viernes, 29 de abril de 2011

PREPARA LA IGLESIA PARA LOS HERMANOS DEL TIEMPO VENIDERO



Como abrir un proceso de actualización en la Iglesia, esta es la cuestión.

Ya pedimos perdón. Lo que importa es que ya no nos volvamos a equivocar con otros galileos. Pero si seguimos igual de cerrados en nuestros dogmas que arrasan aperturas a otras percepciones de la realidad seguimos, aunque sin Inquisición que nos mate, sí con otra que nos hace estériles para ofrecer la espiritualidad cristiana libre de ataduras que valieron hasta el Medioevo, y que después fueron causa de rechazo por la Ciencia. Parece que es fácil decir que nos arrepentimos, pero difícil iniciar el proceso de adaptación a la realidad, ese agornamento no sólo doctrinal, que no es sólo en las formas, liturgias, canciones, relaciones, pedagogías, investigaciones bíblicas o eclesiales, todo ello muy necesario, sino adaptando lo que en el depósito de la fe es una expresión que queda desfasada y potenciar lo que esa fe tiene de válido y útil para estos tiempos y dejarlo preparado y asimilable para los próximos hermanos. Y con este cambio estaremos situados en el presente y sobretodo el Evangelio de Jesucristo será una oferta creíble y operativa cuando en un futuro cercano se abra la ciencia a una concepción de la realidad mas allá de la que hoy tenemos.

Si la prehistoria termina con la escritura, y comienza unos siglos de pensamiento racional, que en estos tiempos culmina con la mentalidad científica todavía limitada por este sistema de pensamiento-lenguaje que mide, cuadricula, capta la realidad y la congela en una red mental de abstracciones que necesita constantes, leyes que nos sitúen en la realidad con alguna certeza, como la de la velocidad de la luz. Gradualmente entraremos en una vivencia supraracional que revertirá en una mejora tecnológica y sobretodo comprensiva. Dimensiones, percepciones que hoy se empiezan a abrir camino y otras tantas que hasta ahora no sospechamos. Que abrirá nuestra comunicación a un lenguaje no verbal, que hoy atisbamos con la telepatía, la percepción de la realidad directamente a la conciencia, sin mediar sentidos imperfectos, y que no alcanzamos mucho a entender hasta donde nos llevará. Y será en esta situación en la que nuestra fe como la concebimos ahora, ya desfasada en este momento, será rechazada con mucho mas peso, y quedaríamos en la sola fe resistiendo ante este temporal de verdad con la sola dosis de perseverancia por no querer apartarnos de nuestra tradición, o todavía con los miedos a romper con las creencias heredadas, chantajes de infiernos y melaconlías por la que quisiéramos que todo siguiera igual, y cosas similares.Lo cual ahora podríamos preparar, abriéndonos a lo que realmente van a aprovechar nuestros hermanos cristianos que nos sucedan en la Iglesia es urgente que empecemos individualmente y comunitariamente a trabajarlo con urgencia, sinceridad y entrega, pensando mas en los hermanos que se beneficiaran de este camino abierto. La fuerza de salvación que Dios suscita en Jesucristo. Ese Sol que nace de lo alto para iluminar a los que vivimos en sombras de muerte. Y que es una Palabra para los hombres, que comunica el amor de Dios, la voluntad de Dios para cada hombre y que obra ese portento de la santificación, de hacernos ese hombre nuevo que da gloria a Dios. Participando de la resurrección que es Jesús mismo. Unidos a Jesús ser hijos de Dios.

¿Por qué esa acción del Espíritu Santo la vamos a limitar geocentrizando la realidad, obligando a la fe a que asuma como buenos dogmas que serán bíblicos, eclesiales y sobradamente necesarios para la fe de los que nos antecedieron, pero que hoy ya no nos hablan de otra cosa de una mentalidad precientificia y que para la nueva mentalidad quedarían definitivamente fuera de circulación?. En eso es verdad que Jesucristo es el mismo hoy y siempre. Pero no es verdad que la percepción de la realidad sea la misma hoy, ayer cuando lo que existía era solo la tierra y la bóveda del cielo y mañana cuando existen unas realidades que hoy empezamos a vislumbrar aunque todavía no las entendemos. Y ese Jesús si es el que nos sirve ayer, hoy y mañana. No la Creación que sitúa la realidad en un tiempo y espacio que sabemos irreal. No la adaptación de esa Creación geocentrica ampliada al Big Bang. No una Parusía creída a fuerza de fe, de forzar nuestra mentalidad para la que Biblia, la dogmática y el credo cristiano, de anular nuestra dignidad de buscar, descubrir la Verdad que nos hace hijos de Dios libres. No cerrar en la Encarnación de Jesús la capacidad de comunicar Dios su amor a su creación. Sino de en acoger lo que Dios nos ha regalado en Jesucristo. Hacer fecunda hasta esa acción de la Gracia para que se haga su voluntad en cada hombre, que sea cristificado y haga las obras de amor por las que nos eligió en la Persona de Cristo, insertándonos en Él, en esa corriente de santidad, en el Espíritu santo, dóciles a su obra, para que Dios haga grandes obras desde el nuevo nacimiento en el Espíritu hasta la cruz y la resurrección, que es Cristo mismo. En esto si que es urgente que nos enriquezcamos, que no solo nuestros hermanos tradicionales que aceptan a la Iglesia como es y expresa la fe, sino los hermanos que prevemos que es comida para hoy y hambre y desconcierto para los hermanos de mañana, nos alimentemos y debidamente crecidos en la fe podamos trasmitir a nuestros hermanos que nos suceden en la Iglesia este Evangelio del amor de Dios, para gloria de Dios. Para manifestar que Dios es bueno y que nos ama a cada hombre, de todos los lugares que ahora no podemos ni imaginar. Que sabe nuestro nombre y que nos ha invitado a vivir para participar con Dios mismo de la plenitud de su vida.

Parece que sólo se pueden plantear desde entornos futuristas, extraeclesiales, de la Nueva Era, desarraigados de nuestra herencia espiritual aperturas a lo que ya empieza a vislumbrarse. Dentro de la Iglesia se opta por posiciones conservadoras, aplicando ese ejemplo de que San Agustín no creyó que era necesario plantearse si los unicornios tenían alma. Era en ese momento habitual creer en ese poético personaje y se llegó a crear una inquietud intelectual sobre si ese ser mitológico tendría alma como los humanos. Y el santo dice con mucha gracia, primero me atrapan uno y luego determinamos que tiene. Pero si hoy queremos atrapar un ser inteligente de otro planeta para examinar si tiene alma. Si hoy queremos atrapar otra dimensión. Si hoy nos quedamos tan satisfechos como Agustín dando por supuesto que no hay nada mas que lo que había hace 20 siglos y no que no hay que preocuparse porque no nos afecta ningún replanteamiento de la esencia del hombre. Que todo es propaganda anticristiana que nos quiere confundir pero que lo bueno es lo nuestro y que fuera de la Iglesia, en un sentido también de comprensión de la realidad, no hay salvación.

Volver a ensamblar nuestras convicciones cuesta y no solo a un grupo que lo trabaja, sino pastoralmente hacerlo llegar a un pueblo al que hemos acostumbrado a estar cómodos con la infalibilidad de un Papa, una Iglesia y una dogmática inamovible. Y movilizar a ese pueblo a lo que importa, como si de un naufragio se tratase y tirásemos por la borda lo que ante esta tempestad de la época que nos acontece se fuera a hundir el barco de nuestra fe, y nos quedásemos por fuerza, gracias a Dios por cierto, con lo que realmente importa, la vida y el núcleo de nuestra vivencia cristiana, la transformación en Cristo, la santificación que Dios nos regala.

Y hay, como no, motivaciones emocionales que tal vez sean mas costosas que las mismas intelectuales. Si un grupo de la Iglesia propone algún tipo de variación se le amonesta, se le hace corregir y enfatizar en el error que proponía, hasta que vuelva a quedar dentro de la ortodoxia. Y a veces hasta estamos convencidos de lo que nos unifica eso. Porque cuando la Iglesia se pone a crear dogmas a la carta, como el caso de la comunión anglicana donde se hacen dogmas a la carta con el voto de unos cuantos hermanos, el desconcierto y la descomunión pueden ser peligrosos. Y es que estamos ante un cambio mayor que todos los que nos anteceden. No son opciones de doctrinales como la reencarnación, la consideración de religiones no cristianas con otros procesos de santificación, la apertura a otras culturas, y también a las de otros planetas, que sería ya bastante reto, sino un paso a otro tipo de vivencia. Otro hombre que salta de ser de un reino, como el animal a otra categoría, tal vez una vegetal que recibe la vida sin depender del cuerpo, la comida, la bebida, la sexualidad. Tal vez seamos como los ángeles, que dice Jesús refiriéndose a los resucitados, y vivamos en una cultura que abandona delincuencias, egoísmos, que su principal objetivo es compartir y hacer feliz a los demás, tender a Dios, y vivir para dar el salto a la próxima etapa de vida en Dios, el cielo. Antes era lo único que había, como la Tierra era la única creación. Todo era lo único y tendemos a que todo sea una parte ínfima de una realidad que nos empequeñece tanto que Dios queda mucho mas digno de gloria y alabanza.

Juan Carlos

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