Atravesé una turba peligrosísima y no me hicieron nada.
Me compré una ChopperByk (Bicimoto) y me dirigía de Lima a Chaclacayo – a la casa de mi hija – y tomé la ruta que me pareció más descongestionada, o sea por toda la Av. Javier Prado, y llegué al Estadio de la U.
Una Sra. Policía intento cortarme el paso pero no sé por qué me dejo pasar, y yo sin saber lo que me esperaba continúe mi travesía.
No pasé ni tres cuadras cuando me encontré en medio de cientos de muchachos que se dirigían al Estadio para ver el partido… eran las llamadas Barras Bravas, esas que barren con todo a su paso… ya no podía retroceder.
Yo llevaba mi LapTop en un maletín y además una mochila con mis efectos personales.
De pronto me encontré rodeado de cientos de muchachos que me hacían barra y que me felicitaban con gestos de OK y de Victoria… me tocaban como felicitándome y todos me gritaban palabras de aliento.
En ese momento solo me quedaba sonreír y agradecer los gestos de estos barristas… pero cuando los atravesé recién me di cuenta en el peligro en que me había encontrado.
Esta vez sí le agradecí a mi Ángel de la Guarda de la que me libró.
Al día siguiente leí en los periódicos la cantidad de desmanes que estas barras habían provocado.
Cuando uno dedica su vida al Señor Jesús, este lo protege con su Sangre y María, nuestra santísima Madre, nos protege con su Manto y ordena a sus ángeles que nos cuiden… si Jesús, María y nuestro Ángel de la Guarda están conmigo… ¡Quien contra mí!
José Miguel Pajares Clausen
11 de Septiembre 2013
miércoles, 11 de septiembre de 2013
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