LA CORRUPCIÓN PERMANENTE
El profeta Amós vivió en el siglo VIII antes de Cristo. Es el profeta de la justicia social. En la primera lectura de ayer nos presentaba a los ricos corruptos, que tras una apariencia de cumplimiento religioso, ocultaban la corrupción y la extorsión del pobre:
"Escuchadlo los que exprimís a los pobres y elimináis a los miserables; pensáis: ¿Cuándo pasará la luna nueva para vender trigo o el sábado para ofrecer grano y hasta el salvado de trigo? Para encoger la medida y aumentar el precio, para comprar por dinero al desvalido y al pobre por un par de sandalias. ¡Jura el Señor por la gloria de Jacob no olvidar jamás lo que han hecho!"
En nuestra humanidad, al igual que ya ocurría en el siglo VIII antes de Cristo, la corrupción, el poder del dinero, la explotación ha existido siempre. Gente sencilla que pierde sus ahorros, mientras los dirigentes de los bancos se otorgan sueldos e indemnizaciones millonarias. Políticos que desvían el dinero público a sus bolsillos. Multinacionales que se enriquecen a costa de trabajadores del tercer mundo. Cada día hay más gente que no llega a fin de mes y una minoría que cada vez es más rica. Un mundo que sólo tiene un dios: el dinero. ¿Qué diría Amós en nuestro tiempo? El papa Francisco denunciaba ayer en Sicilia a esta sociedad basada en el dinero y que aplasta al hombre. Una sociedad que arroja a las personas al paro pisoteando su dignidad.
Si somos cristianos de verdad, debemos revelarnos contra esta sociedad injusta y revelarnos contra nuestro egoísmo que permite estas situaciones y que hace que permanezcamos en silencio y miremos hacia otro lado, mientras no nos afecta a nosotros.
La corrupción es el fruto de nuestro egoísmo. Hay corruptos porque nosotros miramos hacia otro lado. El mundo será injusto mientras basemos nuestra felicidad en el tener. Mientras seamos incapaces de descubrir el valor de la generosidad y de la gratuidad, seguirá habiendo corrupción. Para los cristianos, el espíritu de las Bienaventuranzas, el evangelio, está ahí señalándonos el camino. ¿Qué esperamos a seguirlo?
Joan Josep Tamburini
lunes, 23 de septiembre de 2013
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