NO FUERON ELLOS... SOY YO

Algunos de ellos fueron, pero nosotros también... pasa cada día... seguimos recordandole a Jesús su Pasión.

Le echamos la culpa a los Judíos, y los Judíos no tuvieron nada que ver: fue gente pagada para lincharlo... recuerda que Jesús era Judío.

Pero por que le soplamos la plumita a otros si somos nosotros los que le escupimos, lo flagelamos... lo crucificamos cada día. Somos nosotros los que cada día se lo recordamos.

¿Cómo lo hacemos?
Lo hacemos con nuestras mentiras, odios, envidias y generalmente con nuestros pecados.

En una reunión de los viernes pedí que levantaran las manos los pecadores... una señora no las levantó. Le pregunté por qué no las levantaba y me dijo que ella no era pecadora. ¿Quién a dicho que el futbolista solo lo es sólo cuando está en la cancha? Todos somos pecadores. Podemos en algún momento estar en Gracia de Dios, pero no todo el tiempo... aunque esa es la idea a través de la confesión y comunión.

Más de un 90% se confiesa mal. Unos por ignorancia otros adrede. Los que lo hacen por ignorancia hasta confiesan pecados que no lo son, otros creen que confesarse siempre de lo mismo es lo correcto aunque no hayan cometido esos pecados... no saben como confesarse. Los que omiten adrede sus pecados creen que engañan a Dios, y así se acercan a comulgar... es como ponerle una trampa a Dios.

Satanás está también en los confesionarios y en todo el mundo, en todos los ambientes cosechando lo que hace siglos viene sembrando. Jesús está sintiendo su Pasión cada día... nosotros se la estamos haciendo posible para beneplácito de satanás.

Hermano: Has tenido la Cuaresma para meditar, reflexionar y convertirte... déjate de estar haciendo sufrir a ese Corazón bondadoso, a ese Hijo de Dios que también es Dios.

La Virgen nos dice en sus mensajes que la Iglesia va a desaparecer y que la Palabra de su Hijo bendito será llevada por los grupos de oración que volverán a las catacumbas... ¿se podrá revertir esto?, depende de nosotros. Ya la oscuridad se inició... mantengamos nuestras lámparas encendidas para cuando vuelva nuestro Salvador.

José Miguel Pajares Clausen