lunes, 7 de diciembre de 2020

LA APARICIÓN DE UN MUERTO CONVIRTIÓ AL CATOLICISMO A LOS PRIMOS INGALLS DE «LA CASA DE LA PRADERA»

UNA HISTORIA QUE ARRANCA EN TIEMPOS DE LA ESCRITORA LAURA INGALLS...

Los Ingalls: llegaron en 1974, estuvieron 9 años en antena y dejaron un recuerdo perdurable.

No es preciso haberla visto en su día para identificar sus personajes, porque La casa de la pradera [Little house on the prairie] ha seguido reponiéndose desde que, diez años después de su estreno en 1974, emitiese su último capítulo, y pueden conseguirse en DVD sus episodios. Su intro es sin duda uno de los más célebres de la historia de la televisión.

Michael Landon (1936-1991) fue el factótum de la serie y, con sus largas trenzas y una sonrisa inconfundible, Melissa Gilbert interpretaba a Laura Ingalls Wilder (1867-1957), autora de los libros en los que se inspiró la legendaria producción de la NBC. Son ocho títulos que escribió entre 1932 y 1943. En España los ha editado la editorial Noguer.

Laura Ingalls contó en primera persona su propia experiencia vital, pues ella misma nació en una cabaña de troncos en los bosques de Wisconsin, y vivió después en Kansas, Minnesota y Dakota del Sur. 

Del espíritu pionero al Tea Party

Se convirtió así en la narradora por excelencia del espíritu de los pioneros. Multitud de instituciones y museos se inspiran en ella y sus escritos para recordar a los norteamericanos esa fase crucial de su historia. Por eso en los años setenta, cuando Estados Unidos se acercaba a su bicentenario (1976) y las cadenas de televisión se volcaron en contenidos ad hoc (como Centennial, también de la NBC, y que se vio en España a principios de los ochenta), volver a Laura Ingalls era obligado y el éxito de la serie inspirada en sus novelas estaba garantizado.

El espíritu de La casa de la pradera estuvo muy presente en los mejores momentos del Tea Party. Durante la campaña presidencial de 2008, la hermana de Sarah Palin contó que la gobernadora de Alaska y candidata republicana a la vicepresidencia con John McCain había devorado cuando era niña todas las novelas de la serie, donde se forjó ese patriotismo sencillo y sincero, basado en convicciones cristianas y vínculos familiares, que catapultó su popularidad entre buena parte del electorado y le granjeó el miedo cerval (disfrazado de burlas inmisericordes) de los definidores de la corrección política.
Sarah Palin devoró en su infancia la serie de novelas de Laura Ingalls.
Para muchos estadounidenses, el estilo de vida reflejado por Laura Ingalls Wilder es el que define el país, y con él se identifica una parte del movimiento libertario. De hecho, la hija de Laura, Rose Wilder Lane (18861968), es una de las grandes representantes de la filosofía vital que popularizó la gran inspiradora del movimiento, la atea rusa Ayn Rand (19051982), autora de El manantial (llevada al cine por King Vidor, con Gary Cooper como protagonista). Rose se implicó a fondo con su madre en la publicación de La casa de la pradera, prestándole su consejo como escritora y activista.

Los principios que mantienen unidos a los Ingalls en las novelas de Laura son claros: esfuerzo individual, espíritu de sacrificio y una educación en el cumplimiento del deber y el ejercicio de la propia responsabilidad.

Eran, por otro lado, los principios que Michael Landon, de origen judío (su nombre real era Eugene Orowitz), dos veces divorciado y padre de nueve hijos quiso encarnar como actor, director y productor y reflejan las series con las que triunfó: Bonanza (1959-1973), La casa de la pradera (19741983) y Autopista hacia el cielo (1984-1989), donde interpretaba a un ángel en misión celestial para resolver problemas en la tierra.

UNA DECISIÓN CRUCIAL, UNA VISIÓN EN SUEÑOS...

El auténtico Charles Phillip Ingalls (1836-1902) llevó una vida menos estable de la que refleja la serie de televisión, que en ese y otros puntos guarda algunas diferencias con las novelas en las que se basa. Durante casi veinte años se movió con su esposa y cinco hijos por distintos estados (Wisconsin, Kansas, Minnesota, Iowa) en función del trabajo que iba obteniendo, hasta que en 1879 fue nombrado juez de paz en De Smedt (Dakota del Sur).

Una de las sobrinas de Charles fue Edith Florence Bingham Ingalls (1872-1951), hija de su hermano Peter. Aparece fugazmente como Dolly en una de las novelas de su prima Laura, La casa del bosque [Little house in the big woods]. Y en 2017 una tataranieta de Edith contó las circunstancias por las que toda esa rama de la familia se convirtió al catolicismo.

Según recoge Lindsay Kuniyuki en Church Pop, su tatarabuela se casó con Heil Nelson Bingham y se asentaron en Oakes (Dakota del Norte). Ninguno de los dos era católico, pero decidieron educar a sus siete hijos en la escuela católica local. Al cabo de un tiempo Heil se convirtió al catolicismo, pero sin embargo su esposa no lo hizo. En 1930, tras 38 años de matrimonio, Heil murió.

Pasaron veinte años y Edith no cambió su actitud hacia la fe. Pero una noche, ya cercana su muerte, "Heil se la apareció en sueños y le dijo: 'Edith, tienes que preparar tu alma'. A la mañana siguiente, ella pidió un sacerdote. La familia pensó que se refería a un pastor protestante, pero Edith rechazó verle y le despidió, insistiendo en que quería ver a un sacerdote católico. Fueron a buscarlo y ella recibió los sacramentos, muriendo al día siguiente".

Todas las hijas de Edith fueron católicas y se casaron "con católicos irlandeses". Una de esas  hijas fue Estella Cora Bingham Ingalls (1895-1969), que tuvo cuatro hijos, uno de ellos Dorothy, la abuela de Lindsay, quien tuvo siete, todos ellos católicos practicantes "que transmitieron esta fe hermosa y rica a los 12 hijos que tuvieron en total, la mayoría de los cuales también está transmitiendo esa tradición a los 21 nietos de Dorothy": uno de ellos es Lindsay, quien recuerda que este año dos hicieron la Primera Comunión y tres recibieron la Confirmación.

Lindsay Kuniyuki es historiadora y madre de cuatro hijos, a quienes educa en homeschooling según un currículo católico.

"En los años venideros veremos muchos más católicos llegar a la plenitud de la fe, y todo porque Heil y Edith eligieron una educación católica para sus hijas. No podían saber hasta qué punto esa decisión afectaría al legado familiar", explica Lindsay, quien recuerda la emoción que sintió a los 9 años de edad cuando, después de leer con entusiasmo las novelas de Laura Ingalls, su madre le reveló que todos aquellos personajes que le fascinaban eran sus primos.

(Artículo publicado originalmente en ReL el 24 de agosto de 2017.)

Carmelo López-Arias / ReL

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