Día de la Independencia de Paraguay
El 15 de agosto de 1840, con el fin de que su patria tuviera un himno nacional, Carlos Antonio López, presidente de Paraguay, luego de tratar de llegar a un acuerdo con el poeta argentino Vicente López y Planes, autor del Himno Nacional Argentino, aceptó más bien el texto escrito por el poeta uruguayo Francisco Acuña de Figueroa, autor del Himno Nacional Uruguayo. Pero no fue sino hasta el 12 de mayo de 1934, luego de un largo proceso polémico, que ese texto se estableció, por decreto ejecutivo, como la letra oficial del Himno Nacional Paraguayo, basado en la publicación de El Semanario del 31 de diciembre de 1853 y en la reconstrucción oficial realizada por Remberto Giménez.
He aquí la primera estrofa y el coro, como se cantan actualmente:
A los pueblos de América, infausto tres centurias un cetro oprimió; mas un día, soberbia surgiendo, «¡Basta!», dijo, y el cetro rompió. Nuestros padres, lidiando grandiosos, ilustraron su gloria marcial; //y trozada la augusta diadema,enlazaron el gorro triunfal.// Paraguayos, ¡república o muerte! Nuestro brío nos dio libertad; //ni opresores ni siervos alientan donde reinan unión e igualdad.//
La tercera estrofa dice así:
Cuando en torno rugió la discordia que otros pueblos fatal devoró, paraguayos, el suelo sagrado con sus alas un ángel cubrió.
El poeta tiene razón. Dios tuvo que haber intervenido en la historia del Paraguay. Pues si el suelo de Paraguay no hubiera sido cubierto con alas angelicales, sin duda los estragos causados por sus guerras habrían acabado por completo con su pueblo heroico en lugar de diezmarlo. De ahí que a cada patriota paraguayo no le quede más que reconocer lo que afirma el salmista de Israel: que el Dios Altísimo, tanto a título personal como nacional, puede y quiere cubrirlo con sus plumas para que halle refugio bajo sus alas.
Por: Carlos Rey
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