"A Simón, que proclama su fe: «Tu eres el Cristo», Jesús responde afirmando la identidad de Simón: «Tu eres piedra» y en esta identidad se comprende su misión. También a nosotros, si proclamamos nuestra fe, Jesús responde ofreciéndonos un nombre y una misión. Escuchémosle...".
Este 29 de Junio celebraremos una de las solemnidades más antiguas del año litúrgico San Pedro y San Pablo, considerados por nuestra Iglesia Católica Romana como las dos primeras columnas, no solo de la primitiva comunidad Cristiana de Roma, sino de la Iglesia universal.
Esta solemnidad nos permite contemplar la estrecha amistad establecida entre Jesucristo y estos dos hombres elegidos para misiones muy importantes: “San Pedro, escogido por Jesús desde el comienzo de su vida pública, la "piedra" sobre la que Cristo fundó su Iglesia; san Pablo, llamado después de su Resurrección y la Ascensión, el "instrumento elegido" para llevar el Evangelio a los gentiles”. Caminando por senderos distintos hacia el Señor, unieron las comunidades judía y pagana en la única Iglesia fundada por Cristo.
Las fiestas de San Pedro y San Pablo se celebran en un mismo día porque ambos, después de haber santificado a Roma con su presencia y predicación, allí mismo padecieron el martirio y son sus gloriosos protectores. Ambos fueron fieles a su vocación y nos invitan también a nosotros a ser valientes en nuestro testimonio de fe. No murieron juntos, Pedro fue mártir del circo de la colina del Vaticano en tiempos de Nerón; Pablo, un poco más tarde en la Vía Ostiense camino del mar.
Esta fiesta nos lleva a meditar sobre la identidad, tema fundamental en la vida humana. Fue un tema importante para Jesús así como para Pedro y Pablo, y lo es también para cada uno de nosotros. Prestemos atención a la elección de palabras en las dos preguntas que Jesús hace a sus Apóstoles en el Evangelio. Se trata de preguntas muy directas: «Y ustedes, ¿qué dicen? Para ustedes, ¿quién soy yo?» La primera pregunta no es: «¿Qué creen ustedes?» o «¿Creen en mí?». No, es más bien «¿Qué dicen ustedes?». No es suficiente una adhesión interior, es necesario «decir», proclamar su fe. Los apóstoles - como miles de cristianos de las primeras generaciones cristianas murieron no por haber creído, sino por haber « dicho», por haber proclamado abiertamente su fe. La segunda pregunta no es simplemente «¿Quién soy yo?» o «¿Quién piensan ustedes que soy yo?» sino más bien «Para ustedes, ¿quién soy yo?».
Jesús nos hace estas dos preguntas a cada uno de nosotros. Es nuestra fe una simple adhesión del espíritu a verdades abstractas o la expresamos a través de nuestra vida como a través de las palabras: «¿Qué decimos de Jesús?» .Pero la segunda pregunta es aún más importante: «Quién es Jesús para nosotros»; es decir, qué representa Él en nuestra vida diaria.
Hoy en la festividad de San Pedro y San Pablo demos gracias al Señor por su Santidad Benedicto XVI y oremos por él. Recordemos que el ministerio que ejerce el Papa, es en último término un ministerio de amor, un “amoris officium”, como dice san Agustín. Y si el amor es el móvil que impulsa al Papa cuando se preocupa por las necesidades pastorales de la Iglesia, respondamos con el mismo comportamiento amoroso. Renovemos nuestra adhesión incondicional al vicario de Cristo sobre la tierra, el Papa. Traduzcamos nuestro amor por el santo Padre en obras. Se trata de seguir no sólo sus órdenes, sino de escuchar y llevar adelante también sus deseos.
Jesús te ama
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