Era un pequeño gatito que por algún motivo lo dejaron abandonado en una calle desconocida y vagaba por la colonia, hacia mucho frío y ya tenía dos días sin comer.
Temeroso, solitario y muy hambriento de vez en cuando maullaba con desesperación como intentando pedir ayuda, de pronto lo escucho una señora que iba pasando por ahí, a la cual le dio compasión y se le acercó para recogerlo, pero el gatito temeroso y muy desconfiado sintió miedo y huyó, la señora intento seguirlo por un momento pero el animalito entro por la rendija de un cerco a un patio donde había un gran perro.
Con desesperación la señora le hablaba para sacarlo pero el gato miedoso y confundido solo saltaba de un lugar a otro como queriendo refugiarse, sin saber que si el perro lo agarraba ahí, no tendría escapatoria.
La señora conmovida y con interés intentó explicarle con palabras que saliera de ahí para salvar su vida, pero el gatito no entendía nada y con sus maullidos alebrestaba al perro poniéndose en más peligro, la señora ya cansada después de un buen rato de querer ayudarle continuó su camino hacia el mercado.
Cuando regresó, volvió a pasar por el mismo lugar y ahí estaba otra vez el gatito en la banqueta, la señora pensó: que bien que pudo salir de ese patio, ahora le voy a hablar con más cautela para que no me tenga miedo. Se acercó despacio, suavemente y con mucho cariño le hablo haber si se acercaba a ella, pero no fue así, el gatito siguió huraño y desconfiado, temeroso sentado hecho bolita por el frío, la señora sacó un pequeño filete de lo que había comprado en el mercado y extendiéndolo se lo enseñaba para que se acercara a comer, ella pensaba que quizá así le tendría confianza y si lo podía agarrar; lo llevaría a su casa, lo bañaría cariñosamente con agua calientita, le daría una cena estupenda y lo dejaría dormir en su propia cama para que descansara y estuviera feliz, ella imaginaba dejarlo el resto de su vida en su casa y verlo crecer y cuidarlo y amarlo para siempre mientras él viviera, en realidad lo amaría por siempre. Pero el gatito solo pensaba que era una trampa para atraparlo y castigarlo, por sus malas experiencias en su corta vida el sólo podía recordar sufrimientos y maltratos y es por eso que desconfiaba y no podía ver la bondad de la señora.
En realidad este no es un cuento, es lo que le pasa a muchas personas durante su vida.
Que bonito seria que las personas abrieran sus ojos para que se den cuenta de que en realidad sufren porque no han confiado en Dios. Tenemos problemas porque queremos hacer todo por nuestra propia cuenta como si fuéramos auto-suficientes, pero temerosos e inseguros nos metemos en mas líos. Él con su gran misericordia y paciencia nos espera y nos llama para que estemos con Él y no suframos más, con Él tenemos todo, Él tiene planes buenos para nosotros, para que seamos felices, sólo falta que confiemos en Él y nos dejemos guiar por su gran amor que nos tiene. La llave del éxito solo es una llamada para empezar. Por favor, habla con Dios.
Tere Madrid.
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