viernes, 31 de julio de 2009

DE MI REALIDAD A LA REALIDAD


ECLESALIA, 31/07/09.- Qué importante es que el hombre se ejercite cada día en la oración, esto es hablar con Dios y escucharlo. Sin embargo la forma tradicional de oración se concentra en mis deseos, mis necesidades, mis carencias, mis culpas, mis alegrías, en una palabra en mi realidad personal y lo inmediato a ella.

Esta forma de relacionarse con Dios no es incorrecta, pero la auténtica oración nos lanza a salir de mi realidad a la realidad, toma en cuenta los principales temas que afectan al ser humano y en su mayoría degradan su dignidad.

El compromiso evangélico nos lanza a salir del letargo y alienación que provoca la excesiva preocupación por mi bienestar, nos invita a trascender el micromundo del ego que no nos permite ver más allá de nosotros mismos.

La realidad social, política y económica exige ser convertida en materia de oración. Recordemos que Cristo se encarnó, y las múltiples víctimas del hambre, la violencia, la pobreza, la explotación, etc., son la carne de Cristo.

¿Dónde está tu hermano? Es la pregunta que debe motivar nuestra oración diaria. La situación del otro debe interesarnos, no es una situación ajena a nosotros aunque así la percibamos.

Existen comunidades enteras que viven en condiciones infrahumanas de desnutrición, falta de agua, vestido, educación, etc. No son situaciones ajenas aunque no nos interpelan considerablemente. ¿A caso no puede ser esto materia de oración? ¿O nos conformaremos con pedir mucho sólo por mí y los míos, con sentir bonito, dominar textos bíblicos, hasta impartir retiros y conferencias?

A todos nos consterna la ola de violencia que azota a nuestro País, pero, ¿cuántas víctimas, o familiares de ellas, caben en mi oración? ¿O qué tal considerar también la situación precaria de mucha gente que vive hacinada en casas de lámina negra donde tienen que soportar temperaturas de hasta 50 grados? La lista es muy larga, “¡son temas trillados¡”, “¡ya mucho se ha hablado de ello¡”; este es el peligro, que se conviertan en algo cotidiano, en algo que nos resulte común y no nos asombre en lo más mínimo.

Desafortunadamente el problema radica en el deseo de poder, de ser igual a Dios, en el querer tocar el poder de Dios. Se habla en idioma diferente, el idioma del ego.

El sector económico maneja un idioma que no incluye el beneficio de todos sino el propio, el de unos cuantos. El sector político es experto en el manejo del lenguaje y la persuasión pero desgraciadamente sólo con fines de lograr el poder.

Lo más importante, ¿qué hay del lenguaje cristiano?, ¿hay propuestas y actitudes concretas de parte del cristiano por mejorar y aliviar la carne desgarrada de Cristo? ¿O es un lenguaje retórico, muy bello pero sólo complaciente?

Salir de mi realidad a la realidad es la actitud que dará a nuestro ser cristiano una verdadera dimensión. Orar desde la realidad es tomar en cuenta todas esas situaciones de toda índole que laceran la carne de Cristo, es iniciar en cada uno un proceso de gestación de los mismos sentimientos y actitudes que tuvo Cristo.
Mario Adán Moreno Madrid

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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