Una actriz porno encontró a Dios tras una vida de drogas, prostitución e intentos de suicidio
Brittini, o Jenna Preysler.
En 2010, la revista Maxim la catalogó como una de las actrices porno más importantes del año. Y, efectivamente, Brittini -o Jenna Preysler, como se hacía llamar profesionalmente- parecía tenerlo todo y gozar de mucha popularidad en el triste mundo del cine para adultos. Pero lo que casi nadie se imaginaba era que justamente ese año, Brittini comenzó a dar un cambio radical en su vida; un giro inesperado que la condujo a la fe de sus abuelos y a una vida auténticamente feliz.
LOS INICIOS DE UNA CARRERA EXITOSA
Los primeros pasos en la industria del porno se dieron en épocas muy tempranas de su vida. Concretamente, a los 18 años, mientras frecuentaba el Santa Barbara City College en California. Ya antes había empezado a frecuentar los clubes de strippers. Y tal vez por eso, cuando dos hombres se le acercaron y le preguntaron si quería trabajar en "películas románticas", le pareció algo no sólo lógico, sino necesario. Filmó su primera película porno en Los Angeles ese mismo fin de semana.
«Me sentí muy amada ese día -comenta Brittini-. Me arreglaron el pelo, me maquillaron, me dijeron que era hermosa y que sería una estrella». Y todo esto contrastaba con lo que había vivido en casa hasta el momento: una madre muy agresiva verbalmente y un padre pasivo. «La oficina envió mis fotografías a una agencia de adultos... y el resto es historia».
Los productores le animaron a trabajar duro en la primera fase de su carrera, dada su apariencia fresca y juvenil, que la hacía parecer mucho más joven de lo que realmente era. La hacían vestirse con coletas y vestidos de colegiala. En el fondo, todo esto le disgustaba, pero no le impedía trabajar más de 60 días seguidos, sin descanso, grabando hasta dos o tres escenas diarias: «No sabía cómo decir no».
LANZADA A LA FAMA
Y fue entonces cuando el éxito tocó a su puerta. En 2006 ganó el segundo lugar en el concurso Jenna´s American Sex Star, conducido por la célebre actriz porno Jenna Jameson y eso le lanzó a la fama. Rodó cientos de películas -según sus palabras- y ganó varios premios en la industria.
No obstante, pronto las consecuencias salieron a flote. Empezó a notarse cansada, como si estuviera drenada por dentro: «Era como un robot o como una muñeca Barbie de caucho. No tenía sentimientos», relata Brittini. Debajo de la segura actriz porno, detrás de esa cara de diablilla, se libraba una batalla en búsqueda de una paz interior que le carcomía el alma.
SE REFUGIÓ EN EL ALCOHOL Y EN LAS DROGAS
Su travesía comenzó. Primero se refugió en el alcohol y las drogas -cocaína y heroína- para «adormecer mi dolor, para poder sobrevivir». Como esto no le dio resultado, pasó a métodos más severos: se hizo cortes en el cuerpo e incluso intentó suicidarse varias veces.
«Pasé muchas noches solitarias mientras me cortaba las muñecas. Me gastaba toda mi paga en drogas», comenta una emocionada Brittini.
«YA ME CANSÉ DE ESTO. VEN A BUSCARME»
Y en medio de esta espiral de autodestrucción, Jenna Preysler comenzó a acordarse de la Brittini que fue y de su familia. Concretamente, recordó a sus abuelos. Cansada de probar de todo, llamó desesperada a su abuela pidiendo ayuda: «Te necesito, abuelita. Ya me cansé de esto. Ven a buscarme». Y regresó a casa.
Durante su estancia con sus abuelos, empezó a frecuentar la iglesia y a leer la Biblia. Devoró el libro del Génesis. Incluso se animó a tener alguna cita con un joven que conoció en la iglesia.
Pero la Brittini que empezaba a salir a flote no quería dejar atrás del todo a la Jenna Preysler del cine porno. Tras un triste incidente en el que su novio fue asesinado delante de ella su creciente fe volvió a descarrilarse. Huyó.
«Comencé de nuevo a tomar drogas y llegaron una vez más los intentos de suicidio». Cansada, decidió tocar la puerta una vez más y comenzó a salir con un amigo de su difunto novio. Tristemente, el joven era un lobo con piel de oveja. Al principio, le invitó a dejar las drogas y a leer más la Biblia, pero «terminó siendo un chulo y me condujo de nuevo a la industria del cine para adultos».
VIVIENDO ENTRE DOS MUNDOS; UN ENCUENTRO
Queriendo tranquilizar su conciencia, Brittini intentó vivir al mismo tiempo los dos mundos que ahora conocía. Por un lado, hablaba de su fe a sus compañeros o en algunos de los talk shows; pero, por otro lado, siguió filmando escenas porno durante dos años más.
Cuando algunos le criticaban esta contradicción en su vida, ella les recordaba el modo como Jesús trató a María Magdalena y les citaba algunos pasajes en los que se recriminaba el juzgar a los demás. Pero, en el fondo de su corazón, ella misma lo admitía: «Era un desastre. El demonio me quería de nuevo dentro de la industria, pero Dios no dejaba de tirarme fuera. El demonio tenía una estrategia, pero Dios tenía un plan». Y ese plan se realizó, curiosamente, en el momento y lugar menos esperado.
«JESÚS AMA A LAS ESTRELLAS PORNO»
En una convención porno, encontró un stand de la XXXChurch, un grupo cristiano que envía parte de su staff a esas convenciones para acercar ese mundo a Dios. Entre varias estrategias, regalan Biblias y objetos con el lema impreso «Jesús ama a las estrellas porno». Brittini se quedó impresionada con todo eso y se acercó a ver.
Ahí conoció a Rachel Collins, una joven que le dio la bienvenida con una gran sonrisa: «Trajo café, Biblias y brillo para los labios. Todo ella transpiraba amor y bondad. Había un resplandor alrededor de ella».
Ese encuentro le dio las fuerzas para abandonar definitivamente la industria. En noviembre del 2012 rodó su última escena de sexo. Y por fin, después de siete angustiosos años, Jenna Preysler volvió a ser Brittini.
«HAY VIDA DESPUÉS DEL PORNO»
Dispuesta a no volver la vista atrás, la vida de Brittini parece desarrollarse con normalidad. Encontró trabajo en una empresa de limusinas y recibe un sueldo normal. En ocasiones va a visitar a Rachel Collins y recuerda con gratitud, junto a ella, ese maravilloso primer encuentro. Así lo dijo en una carta dirigida a la XXXChurch, que luego leyó en su video testimonial para ese grupo:
«No sé si ella es consciente del impacto que causó en mí. Siempre fue amable y nunca me juzgó; eso ayudó. Nunca había sentido amor en mi vida y siempre lo busqué en los lugares equivocados. Por eso fue increíble poder hablar con una mujer tan bella como Rachel que fue capaz de decirme que yo era su favorita y con la que pude tener una charla normal y no de porno. Por favor, díganle que le doy las gracias desde el fondo de mi corazón».
Otro paso importante en su vida fue que logró reconciliarse con sus padres, con quienes tiene ahora una relación maravillosa y a los que acompaña regularmente a la iglesia. Después de todo, es consciente de Quién es el que le ha llevado hasta aquí:
«Veo con esperanza el poder despertarme cada mañana. Hay vida después del porno. Hay vida después de las drogas y la prostitución. Dios está vivo y trabaja. Dios está en la industria de los milagros. Por fin, he encontrado el amor incondicional de Dios y ya nunca daré marcha atrás».
Juan Antonio Ruiz LC / ReL
jueves, 1 de agosto de 2013
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