OBJETIVO: EXTENDER LA MORAL RELATIVISTA
Están crecidos. Piensan que esto ya no tiene vuelta de hoja y, si hace unos días era la Fundación CIVES la que revelaba los entresijos para engañar a la FERE e imponer en España la Educación para la Ciudadanía, ahora es la propia masonería quien hace público su interés primordial por la imposición de este adoctrinamiento.
En el 5º encuentro de CIMAS (Confederación Interamericana de Masonería Simbólica) y 3er encuentro de Altos Grados organizado por la Federación Colombiana de Logias Masónicas, el Presidente de la Confederación Interamericana de Masonería Simbólica, Elbio Laxalte Terra pronunció el discurso de apertura titulado «Construir el Hombre. Construir la Sociedad».
En él reivindica el papel imprescindible de la Educación para la Ciudadanía a fin de que «puedan trasmitirse y vehiculizarse los valores morales plasmados en nuestro tríptico de Libertad, Igualdad y Fraternidad, que han guiado grandes objetivos de progreso humano en los últimos siglos».
Y, además de progreso, los principios de la Revolución Francesa también han conducido a algunos totalitarismos genocidas que se deja en el tintero el orador. Pero, ¿qué es, para este eminente masón, la Ciudadanía? «La ciudadanía es la expresión de la conciencia libre y de la ética basada en el imperativo de la conciencia, anterior al propio cumplimiento de la Ley y que confiere una calidad superior al estado de derecho».
Una conciencia «libre» anterior a toda ley es una falacia, puesto que la conciencia es el juicio próximo sobre la moralidad de una acción y, para ello, requiere confrontar la acción con alguna ley o principio moral. Y una ética «basada en el imperativo de la conciencia» (el “imperativo categórico” propuesto por Kant) es una ética, por principio, subjetiva y, como tal, relativista. En definitiva «yo hago lo que me parece» frente a una ética basada en principios externos «yo hago lo que mi código ético me propone como lo más acertado».
Proponer un relativismo que arrincone todo código ético objetivo es, conjuntamente, el punto de partida y la finalidad de la Educación para la Ciudadanía. «Por ello es una tarea primordial formar, construir y educar al individuo, para que él devenga un ciudadano, en un proceso continuo y que lo siga a lo largo de su vida, para ayudarlo a adaptarse a los nuevos impactos que la vida en sociedad nos irá reservando en la medida que el cambio global se vaya desarrollando».
Sin un código moral externo y estable, el individuo que «deviene en ciudadano» está a merced de «los nuevos impactos que la vida en sociedad nos irá reservando». El Estado, legislando «para adaptarse a las nuevas realidades sociales» ¿le suena? va configurando el único referente moral del «ciudadano». Si una conducta «se lleva», y el Estado la bendice, es buena. Si no, es mala.
Y, para llevar a cabo esta tarea ingente de reingeniería social, es preciso «redefinir» los conceptos: la crisis es “desaceleración”, el aborto, un “derecho”, la eutanasia también, la objeción de conciencia es “ilegal”, etc…. «Hoy comenzamos a vivir otra etapa de la historia muy diferente, donde se nos cambian el sentido de las cosas. Por ello hoy debemos reflexionar sobre los nuevos contenidos de los conceptos, y darles significaciones actualizadas a universales tales como libertad, igualdad y fraternidad, progreso y solidaridad».
En fin, que todo vale en aras de conseguir «un proyecto de alcance en valores culturales, y por tanto ideológicos, que puede definir la identidad social, histórica, de la España moderna por mucho tiempo» (J.L. Rodríguez Zapatero, en declaraciones a Suso de Toro, “Madera de Zapatero”, p. 150).
¿Alguien apuntaba a la inspiración masónica de la imposición de la Educación para la Ciudadanía? Pues ellos mismos lo han hecho público. Y el que quiera seguir mirando para otro lado, que siga, que tiene para rato.
Mariano Bailly-Bailliere/Padre Objetor
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