lunes, 25 de abril de 2011

¿ES DUBITATIVA NUESTRA FE?



Indudablemente que los es. Todos tenemos, hemos tenido y posiblemente tendremos siempre dudas de fe. Esta es la contestación que le di, como respuesta hace unos días a una amiga mujer muy piadosa. Y ella me respondió: No sabes cómo me reconforta esa respuesta, yo pensé que cuando una persona está muy entregada a Dios, las dudas de fe le desaparecen. ¡Qué más quisiera yo estar de verdad entregado!

Las dudas de fe pueden mitigársele a determinadas almas muy entregadas al amor del Señor, pero nunca pueden desaparecerle a nadie. Y ello en atención a dos simples razones: La primera, es que la fe es siempre dubitativa, solo cuando la fe se convierte en evidencia, desaparecen las dudas. Una persona cree, porque se lo han dicho, que existe un país denominado Kazakhstan en el Asia central, pero resulta lógico que pueda pensar, que a lo mejor le están tomando el pelo con ese nombrecito; pero si alguna vez, va a Kazakhstan sus dudas acerca de su creencia, habrán desaparecido, porque estas se han convertido en evidencia. Evidencia de la existencia de Dios, nadie en este mundo la tiene, se puede tener una fe muy firme, pero al fin y al cabo fe, porque a Dios nadie lo ha visto:A Dios nadie le vio jamás; Dios unigénito que está en el seno del Padre, ese le ha dado a conocer(Jn 1,18).

En segundo lugar, nuestras dudas nunca desaparecerán, pues tenemos a nuestro lado a un encargado de proporcionárnoslas constantemente y que se llama demonio. La duda de fe, es una tentación demoníaca, y como toda tentación, el hombre será siempre tentado hasta el final de sus días. El demonio, puede tal vez dejarnos tranquilo, y nunca por mucho tiempo, en un determinado frente de su ataque, para cambiar de estrategia y acosarnos por otro flanco, si ve que resistimos bien el ataque inicial, pues una tentación dominada por nosotros, es una derrota para él y aparte de que su soberbia no le permite salir derrotado, está el tema de que su derrota, nos ha fortalecido y aumentado nuestro caudal de méritos a los ojos del Señor. De lo que si podemos estar muy seguros, es que nunca nos dejará en paz, y menos a las almas que se han propuesto vivir y amar en la amistad del Señor. Estas son su objetivo predilecto, sobre las demás no se preocupa mucho, pues si no están en el saco van camino de estarlo.

Desde mi punto de vista, el mejor remedio para combatir al demonio en sus ataques sobre la existencia de Dios es fortalecer la fe y ello aunque parezca una perogrullada, es así de simple. Y entonces uno se preguntará: ¿Y cómo se fortalece la fe? La fe es un don de Dios, y como todo lo que se relaciona con Dios, ha de emplearse el amor a Él, porque nunca olvidemos que Dios es amor y solo amor. Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor (1Jn 4,7-8). Si amamos y cuanto más amemos, más fuerte será nuestra fe , porque tanto la Fe como el Amor y la Esperanza, son tres virtudes teologales, que infusamente las recibe el bautizado junto con la inhabitación Trinitaria en su alma. Y las tres virtudes teologales, es sabido que crecen y decrecen en el alma humana al unísono, porque ellas tres, están perfectamente ensambladas. Si aumentamos nuestro amor, siempre aumentará nuestra fe, y por supuesto viceversa, el aumento de nuestra fe presupone un aumento de nuestro amor al Señor. Por ello la mejor receta para combatir las dudas de fe desde mi punto de vista es amar más y más, porque por mucho que logremos amar más y más al Señor, nunca llegaremos a amarle lo suficiente.

Pero claro, la anterior receta es aplicable al que tiene dudas, no al que no cree en absoluto en la existencia de Dios, pues lógicamente no se le puede decir como argumento, a uno que no cree en la existencia de Dios, que ame a Dios para así, superar su ateísmo.

Leí una vez un escrito de una persona que decía: “Busco pruebas evidentes, evidencias de tu existencia y no las encuentro. Como quiera que no te veo, me es difícil creer en tu existencia, pero resulta, que no creer en tu existencia me es aún mucho más difícil de aceptar esta idea”. Esta persona buscaba con afán y se estudió todas las pruebas de la existencia de Dios de las que nos habla el parágrafo 31 del Catecismo dela Iglesia católica, que nos dice: "Creado a imagen de Dios, llamado a conocer y amar a el hombre que busca a Dios descubre ciertas Vías" para acceder al conocimiento de Dios. Se las llama también Pruebas de la existencia de Dios”, no en el sentido de las pruebas propias de las ciencias naturales, sino el sentido de Argumentos convergentes y convincentes" que permiten llegar a verdaderas certezas. Estas Vías" para acercarse a Dios tienen como punto de partida la creación: el mundo material y la persona humana”. Pero estos llamados argumentos convergentes por este parágrafo del Catecismo, no tienen el mismo valor de convicción en todas las personas, a cada alma Dios la ilumina de distinta forma, y una argumentación que puede ser decisiva para uno para otro le deja indiferente, y es que el Espíritu Santo, sopla siempre donde, cuando y como quiere. A este respecto Pascal escribía: Dios ha determinado dar la suficiente luz a quien quiera creer; pero también el proporcionar la suficiente oscuridad a quien no quiera hacerlo”.

Y la persona cuyo escrito leí antes, encontró su afirmación en la existencia de Dios, pensando en que es imposible justificar la existencia de los instintos conservación de la vida, y de reproducción que todo animal tiene, si no es partiendo de la existencia de un Ser superior, pues la evolución de la materia y su transformación en seres vivientes, jamás podría esta, plasmar en los seres evolucionados, la impronta de los instintos animales. Por otro lado también se dijo él: Si yo tengo sed de Dios, porque me ocupo de buscarlo es porque Dios existe. Nosotros tenemos sed de agua, porque el agua existe y el agua mana de las fuentes, lo mismo que de Dios mana el Amor.

Las dudas de fe, como sabemos, son siempre sobre la existencia de Dios, por ello todo lo que se lee o escribe sobre la negación de la existencia de Dios, siempre es aplicable a las dudas de fe, que tenemos aunque seamos creyentes, las cuales pueden ser profundas o leves. Ya hemos dicho antes que nadie se libra totalmente de ellas, pero en la medida en que un alma avanza en su camino espiritual, las dudas se le van disipando. A todos nos gustaría recorrer un camino hacia el Señor, perfectamente llano, iluminado, placentero y sin ninguna cruz que soportar, pero la realidad es otra. Nuestro camino, cuanto, más abrupto, oscuro, fatigoso, incómodo y sufrido sea, más nos aprovechará el día de mañana. Y esto es así, porque cuanto más difícil sea el camino que hemos de recorrer, mayor será la gloria que nos espera.

A nadie se le he dicho que alcanzar al Señor se fácil, ni tampoco Él, le ha prometido un camino de rosas a nadie. "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la hallara (Mt 16,24-25). Pero que nadie se asuste, por el peso de su propia cruz, porque también es verdad que nos dejó dicho: Venid a mi todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviare. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas, 30* pues mi yugo es blando y mi carga ligera(Mt 11, 28-29).

Ronald Knox, se pregunta: “¿Cuál de los dos pertenece al orden más alto, nuestra alma o nuestro cuerpo? Está claro que nuestra alma, pues nos proporciona una vida más rica que la de los animales; un conejo, por ejemplo, no sabe utilizar la tabla de multiplicar, ni sabe escribir una carta. El espíritu, por tanto, es de un orden superior a la materia, la gobierna y la explica. Pero nuestro espíritu no es lo que confiere un orden al universo; no es la explicación del universo. Tiene que haber, por lo tanto, un espíritu que ordene este universo, que no esté reducido y limitado como lo están el vuestro y el mío”.

Las dudas de fe en el creyente pueden ser vencidas como toda tentación demoniaca, y para ello tengamos presente, varias consideraciones: 1º.- Que la investigación científica, las pruebas teológicas de la existencia de Dios, y otras consideraciones mentales, no están al alcance de todo el mundo y ellas pueden ayudar pero nunca sustituir a las dos poderosas palancas, que son el amor y la humildad, que si están al alcance de todo el mundo. 2º.- Que Dios nunca permitirá que el demonio nos tiende con una fuerza superior a nuestra capacidad de resistencia. 3º.- Que siempre tendremos disponible la gracia divina para triunfar. A San Pablo le dijo: “Te basta mi gracia que en la flaqueza llega al colmo del poder. Muy gustosamente pues, continuaré gloriándome en mis debilidades para que habite en mí la fuerza de Cristo”. (2Co 12-9). 4º.- Y que María nuestra Madre celestial, siempre está dispuesta a sacar de cualquier atolladero a cualquiera de sus hijos que se lo pida.

Terminaré con unas palabras de Carlo Carretto, que decía: La existencia de Dios es evidente. Pero resulta evidente para quien es sencillo, bueno y veraz. Y nosotros por desgracia ya no somos sencillos ni buenos ni veraces. No ser sencillos buenos ni veraces, significa ser pecadores”.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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