Puede ser que más de uno, solo tenga una vaga idea de lo que son y significan los “Corporales de Daroca”.
Excepciono naturalmente, a los habitantes de esa ciudad del Reino de Aragón, llamada Daroca. También aclaro, para comprender esta historia, que en términos litúrgicos, se denominan “corporales”, al pequeño sobre mantel, de unos 50 cm en cuadrado, sobre el que se depositan los vasos, copón, patena y cáliz que contienen o van a contener el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor.
En el año de 1239, cuando Dios realiza este milagro, el marco histórico en el que este sucede, es el siguiente. La unidad española aún no se ha realizado y los dos principales reinos Castilla y Aragón, están en plena reconquista de lo usurpado por los moros a los cristianos, quinientos años antes, en el siglo VIII.
En el lado castellano, Fernando III el Santo, está recogiendo los frutos de la gran victoria cristiana en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212. Este rey, Fernando III el Santo, accedió al trono de castilla cinco años más tarde de esta victoria cristiana en 1217, y ahora está reconquistando toda Andalucía a excepción del reino de Granada. En esta misma época, en 1239, en el reino de Aragón Jaime I el conquistador, después de haber conquistado Mallorca, pone su empeño en conquistar el Reino de Valencia. Años atrás Valencia ya fue cristiana en el año 1092, por la conquista que de ella hizo el Cid Campeador, pero en 1099, muere el Cid y su esposa Doña Jimena, solo puede mantener Valencia en manos cristianas hasta el año 1102, en que es reconquistada por los almorávides.
Es ahora, en las fechas del milagro de los Corporales de Daroca, en 1239, cuando Jaime I el conquistador está en guerra con los moros para la segunda reconquista de Valencia, sin que el otro gran rey cristiano Fernando III el Santo pueda ayudarle, por encontrarse ocupado en la reconquista de Andalucía. Jaime I el Conquistador, después de haber entrado triunfante en la ciudad de Valencia, continua sus conquistas hacia abajo y ve la necesidad de tomar el castillo de Chio, en Luchente ciudad situada al sur de Valencia y a unas tres leguas de Játiva, en poder de los musulmanes y para esta labor, designa a los tercios de Daroca, Teruel y Calatayud, importantes poblaciones del Reino de Aragón, que habían puesto sus tropas al servicio de la reconquista del Reino de Valencia. El castillo de Chio, era y es una fortaleza árabe del periodo almohade construida en el siglo XII, con una situación estratégica importante, pues desde este castillo, se vigilaba la entrada del Valle de Albaida desde la costa.
Los hechos transcurrieron así: Cuando las tropas Cristianas de Daroca, Teruel y Calatayud asentadas en el Puig del Codol, se disponían a conquistar a los moros el Castillo de Chío en Luchente, el día 23 de febrero, de 1239. El Capellán mosén Mateo Martínez, de Daroca, celebraba una misa en la que consagró seis formas destinadas a la comunión de los seis capitanes de aquellas tropas: Don Jiménez Pérez, Don Fernando Sánchez, Don Pedro, Don Raimundo, Don Guillermo, y Don Simone Carroz. Un ataque por sorpresa de los musulmanes, obligó a suspender la misa y el capellán, para evitar una posible profanación de las formas que ya estaban consagradas, las envolvió en los corporales y las ocultó en un pedregal del monte. Rechazado el ataque o escaramuza iniciada por los moros, de la que salieron los cristianos victoriosos, los comandantes pidieron al sacerdote que les diera la Comunión, en acción de gracias al Señor por la victoria. Mosén Mateo, fue al lugar donde había escondido las Sagradas Formas consagradas y se encontró a las seis formas empapadas en sangre y pegadas a los Corporales. Los comandantes se regocijaron ante lo que vieron. Tomaron esto como una señal de Jesús, de que iban a ser victoriosos, en la toma del castillo. Hicieron que el sacerdote levantara el corporal manchado de sangre en un marco, como un estandarte. Volvieron entonces a la batalla contra los Moros, y el castillo de Chio fue capturado. El mérito de esta batalla triunfal, se le dio al Milagro Eucarístico bondadosamente otorgado por el Señor.
Después de la batalla referida en el capítulo anterior, los vencedores ocuparon el resto del día en enterrar los numerosos cadáveres que habían quedado en el campo y en recoger el inmenso botín que dejaron los moros fugitivos. Luego, reunido el Consejo de guerra, dispuso se mandara fabricar una caja de plata, que aún se conserva, donde se pudieran colocar debidamente los Santos Corporales. Don Vicente Belbis, el destronado rey de Valencia, fue comisionado para que fuera a Montpellier a comunicar el milagro y la victoria a D. Jaime, el cual vino inmediatamente a adorarlo. Pero al tratar sobre la posesión de la inestimable joya de los Corporales, se promovió una acalorada disputa, pues todos pretendían tener derecho a su posesión. Don Berenguer de Entenza, general del rey Don Jaime y representante de Valencia, manifestaba que este tesoro quedase en Valencia por el justificado motivo de haber sucedido el prodigio en este territorio y por ser Valencia cabeza de aquel reino. Los de Teruel aducían más derechos, porque su capital, como más vecina a los enemigos, había padecido más daños, había sufrido más choques, había derramado más sangre e impedido que los moros invadiesen los pueblos del reino. Los de Calatayud pretendían que fuese la gloria para sí, en atención a ser la mayor y más rica de las tres ciudades, y haber dado para la conquista más soldados y haber gastado más caudales. Los de Daroca exponían que aquel tesoro debía corresponderles, porque ellos fueron los primeros que tremolaron las banderas de las Ocas sobre la Puerta de Serranos en Valencia, y por ser mosén Mateo Martínez, hijo de Daroca, el que celebró la misa, y el que consagró las seis Formas, y el fue también, el que enarboló este sagrado estandarte de nuestra fe en la última batalla, de que resultó la más completa victoria.
Viendo Berenguer de Entenza que la contienda tomaba cada vez mayores proporciones y que los ánimos se exaltaban demasiado, propuso que se echasen suertes sobre quién había de ser el dueño de tan rica joya, ya que el día en que esto sucedía, se celebraba la festividad de San Matías, que fue elegido para ser Apóstol. Todos aceptaron esta proposición, y puesta por obra, se echaron suertes por tres veces y las tres cayeron a Daroca. Esto no obstante, algunos capitanes quedaron descontentos, sospechando que hubo o pudo haber arte o engaño en lo que sin duda fue designio del cielo. El caso es que se agriaron las discusiones, hasta que por fin se convino en que se trajese una mula blanca cogida en el campo enemigo, que no había llevado carga ni pisado jamás tierra de cristianos, y cargando sobre su lomo los Corporales, se la dejase andar libremente y el lugar donde se parase, se tuviese sin disputa por morada del Santísimo Misterio elegida por el Cielo. Los capitanes no se opusieron a esta determinación.
Colocados los Corporales en la caja o arqueta de plata, liada con cordones de seda, que se había construido, y que aún se conservan, cabalgó el sacerdote llevándola consigo con grande reverencia, dejando a la mulilla caminar a su arbitrio. Detrás iban los soldados con la Cruz levantada y las banderas desplegadas, y la gente con hachas encendidas en las manos, formando una procesión, tocando, las músicas y cantando himnos. La fecha de partida, era el 24 de Febrero de 1239. La mula dejó el cerro de Codol, y empezó su jornada. Iba seguida por la asistencia cercana de sacerdotes con velas encendidas, y soldados. El primer camino que tomó la mula, fue hacia Valencia, pero nunca entró en esa ciudad. La mula continuó cruzando una quebrada que va de Catarroja a Manizes, tocando Segorbe, Jerica y Teruel. Pero no entró en ninguna de esas ciudades. La mula viajó durante 12 días una distancia de más de 200 millas antes de doblar las rodillas y caer muerta enfrente a la Iglesia de San Marcos, en la ciudad de Daroca (hoy Iglesia de la Trinidad). El corporal estuvo en esta iglesia hasta que se trasladó a la iglesia de Santa María.
Hay tradiciones y leyendas atadas al viaje de la mula. Se dice que durante los 12 días sucedieron muchas cosas milagrosas, como música y cantos angelicales, furia de demonios que abandonaban almas que habían poseído, muchas conversiones de pecadores. Pero no hay ninguna documentación sobre todo esto. Estas son historias locales que se han desarrollado a través de los años y es así como suele el pueblo, poetizar y embellecer los hechos más portentosos de su historia. Una hermosa Iglesia fue construida para ser el hogar de este regalo especial al pueblo de Daroca. Un relicario majestuoso fue creado en 1385. Esculturas representando los hechos que conducían al milagro fueron colocadas en la Iglesia, como por ejemplo la Batalla de Luchente, al Padre Mateo Martínez levantando el corporal como un estandarte de batalla, el viaje de la mula, y la llegada a Daroca.
En 1444, el Papa Eugenio IV concedió un año de Jubileo para Daroca, cada 10 años. Este fue el mismo Papa que hizo auténtico el Milagro Eucarístico de Walldurn, Alemania, y el Milagro Eucarístico de Ferrara, Italia. Fue durante ese tiempo que la ciudad de Daroca escogió a Santo Tomás de Aquino como el Protector del milagro Eucarístico. Precisamente la fecha en que la mula cayó muerta en Daroca fue un 7 de marzo, que más tarde sería instituido como el día de Santo Tomás de Aquino. La sangre en el corporal ha sido analizada, y ha sido determinado que es de origen humano. No hay ningún dato sobre el tipo de sangre.
Este milagro Eucarístico y otros varios más se pueden leer en mi libro “Milagros en la Eucaristía” con el Isbn 9788461179091.- Este libro está editado por Dagosola ediciones, y puede leerse parcialmente sin coste alguno, entrando en Google con el título del libro y su número de Isbn.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Juan del Carmelo
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