domingo, 1 de diciembre de 2013

LAICO O SACERDOTE...

¿DIOS ES SACERDOTE O ES LAICO? I


En agosto de 2009, escribí dos posts acerca de esta cuestión. Y me gustaría en el post de hoy, añadir algunas consideraciones, porque la contestación que di en su momento, aunque correcta, me parece mejorable. Antes de nada y por si a alguien le interesa, aquí están los links a esos posts:

http://blogdelpadrefortea.blogspot.com.es/2009/07/dios-es-laico-o-sacerdote.html

http://blogdelpadrefortea.blogspot.com.es/2009/08/dios-es-laico-ii.html

Hoy sólo os dejo la cuestión planteada. Pensadla. Mañana os doy mi opinión.

¿DIOS ES LAICO O SACERDOTE? II

Por supuesto que, en sentido estricto, en el sentido de la Carta a los Hebreos, no es sacerdote. Porque sacerdote es el que ofrece sacrificios. Pero el sacrificio es sólo un medio de adoración. Por eso, yendo a la esencia del asunto, Dios es el Adorador Supremo en el sentido de que todo lo hace para su propia gloria. De ahí que en mi opinión, Dios (y no sólo el Hijo Encarnado) es sacerdote. Dios se da gloria a sí mismo. La glorificación de Dios consiste en su SER. El ser de Dios es el acto de alabanza más grande hacia sí mismo.

Dios no es soberbio, porque no pretende glorificarse a sí mismo como lo haría un ególatra. Dios no hace cosas para decirse a sí mismo presuntuosamente: qué grande soy. No. Su gloria consiste en la conjugación en un eterno presente de indicativo del verbo SER.

Dios se glorifica a sí mismo, sin pretenderlo, simplemente siendo. Y no lo pretende desviadamente, porque Él es la Humildad Infinita. Pero por muy humilde que sea, no puede evitar el ser. Y su mismo ser es su misma gloria. De hecho, sería más adecuado escribir ser con mayúscula SER en todas sus letras. Porque su SER es distinto al ser de cualquier otro existente.

Comprendiendo esto, entendemos que su espíritu es profundamente sacerdotal. Casi diríamos, si hablamos en términos humanos, que Dios tiene hacia sí mismo tiene un respeto sacerdotal. Nadie es tan consciente como Él mismo de su propia santidad. En este sentido, podríamos decir que Dios es el espíritu sacerdotal por antonomasia.

P. FORTEA

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