martes, 1 de noviembre de 2011

INDIFERENTISMO



Existe hoy en día, una nueva clase de herejía bastante extendida y que se conoce con el nombre de Indiferentismo.

Su contenido doctrinal es simple, pero muy destructivo, por el daño que hace en las conciencias débilmente formadas. Este contenido doctrinal, en resumen mantiene que todas las religiones son igualmente gratas a Dios, que tan buena es una como la otra, y que es cuestión de preferencias, tanto profesar una religión determinada como no tener religión alguna y mantenerse sin ofender a ese Ser supremo que se piensa que debe de existir.

Y ese Ser supremo que se piensa que debe de existir, es Dios creador de todo lo visible y lo invisible y concretamente también de las personas que inciden en esta moderna herejía. Como sabemos Dios al crear un alma, pone en esta una impronta un profundo deseo, de que Él sea buscado correctamente, y cuando haya sido encontrado por ese alma creada. Y a esta alma creada, Dios también le ha puesto, el deseo que tiene, toda alma que encuentra a Dios de cumplir con su deber de amar a su Creador, servirle y adorarle, para el día en que sea llamada a su presencia pueda ser eternamente feliz, participando de su gloria, pues para esto hemos sido creados todos.

Pero en ese corto camino, que nos parece muy largo, sobre todo a los jóvenes, y que va desde el nacimiento a la muerte, el alma creada por Dios, para cumplir con las obligaciones que le incumben, necesita sortear un laberinto de dificultades, para generar méritos que después de abandonar este mundo, le evalúen en su grado de glorificación por parte de su Creador. Y la primera dificultad verdadera con la que el hombre tropieza, es la de encontrar el auténtico camino para llegar al Señor. Lo fácil es pensar que todo camino es bueno y no complicarse más la vida, también hay quien piensa que el camino ya se lo ha marcado su Creador, haciéndole nacer en el seno de una determinada situación. Pero esto no es lo correcto, porque Dios quiere que luchemos por razón de su amor, ya que aquí hemos venido a superar una prueba de amor. Y si Dios no nos ha hecho nacer en el seno del verdadero camino, esto no nos exime de buscarle debidamente, y más mérito tiene este alma, que todas aquellas que se lo han dado ya todo hecho, naciendo en el seno del verdadero camino. A sensu contrario, tampoco hemos de olvidar, la mayor vara de medir que se utilizará, con los que hemos nacido en el seno de la Iglesia católica.

En una glosa anterior, decíamos que existe una escalera de bajada con tres peldaños. El primero, lo constituía el laxismo, o flojedad en nuestras prácticas necesarias para el contacto con el Señor, y subsiguientemente, darle pie a la presión demoníaca, y cuando es te ocurre, uno se desliza poco a poco bajando al segundo escalón que es el de la herejía, generalmente para justificar posturas más cómodas. En este sentido el indiferentismo es una herejía, pues sin negar la existencia de Dios, lo cual sería ateísmo o agnosticismo, se niega una parte o un todo, de lo que forma parte de las verdades reveladas por el Señor.

René Laurentín, a estos efectos escribe: El error básico del indiferentismo está en suponer que el error y la verdad son igualmente gratos a Dios; o en suponer que la verdad absoluta no existe, que la verdad es lo que uno cree. Si supusiéramos que una religión es tan buena como cualquier otra, el siguiente paso lógico concluiría que ninguna vale la pena, puesto que no hay ninguna establecida y aprobada por Dios. La herejía del indiferentismo está especialmente enraizada en los países que se precian de mentalidad amplia. En estos países se confunde el indiferentismo con la democracia.

La democracia pide lo que la caridad cristiana también exige, el respeto a la conciencia del prójimo, a sus sinceras convicciones, aun sabiendo que son equivocadas. Pero la democracia no nos pide decir que el error no importa, no nos exige ponerlo en el mismo pedestal que la verdad. En breve, el católico que baja la cabeza cuando alguien afirma: no importa lo que uno crea, lo que importa son sus obras; es culpable de un pecado contra la fe. Y lo que es consustancial, que es que él mismo empieza a deslizarse, por los peldaños de la escalera hacia abajo.
El Señor nos dejó dicho: Id, pues, enseñad a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. (Mt 28,19). Y también nos dejó dicho como obligación: Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. (Mt 10,8). Uno nunca se puede quedar callado. Hay que pensar que el refrán dice, y es verdad: El que calla otorga. Y a este respecto también conviene recordar las palabras del Señor: "Pues a todo el que me confesare delante de los hombres, yo también le confesare delante de mi Padre, que está en los cielos: pero a todo el que me negare delante de los hombres, yo le negare también delante de mi Padre, que está en los cielos. (Mt 10,32-33).

También San Pablo en relación a este tema nos dice. "Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas. Tú, en cambio, pórtate en todo con prudencia, soporta los sufrimientos, realiza la función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio". (2Tm 4,2-5).

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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