundación, que celebró una pascua galilea, que celebró una pascua esenia, o que consciente de que el tiempo se acababa, simplemente no celebró la pascua sino una última cena con sus principales discípulos, hipótesis que no se ha de desdeñar, ese dato inicial, es decir, que Jesús celebró la cena en cuestión un día antes del día de aquél en el que los judíos comían la pascua, es el que habremos de retener como válido para determinar la fecha en la que fue crucificado.
Ahora bien, amigo lector, la secuencia normal de la Semana Santa aconseja dejar el tema para mañana, por lo que si decide Ud. volver a visitarnos, aquí estaremos gustosos para explicarle lo que sabemos, sometido, como siempre, a criterio más autorizado, entre los cuales, el de cuantos de Uds. deseen compartir con nosotros su opinión.
Lo primero que se ha de señalar es que entre los judíos, aunque el día grande de la pascua es el 15 de nisán, la cena pascual se realiza la víspera, esto es, el 14, “primer día de ázimos”, primero de los siete que los judíos se han de abstener de todo alimento fermentado con levadura.
Sobre la fecha en la que Jesús celebró la última cena con los apóstoles disponemos de un dato que es el único en el que, a los efectos, los cuatro evangelistas están de acuerdo: que su muerte se produjo un “día de la preparación”, esto es, un viernes, “parasceve” en griego...
“Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la víspera del sábado [...]” (Mc. 15, 42, acorde con Mt. 27, 62; Lc. 23, 54; Jn. 19, 31).
...en consecuencia con el cual, la última cena de Jesús con sus discípulos que tiene lugar la noche anterior a su muerte, se produjo necesariamente un jueves.
Hasta ahí el acuerdo, porque a partir de ahí, ya nada coincide en un relato, el de Juan, y los otros, los de los Sinópticos. Y es que para éstos, Jesús celebra la comida de Pascua el “primer día de ázimos”, es decir, en la fecha de la cena pascual: “Llegó el día de los ázimos, en el que se había de celebrar el cordero de Pascua; y envió a Pedro y a Juan diciendo: “Id y preparadnos la Pascua para que la comamos”” (Lc. 22, 7-8; similar a Mt. 26, 17 y Mc. 14, 12).
El 14 de nisán, pues. Lo que si bien hace el relato sinóptico, por lo que a la pascua se refiere, perfectamente acorde con lo que marca la Torah, tiene el inconveniente de que según él, la muerte de Jesús habría ocurrido un 15 de nisán, es decir, en plena pascua, con dos consecuencias inaceptables. Por un lado, la incompatibilidad del relato con la prohibición legal de los judíos de ejecutar a nadie en pascua. Y es que el solo contacto de un judío con un cadáver humano, como con toda claridad se expresa en el libro de los Números, lo convierte en impuro: “El que toque un muerto, cualquier cadáver humano, será impuro siete días” (Nu. 19, 11).
Y la impureza, en inhábil para celebrar la pascua: “Yahvé habló a Moisés en estos términos: «Di a los israelitas: Si uno de vosotros o de vuestros descendientes se encuentra impuro por un cadáver, o está de viaje en tierra lejana, también celebrará la Pascua en honor de Yahvé. La celebrarán el mes segundo [es decir, un mes después, el de iyar, pues el de nisán es el primer mes del año judío, ver Éxodo 12, 2]” (Nu. 9, 10-11).
Y por otro, la que representa el episodio de Simón de Cirene, quien como se sabe ayudó a Jesús a portar la cruz, el cual “volvía del campo”, cuando todo judío sabe que durante los días sagrados, - y el de la pascua es el más sagrado de todos -, el trabajo está estrictamente prohibido: “Ningún trabajo se hará en esos días” (Ex. 12, 16).
Para San Juan en cambio, la cena se celebra un día antes. Y es que según él, el día en que Jesús fue crucificado, era día de “comer la Pascua” (Jn. 18, 28), ésto es, 14 de nisán, lo que implica que la última cena de Jesús con sus apóstoles no habría acontecido el 14 (día de comer la pascua), sino el 13. Lo que queda perfectamente expresado en estas palabras, pertenecientes también al Evangelio de Juan: “Antes de la fiesta [nótese la locución, ‘antes’] de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena [...]” (Jn. 13, 1-2).
Ávidos de coordinar los relatos sinóptico y joanesco, esto es la fecha en la que Juan señala que se produce la última cena con el carácter pascual de dicha cena que señalan los Sinópticos, varios autores han intentado aportar soluciones.
Para unos, se trataría de una ruptura expresa de Jesús con la pascua judía, antecedente de todas las rupturas que habrían de venir luego culminadas con la completa emancipación del cristianismo frente al judaísmo del que procede.
Para otros, se trataría de una simple diferencia de costumbres entre los judíos de Judea y los judíos de Galilea - Jesús, no se olvide, era galileo -, los cuales comerían la pascua el 13 de nisán. Se basan los que así piensan en el hecho de que Galilea, territorio bien diferenciado de Judea, no forma parte del núcleo duro del judaísmo, y sobre todo, en la fama de los galileos contemporáneos de Jesús de no ser excesivamente estrictos en lo que a la práctica religiosa se refiere.
Para unos terceros, Jesús estaría celebrando la pascua al modo de los “esenios”, grupo judío que tras romper con el Templo, habría optado por adelantar algún día su celebración. Entre los signatarios de tal teoría, alguno tan ilustre como el Papa Benedicto XVI, quien en su Sermón del jueves santo 5 de abril de 2007, hace la siguiente afirmación: “El descubrimiento de los escritos de Qumran nos ha llevado a una posible solución convincente [sobre la discrepancia entre Juan y los sinópticos] que, si bien todavía no es aceptada por todos, tiene un elevado nivel de probabilidad [...] Él [Jesús] celebró la Pascua con sus discípulos probablemente según el calendario de Qumrán, es decir, al menos un día antes. La celebró sin cordero, como la comunidad de Qumrán”.
Como quiera que sea, a saber, que Jesús celebró una pascua de propia fundación, que celebró una pascua galilea, que celebró una pascua esenia, o que consciente de que el tiempo se acababa, simplemente no celebró la pascua sino una última cena con sus principales discípulos, hipótesis que no se ha de desdeñar, ese dato inicial, es decir, que Jesús celebró la cena en cuestión un día antes del día de aquél en el que los judíos comían la pascua, es el que habremos de retener como válido para determinar la fecha en la que fue crucificado.
Ahora bien, amigo lector, la secuencia normal de la Semana Santa aconseja dejar el tema para mañana, por lo que si decide Ud. volver a visitarnos, aquí estaremos gustosos para explicarle lo que sabemos, sometido, como siempre, a criterio más autorizado, entre los cuales, el de cuantos de Uds. deseen compartir con nosotros su opinión.
Luis Antequera
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