Ana Giczey, originaria del Barrio San Miguelito, en San Salvador, El Salvador, ayudó a dar a luz a una mujer en la plataforma del tren subterráneo de la ciudad de Toronto, Canadá.
El acto de solidaridad de Ana, quién emigró a Canadá en 1984 y está casada con un canadiense, se dio ante la mirada indiferente de cientos de pasajeros que la mañana de un lunes viajaban en la hora pico hacia sus lugares de trabajo.
-“El tren iba llenísimo y de repente escuché a una persona gritando al fondo del vagón y me dí cuenta de que gritaba de dolor. Me bajé del tren, porque habíamos llegando a la estación de Wellesley. Cuando bajé, noté que la pareja y tres niños bajaron también y era la dama que estaba gritando y al bajar cayó en la plataforma” - recordó Ana.
El tren se retiró y todas las personas que se bajaron en ese mismo momento desparecieron sin prestar atención a la mujer.
Ana sigue narrando lo sucedido:
-”Yo nunca me había enfrentado a una situación así, pero al ver lo que pasaba, ayudé a la señora a quitarse el pantalón. Allí la bebe, terminó de salir porque, en verdad, la niña nació en el momento en que ella se bajó del tren y la cabeza y parte de la pierna habían quedado dentro de su pantalón”
Una vez la niña estuvo en los brazos de su madre, la salvadoreña corrió a un teléfono público y llamó a emergencias 911. Los del 911 le dijeron que debía buscar una cinta de zapatos para amarrar el cordón umbilical de la bebé, de no hacerlo esta podía morir. Cuando el próximo tren llegó, Ana gritó a los pasajeros pidiendo le regalaran un cordón de zapatos, pero muchos indiferentes ni la miraron, hasta que al fin un caballero se quitó su cordón y la bebé se salvó, en unos minutos llegaron los paramédicos.
La acción de esta salvadoreña de 41 años no pasó inadvertida, ya que los medios de comunicación canadiense destacaron su humildad y heroísmo, al tiempo que enfatizaron la falta de sensibilidad y colaboración del resto de pasajeros del tren.
Tomado de la Prensa Gráfica.
El Salvador. Febrero 16 – 2006
No perdamos nunca la sensibilidad. Rescatemos el volver a ser humano. No le demos la espalda al necesitado. Jesús nos dio ejemplo de ello.
Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó adonde él estaba; y cuando lo vio, tuvo compasión, y acercándose, le vendó sus heridas, derramando aceite y vino sobre ellas; y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al mesonero, y dijo:
-“Cuídalo, y todo lo demás que gastes, cuando yo regrese te lo pagaré”
-"¿Cuál de estos tres piensas tú que demostró ser prójimo del que cayó en manos de los salteadores?"
Y él dijo:
-“El que tuvo misericordia de él"
Y Jesús le dijo:
-"¡Ve y haz tú lo mismo!”
Lucas 10:33-37
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