Benjamín Franklin, el famoso inventor del pararrayo, quería mucho a los niños. Y cuando andaba por la calle los niños lo rodeaban y le hacían preguntas. Un día un niño le hizo ésta:
"Señor Franklin, usted que es tan sabio. ¿Me sabe decir dónde se puede ver a Dios?".
El se sonrío ante la sencillez del niño, pero no quiso decepcionarlo y le dijo:
"Si quieres ver a Dios, procura mirar el sol de frente".
Lo intentó el niño, pero inmediatamente tuvo que taparse los ojos con las manos porque el sol lo deslumbraba.
“Ya vez, dijo Franklin, no puedes mirar el sol de frente. ¿Cómo vas a poder ver a Dios?”
Frente a la luz divina, la inteligencia humana es como el ojo de la lechuza ante la luz del sol: queda deslumbrada.
Aristóteles.
"Señor Franklin, usted que es tan sabio. ¿Me sabe decir dónde se puede ver a Dios?".
El se sonrío ante la sencillez del niño, pero no quiso decepcionarlo y le dijo:
"Si quieres ver a Dios, procura mirar el sol de frente".
Lo intentó el niño, pero inmediatamente tuvo que taparse los ojos con las manos porque el sol lo deslumbraba.
“Ya vez, dijo Franklin, no puedes mirar el sol de frente. ¿Cómo vas a poder ver a Dios?”
Frente a la luz divina, la inteligencia humana es como el ojo de la lechuza ante la luz del sol: queda deslumbrada.
Aristóteles.
2 comentarios:
Ésta de aqui me gustó mucho =)
Saludos Pepito! =P
Sé lo que te gusta... antes que envies tu comentario yo ya lo estoy esperando.
Bendiciones.
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