Mañana cruzaré el desierto que del mar me separaba, sintiendo en mis pies descalzos de la arena el cálido abrazo.
Alzaré hasta el cielo la mirada, el perdón guiará mis pasos y con cariño abrigará mi esperanza.
Mañana, cuando el silencio que mis oídos aturde recuerdos descubra en el alma; mas no aquellos que nublaban mis sentidos, esos no… ¡que se vayan! que vuelvan las sonrisas sinceras, los despertares, las noches claras…
Mañana correré, no logrará alcanzarme el viento y me perseguirá hasta la playa.
Bajo lágrimas doradas de tristeza abriré mi viejo paraguas, y entonces me asomaré a la vida con el corazón en calma.
(Silvia Martínez)
Joan Josep Tamburini
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