En su libro para niños, The Chance World, Henry Drummond describe un lugar en el que nada es previsible.
El sol puede salir o no. Quizá el sol no aparezca de pronto a cualquier hora o tal vez la luna salga en lugar del sol. Cuando los niños nacen en el mundo de fantasía de Drummond, quizá tengan una cabeza o una docena de ellas y estas a lo mejor no las lleven entre los hombros.
Si alguien salta en el aire a este mundo ”mundo previsible”, es imposible prever dónde va a caer esa persona. El hecho de que cayera ayer no garantiza que caerá la próxima vez. La ley de la gravedad y todas las demás leyes naturales cambian de hora en hora.
Hoy, el cuerpo de un niño ser tan liviano que le sea imposible bajar al piso desde una silla. Mañana, el niño quizá baje con tal fuerza que atraviese los tres pisos de una casa y caiga cerca del centro de la tierra.
En el análisis final, The Chance World es un mundo aterrador. Mientras que la mayoría de la gente goza de cierta espontaneidad en su vida, disfrutan más de la vida cuando se vive con un trasfondo de cosas previsibles, seguras y confiables.
Las escrituras nos prometen que el señor no cambia. Es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Además sus leyes naturales no cambian a menos que autorice su cambio para el bien de sus hijos. Sus mandamientos no cambian. Sus promesas para nosotros son seguras. Lo sabemos con toda certeza: “El Señor dirige los pasos del hombre”.
Tal vez el Señor tenga algunas sorpresas para ti hoy. Son parte de su continua creación en tu vida. Aun así, sus sorpresas siempre se diseñan de manera especial para ti sobre el sólido cimiento de su amor. El deseo de Dios es que experimentes lo mejor y lo más sublime en tu vida. ¡Puedes contar con Él!
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