martes, 16 de diciembre de 2008

POR FAVOR... NO RECEN POR MÍ


Recuerdo en una ocasión que una chica joven se dirigió a mi parroquia. Deseaba apostatar.

La escuché. Intercambiamos algunas palabras. Vi que estaba muy convencida del paso que iba a dar y, al final, le dije:
· Espero que no te ofendas, pero pienso rezar por ti
Ella, muy educadamente, me contestó:
· Haga lo que le parezca
Y de eso se trata, de dejarme hacer lo que yo quiera. De respetar mi libertad de rezar por quien lo desee, al igual que yo respeté - como no podría ser de otro modo - su libertad para apostatar.

Pues esto que parece de sentido común no convence - si es verdad lo que se ha publicado en algunos medios - a ciertos hermanos evangélicos. Según se ha dicho, la viuda de uno de los fallecidos en Barajas - de religión evangélica - ha dirigido una carta al Cardenal Rouco Varela en la que manifiesta que consideraría una humillación y una ofensa el que se celebrara un funeral común, o actos, que incluyan un ritual a favor del alma del fallecido. Máxime cuando esa oración chocaría, según la carta, con los principios elementales de la fe evangélica. Por ello, no desean ser incluidos ni por activa ni por pasiva entre los destinatarios de una Misa a favor de su alma".

He de confesar que no salgo de mi asombro. Los católicos podemos rezar por quienes queramos; hasta por nuestros perseguidores. Más aun, debemos rezar por todos. Es verdad que un funeral se ofrece por los católicos que han fallecido o para consuelo de las familias católicas que han perdido a uno de los suyos - sea el difunto católico o no, si lo pide su familia - . Pero si hay una catástrofe pública es inexcusable no pedir por todos los muertos y por el consuelo de todos los familiares de los muertos. Poner condiciones sobre qué y sobre quién debemos rezar en una iglesia católica, es una clara intromisión en la libertad, no sólo religiosa, sino de culto. Baste con que no se mencione el nombre del difunto - ya que su familia no lo desea - . Pero de ahí a que el Cardenal salga a decir: Vamos a rezar por todos, excepto por este señorhay un abismo.

Me parece estupendo que los evangélicos, o quienes sean, celebren ceremonias religiosas pidiendo por sus muertos. Tienen todo el derecho. También me parece muy bien que inviten a las autoridades. Y éstas harían bien en asistir. Si no pudiesen hacer esto, se entendería la protesta. Pero no es el caso. Aun así no me imagino a un solo católico dirigiendo una carta a los dirigentes de las comunidades evangélicas instando a que no recen por los católicos difuntos.

Ni siquiera me imagino a un ateo haciendo lo mismo. A un ateo le dará igual - supongo - que recen o no por sus difuntos. E, incluso, cabe pensar que, aunque le parezca inútil, agradecerá el gesto. Bueno, pues, a un evangélico parece que esta muestra de solidaridad no sólo le parece inútil, sino que le ofende. Es obvio que, aunque no me guste, respeto su postura, pero no consigo entenderla. Y hablo desde el interior de la lógica de la fe, presuntamente compartida, al menos en muchos puntos. Luego se habla de ecumenismo”. Es duro reconocer que ultraje a otro cristiano lo que no molesta, en principio, ni a un apóstata.
Guillermo Juan Morado

Nota: En este loco mundo hay de todo. En dos ocasiones, dos párrocos de diferentes distritos de Lima, que no voy a decir sus nombres, prohibieron que mi grupo y yo fuéramos a rezar por los enfermos de su parroquia. Me acusaron, en uno de los casos, de estar haciendo una parroquia paralela, y en el otro caso, que si la gente quería que oren por ellos... deberían ir a la Iglesia. En los dos casos les dije que no podían prohibirnos rezar por los enfermos de cualquier lugar, sobre todo si ellos lo solicitaban... pero que aceptábamos con obediencia y humildad el mandato del representante de la Iglesia. Además, que nosotros llegábamos a donde ellos no iban. Eso se llama celos”, y para remate "celos infundados". En una de esas parroquias visitamos 350 casas en un año, a veces hasta tres casas por día. Enviamos a la gente por la que orábamos a dar gracias a Dios a la Iglesia (al poco tiempo la Iglesia se llenó - antes sólo iban cuatro gatos -), muchos se bautizaron, confirmaron y otros se casaron; hasta yo mismo fuí padrino de muchos de ellos; promovimos el rezo del Santo Rosario en pequeños grupos de barrio entre mayores y niños en diferentes casas, etc.

Pero… para estos representantes de la Iglesia, estábamos mal. A veces me pregunto: ¿A quién debo hacer caso, a Dios o a su Iglesia? Y me respondo: En este mundo tenemos que hacer caso a la Iglesia, sino cada uno haría lo que le da la gana, y alguien tiene que poner orden. A veces justos pagan por pecadores. Sé de casos de sacerdotes que han sido suspendidos de sus funciones sin una razón profunda ni telógica, por hacerle caso a Dios. ¿No les parece raro? Algunos nacen sacerdotes y otros estudian para serlo…. me quedo con los primeros.
José Miguel Pajares Clausen

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