jueves, 17 de marzo de 2011

EL REACTOR NUCLEAR QUE LLEVO DENTRO


AMIGOS:

Con la tragedia de Japón, esta combinación monstruosa de terremoto-tsunami-crisis nuclear, no he podido mas que poner mis barbas en remojo, tal como me sucedió con los terremotos de Chile y Haití. Lo normal, y es lo que le encanta al mundo, es ver las cosas así en grandote, marear al gran público mundial hambriento de noticias con fotos, vídeos y cifras y mas cifras, que al final, si uno piensa medio paso mas allá, no expresan absolutamente nada de la verdadera tragedia, porque la tragedia real siempre es mas personal que colectiva.

La verdadera catástrofe son los millones de japoneses que individualmente, en esa soledad interna e íntima que todos tenemos, se llenaran de preguntas sin respuesta y poco a poco esas preguntas invadirán tanto su ser que será expulsada por falta de espacio la única cosa que mantiene vivo al ser humano en medio del caos: la esperanza. Una vez mas: país con catástrofes naturales es tierra de misión, para momentos como estos es que el Señor nos dejó la Iglesia.

A nivel privado, entre pecho y espalda como decía mi abuelo, me he sorprendido al ver, entre las toneladas de información en la web de lo sucedido, un par de animaciones de como funciona un reactor nuclear, probablemente porque en nuestro país un reactor nuclear nunca ha existido, y creo que nunca existirá, no me había tomado la tarea de ver como funciona y ¡oh sorpresa! he descubierto que yo soy un Reactor Nuclear caminante.

En el centro del Reactor están las varillas de combustible, unas barras llenas del veneno mas tóxico que el ser humano puede crear con lo que encuentra en el planeta. Solo imaginarse el poder destructivo de estas barritasda pánico, pero, y este es el perointeresante, estas barras producen una reacción que es útil si se pasa agua por ellas.

El agua es la que mantiene a temperatura correcta las barras evitando que se fundan y se conviertan en una bomba, además el agua es al mismo tiempo el vehículo para que se aproveche esta reacción para generar vapor, que es lo que produce la energía eléctrica de la que tanto dependemos los humanos en este planeta.

Viendo el dichoso dibujito, pensaba como en mi interior tengo mis barras radioactivas, allí andan conmigo todo el tiempo, capaces de provocar una destrucción horrenda, pero solo al paso del agua de Cristo se mantienen a la temperaturacorrecta y pueden ser útiles para los demás y para mi mismo.

¿Cual ha sido la gran tragedia de Japón con sus reactores?, que se averió el proceso de irrigación y dejó de llegar el agua vital a los reactores, al quedarse seco y con los destrozos de la estructura provocados por el terremoto, las barras se están recalentando y han quedado al descubierto dejando todo su efecto tóxico en libertad.

Igual pasa si dejo de recibir "La Palabra”, sin la Palabra de Vida que me mantiene cuerdo y con discernimiento, los estragos que el terremoto del pecado producen se magnifican hasta niveles insospechados y no solo me afectan a mi, afectan a todos los que me rodean y con los que tengo contacto. La radiaciónprovocada por la falta de Cristo en la vida es algo que no entiende de códigos, se pasa llevando hasta a los que mas amamos.

Viendo las imágenes de los esfuerzos desesperados de los japoneses por evitar la catástrofe total, llevando agua en helicópteros, moto bombas e incluso leí que probarían tirarla desde el mar con barcos, pensaba como la Iglesia a través de los sacerdotes, catequistas, los mismos hermanos de la comunidad, etc. intenta llevar Agua de Vida en maneras desesperadas al que se descarrila antes de que explote y destruya todo lo que lo rodea.

La única ventaja que tienen los reactores nucleares japoneses es que no le huyen al agua, hay problemas técnicos y ya, en cambió los reactores humanos si le huyen a recibir lo único que puede evitar que se auto destruyan llevándose todo a su paso.

Espero que en esta cuaresma el Señor me regale el poder buscar el agua que necesito para no entrar en reacción nuclear”.
BENDICIONES POR CASA.

1 comentario:

Gisella dijo...

Si no se pensara tanto en guerras, en armas nucleares y si la palabra del Señor corriera e inundara nuestra sangre de amor, muchas de estas catastrofes y perdidas se evitarian.
Cuanto necesitamos sembrar en nuestro corazón la palabra de Cristo. De esa manera apreciariamos el valor que tiene la vida.