Cuando uno piensa en “caminar sobre las aguas” o “trascender sobre los problemas”, uno cree que será como que nada te preocupa, una especie de “éxtasis celestial” que te hará reírte donde normalmente estarías llorando.
Pensando así es como caes en el alcoholismo, en las drogas y un largo, pero muy largo, etcétera. No estamos llamados a huir de la realidad, sino a vivir con los pies bien puestos en el suelo pero con la vista puesta en el cielo.
Nadie que huye de su realidad termina bien, nadie. ¿Qué cosa en la tierra puede ser peor que la muerte? ¡Y hasta la muerte ha sido vencida por el Señor! Ánimo hermano, pelea la buena batalla, no te dejes vencer por la desesperanza. Muy probablemente el Señor no te dé una solución mágica a tus problemas, no será como que despiertes y de la nada se te solucionó todo, eso sólo está en la mente de los mercaderes de la fe, que se aprovechan de la desesperación del incauto, olvidando que el mismo Maestro llegó hasta el límite máximo del sufrimiento y no vivió su vida terrenal en falsas abundancias y libre de problemas.
No eres menos cristiano por sentirte preocupado, no te pidas eso a ti mismo porque eso sólo Dios lo regala y no siempre lo da, algunas veces te hace bien descubrir la impotencia. Muchas veces el Señor permite que se te cierren todas las puertas para que aprendas que tu confianza debe estar arriba, no en los hombres, ni en ti y tus débiles capacidades, pero eso si, NO TE DEJA SOLO.
¿Qué es el evangelio hermano sino el saber que Dios nos ama y no nos abandona a lo largo de toda nuestra vida? Nunca olvides que no estás solo, no importa cuantos problemas tengas y lo negro que se vea el horizonte, ¡Dios no se fue! allí esta contigo en medio del desierto, Él no abandonó a Israel en los 40 años que estuvo vagando en el desierto por necios ¿como te abandonará a ti?
El profeta Jeremías usa una de las figuras más hermosas para representar al que se confía al Señor:
“¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta su confianza! Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto” Jeremías 17,7-8.
¿Dónde están esas corrientes de agua a las que se dirigen las raíces de este árbol? En la Iglesia, nada más que en la Iglesia, el único lugar donde encontrarás las palabras de vida eterna que te sostendrán en el combate. La Iglesia no te ofrece soluciones mágicas, te habla claro, como lo hace toda buena madre, sin mentiras, te dice: “hagan lo que Él les diga” y generalmente eso a hacer es obedecer y esperar.
La de noches y neuronas que he gastado innecesariamente preocupado por problemas que al final se solucionaron cuando Él quiso y no cuando yo quería. Descansar en el Señor no es fácil, porque uno siempre intenta meter la cuchara. ¿Quiere decir esto que ante los problemas me siento y sólo espero a ver que hace Dios? Tampoco, no te quedas sin trabajo y te echas dos años sin mandar un curriculum “porque Dios le da a sus amigos mientras duermen”, no funciona así.
Tu haces tu parte y Dios hace el resto. Lo único que no puedes perder de vista es que será en el tiempo de Él, nada más.
Caminar sobre las aguas es un don que exige solo una cosa: humildad. El humilde sabe esperar, el humilde sabe obedecer, el humilde no deja de ver el rostro de su Señor porque sabe que en sus propias fuerzas se hunde, pero sobre todo, el humilde sabe que sirve a un Señor que no lo va a dejar burlado ni solo.
Animo hermanos “aprendamos a caminar sobre las aguas de la muerte” y que el Señor nos sostenga en nuestras tribulaciones, y preparemos el corazón para la pascua que se acerca.
La Paz de Cristo este Contigo.
Víctor Meza Vargas
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