viernes, 11 de diciembre de 2020

“CULEBRA” de Darío Pimentel (2019).

 Nuestra comarca está macerada en mito y leyenda urbana, aunque hay personas obtusas que aducen que los mitos y leyendas son creaciones para sorprender a los ilusos; pienso más bien que son parte de la idiosincrasia y esencia autóctona de nuestro pasado.

Nuestros abuelos lo sentían así y es por ello que se esforzaban por dar a conocer sucesos, reales o no, que tenían que ver con nuestra tierra -aunque estos rayen con el realismo mágico y la fábula-. Es mi afán por contar lo que abuelos y bisabuelos me narraron, no soy mitómano ni quiero sorprenderlos.

Esta leyenda urbana se desarrolla en la hacienda Vilcahuaura, en los años de 1930. Pedro Chauqui vino de Recuay (Ancash) a trabajar en la paña del algodón. Como a muchos otros trabajadores le dieron casa y por ello él y su esposa se quedaron a vivir en dicha hacienda, propiedad de la familia Leguía.

Pedro tenía dos hijos aún infantes, su idea era aumentar la familia, pues por aquel entonces se acostumbraba el tener familia numerosa, sin importar las penurias de las madres al asumir tantos embarazos. Pero los deseos de la familia numerosa fueron mermando, dado que los dos últimos bebes fallecieron de meses, sin llegar al año, bajo un marco de desnutrición y anemia. Él había puesto todas sus esperanzas en su último bebito que todavía amamantaba su mujer, éste ya presentaba síntomas de desnutrición, pero igual tenía las esperanzas de que se logre.

Pero en una madrugada en que regresaba a su casa, lampa en mano, pues era regador de campos, su asombro y espanto llego al límite, ¡al ver a una culebra prendida al seno de su mujer, mientras la cola de ésta estaba en la boca del bebe a manera de chupón!, al verlo, la inmensa culebra soltó el seno de la mujer tratando de escapar, pero Pedro indignado le dio un certero golpe con su afilada lampa y partió en dos al animal, inundando el piso de la habitación de leche materna.

Este suceso consternó a los esposos que decidieron dejar esa hacienda para ir a otra, fue así que llegaron a Andahuasi y decidieron aumentar la familia ya sin percance. Luego de gestar por nueve meses, la esposa de Pedro tuvo dolores de parto a la media noche. Pedro llevó a dos parteras para atenderla. Grande fue su sorpresa y espanto cuando al romperse la fuente ¡alumbra una inmensa culebra verde! que trataba de morder a las parteras para luego escabullirse en la noche… ¿Raro, no? Una de las parteras tuvo una tienda de repuestos automotrices en la primera cuadra de la avenida Centenario, cerca al óvalo, ella siempre afirmó lo que cuento.

En varios sitios del mundo se cuenta el mismo relato. Es controversial porque las serpientes no beben, ¿o habrá alguna que sí?

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