La vocación es un deseo que nos desea, una meta que se convierte en pasos.
Lo que deseas te desea. Es el nombre de un libro escrito por Debra Jones, esposa, madre y propietaria de un negocio multimillonario. No lo he leído. Pero me parece que el título del libro es totalmente cierto cuando de llegar a lograr los sueños que cada uno tiene se trata.
Cada uno nace para hacer o concretar algo en el mundo indudablemente. Hay personas que nacen para ser maestros, otros para ser médicos, hay quienes nacen para ser artistas, tantos otros para barrer las calles y recoger la basura, muchos otros se convierten en mecánicos, empresarios, o bibliotecarios. En fin, creo que no terminaría de nombrar las diferentes profesiones que existen en el mundo. Llegar a convertirse en lo que se es profesionalmente sin lugar a dudas proviene de una iluminación, de algo que se vio, descubrió e impactó la vida quizá de niño o tal vez siendo muy joven. Ese algo se llama vocación.
Recuerdo que yo tenía 13 años cuando supe que quería convertirme en una experta en desarrollo personal. Todo comenzó por la preocupación que mis padres sentían ante mi timidez y mi poca habilidad para abrirme con las personas.
Lo que hizo que me matricularan en una academia de desarrollo personal llamada Pigmalión que era muy reconocida por sus clases en buenos modales, arreglo personal y proyección de la seguridad en uno mismo. Al conocer a mi maestra, ésta me deslumbró con su presencia, carisma y con la seguridad que proyectaba al hablar y enseñarnos todo sobre el arte de aprender a tener seguridad en uno mismo. Ese fue el acontecimiento que me descubrió la profesión que quería llegar a tener costara lo que me costara. Me veía ayudando a jóvenes y adultos a lograr una maestría en habilidades para la vida, cosa que ninguna universidad te enseña. Así fue como a los 13 años desee convertirme en una experta en desarrollo personal. Con los años no me queda la menor duda que aquella profesión que deseaba tener de niña era lo que estaba destinada a ser.
Ahora que soy madre me doy cuenta de la importancia que tiene el ir guiando a nuestros hijos en esa búsqueda que los llevará a elegir su profesión para la vida. Sobre todo como madre o padre es importante estar atentos a la personalidad de nuestro hijo, preguntas como, ¿cuál será la mejor profesión para un hijo introvertido y cómo ayudarlo a descubrir su vocación? o ¿esta hija tan extrovertida llegará a ser presidenta? ¿Cómo asegurarme que la(o) estoy orientando bien? Sobre todo es muy importante estar atento a la manifestación de cada hijo en torno a aquellas cosas que le gustan desde su más tierna infancia. Si el hijo tiene oído musical, ¿qué tal inscribirlo en unas clases de piano?; si a la hija le gusta maquillar y peinar a sus amigas, ¿por qué no pensar en ponerla en clases de estilo y maquillaje en el verano? Todas las profesiones tienen una verdadera belleza escondida y cada una ayuda al hombre o mujer que eligen esta o aquella profesión a ser creativos de su propia vida. La verdad es que la profesión que cada uno desea seguir para realizar su proyecto de vida, te desea. Todo lo que se necesita es la convicción de la persona misma de haber nacido para aquello que se ha elegido.
Por supuesto que el apoyo de los padres es muy importante, pues como hijos siempre o casi siempre hacemos las cosas motivados por la aprobación de nuestros padres. En mi caso particular, siempre tuve unos padres que creyeron en mí. El camino ha sido largo, algunas veces lleno de piedras, rocas inmensas, otras me he encontrado frente a una gran montaña y como ser humano he dudado si podré llegar a la cima. Y es que no todos podemos triunfar a lo Ricki Martin o Shakira, pues no todos hemos nacido para ser ese tipo de triunfadores.
Sin embargo todos sí podemos triunfar al estilo único e irrepetible de cada uno. Si sueñas con llegar a ser ingeniero, si sueñas con ser terapista de lenguaje, si sueñas con ser un gran arquitecto o trabajadora social, lo importante es que creas en ti y en tu capacidad para lograr lo que deseas.
“Pasos que sean metas y metas que sean pasos”, me repetía mi papá cada vez que yo lograba una meta. Ahora y después de algunos años de empujar las puertas de la radio para que se me diera la oportunidad de hacer un programa de desarrollo personal, “El Show de Sheila” pasa todos los días en una radioemisora de Los Ángeles mientras sigo trabajando para llegar a mi más alta meta. Estoy segura que tú puedes decir lo mismo de ti misma si en este momento estás haciendo aquello que de niña soñabas. ¿Lo ves? Tu sueño, te desea.
Sheila Morataya-Fleishman
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