lunes, 7 de diciembre de 2009

AUTOESTIMA PARA DAR GLORIA A DIOS


Es importante que como mujeres reflexionemos a la hora de educar a nuestros hijos, sobre los propios sentimientos que tenemos hacia nosotras mismas.

Hace poco tuve la oportunidad de presenciar una escena ante la cuál no pude evitar entristecerme. Éste era un niño de cinco años jugando con su hermanita de un año y medio. Él la perseguía y ambos reían a carcajadas. Se notaba que estaban felices jugando como hermanos y disfrutando de su juego. De repente el niño, toma un bate de plástico y hace como si fuera a pegarle con el mismo a la niña. Claro que yo noté que era sólo un juego. Pero la madre de los niños no lo tomó así. Inmediatamente y de una forma violenta y furiosa le grito al niño:
-"Vete ahora mismo a dentro" - el niño la miró atónito sin entender lo que había echo mal.

La madre lo agarro violentamente por un brazo, lo metió en la casa y sin ninguna compasión le torció fuertemente su oreja izquierda al tiempo que lo tiraba contra el sofá y lo obligaba a sentarse. Todos sabemos lo que duele que te toquen una oreja. Duele toda la parte externa, pero la que más duele es esa parte nuestra que no se ve. Nuestra alma llora.

No pude evitar pensar: ¿Qué está haciendo esta mujer con los sentimientos de amabilidad hacia el mismo que este niño tendrá para sí? ¿Cómo serán sus sentimientos hacia ella misma? ¿Se dará cuenta ella que esa forma de disciplinar a un hijo lo que hace es destruir las raíces del sentimiento que le dice que merece ser amado? ¿Se sentirá ella amada y aceptada por sí misma y los otros? ¿Cómo la misma madre que lleva en el vientre, amamanta y arrulla los primeros meses de la vida puede volverse tan dura con sus propios hijos a medida que crecen? ¿Sus padres habrán errado en esto con ella?

No olvidemos que muchas veces hay que romper un círculo vicioso que hace que sigamos con el mismo patrón que siguieron nuestros padres. Es importante que como mujeres reflexionemos a la hora de educar a nuestros hijos, sobre los propios sentimientos que tenemos hacia nosotras mismas, pues con esos sentimientos y problemas internos educaremos y fortaleceremos o no la personalidad de nuestros hijos. Es ahí donde reside la importancia de la auto-formación y cuando esta formación incluye a Dios para conocerlo y así poder amarlo mejor, el tema de la auto-estima se entiende de una forma ordenada, se entiende según el orden de la naturaleza y la gracia. La auto-estima no se entenderá como un merecimiento anclado en un individualismo desordenado, sino como un merecimiento anclado en la dignidad que nos da ser los seres más especiales de toda la creación.

Pensemos.
¿Hay recuerdos de maltrato durante la niñez en mi memoria? ¿He dejado por esto dejar de amar a mis padres? Creo que la mayoría de nosotros tiene una que otra herida, más sin embargo no dejamos de amar a nuestros padres, aunque a muchos sus acciones nos llevaron a sentir miedo por ellos en lugar de admiración y respeto. Nuestros padres tal vez no fueron conscientes de la enorme dignidad que hay en cada niño que nace, en cada persona y con amor, pero también con dosis de ignorancia inocente del que no sabe nos educaron. Pero tú y yo sabemos que los niños tienen la misma dignidad que tienes tú y que tengo yo, el mismo corazón que late en ti, late en ellos y son personas ávidas de dirección, de ejemplo, de conocimiento de lo que significa llegar a convertirse en un hombre o en una mujer. Por esto y porque tarde o temprano nos convertiremos en madres se hace necesario revisar en nuestro interior; ¿cómo son los sentimientos de merecimiento (sin ser egoísta) y eficacia (aceptando que todos tenemos límites) que tengo hacia mí? Recordemos que es de acuerdo a como nos sentimos acerca de nosotros mismos como educamos y formamos, coronamos o no nuestra naturaleza. No puedo separar lo que siento por mí, de lo que le voy a transmitir a mis hijos. Y si lo que siento por mí es frustración, inseguridades y qué sé yo cuantas cosas más, es precisamente lo que estaré cultivando en ellos.

Por eso plantéate las siguientes preguntas:
¿Cómo inspiro o inspiraré en mis hijos la admiración y el respeto ordenado hacia mí a través de mi conducta para con ellos? ¿La forma en que los corrijo o corregiré los invitará a pensar sobre sus actos? ¿Qué tanto doy ejemplo de lo que debe ser el dominio de mí misma ante ellos o ante las personas que están más cerca de mí? ¿Sé que el castigo daña la salud emocional, es un detonante para alimentar los sentimientos de culpa y destruye la idea de un sano auto-concepto? ¿Cómo afectaron mi autoestima estos castigos y que hago para superarlo? Además de apoyo psicológico, ¿he buscado el apoyo más importante?, es decir ¿He dejado que Dios juegue un papel clave para recobrar mi salud emocional y sentimientos de amabilidad hacia mí misma?

Autoestima y Dios.
Recuerda querida amiga que el único lugar donde el niño o niña aprenderán a sentirse verdaderamente especial es en el seno del hogar. Ahí si tú quieres la cultura de la auto-estima se levantará a partir de Dios como Creador y dador de nuestro valor infinito. Es en el hogar donde ella o él se formarán su primer auto-concepto y aprenderán a sentirse a gusto a cerca de sí mismos y sobre todo aprenderán a saber qué es eso que se llama "dignidad".

Cuando a un niño se le grita, se le desaprueba o se le maltrata con gritos no puede tener la vivencia de que vale y de que merece ser amado. Menos la tendrá si ignora que su valor proviene de Dios. Por eso tú, si eres una mujer cristiana comprometida la autoestima que tendrás y heredarás a tus hijos tendrá sus raíces en que conoces que tu valor y merecimiento radican en que eres una Hija de Dios y así lo trasmitirás. En la medida en que interiorices esta verdad y la vivas, en esa medida podrás heredarla a tus hijos para que caminen seguros por la vida. Para cerrar este artículo quisiera mencionar brevemente de que es importante de que te respetes siempre y respetes a tus hijos. Si los tienes o cuando los tengas, trátalos como a un semejante. ¿Significa que son iguales? No. Tú sabes más y tienes más experiencia de la vida que ellos. Tú tienes más responsabilidades pero los dos merecen o merecerán el mismo el mismo respeto.

Por esto es tan importante que si la educación en tus primeros años no fue lo que tenía que ser, te recobres y decidas que la educación en los primeros años de tus hijos sea diferente a partir de esa re-construcción de ti misma. Aspira a que brindarás: educación y disciplina llenas de amor, de acogida, de aceptación, de formación firme y flexible a la vez. Educación basada en el conocimiento y vivencia del amor de Dios en nuestras vidas. Nadie mejor que tú para decidirte a hacerlo con profunda reverencia consciente de que con cada acto estás dando Gloria a Dios.
Sheila Morataya-Fleishman

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