miércoles, 4 de septiembre de 2013

...ORACION DE SANACION

LOS PASOS DE UNA ORACION DE SANACION

No siempre resulta fácil entrar en una dinámica de oración para sanar heridas que tenemos en nuestro interior. Siempre que no haya experiencia y práctica, necesitamos que alguien nos ayude, que nos dé ciertas pautas para desarrollar adecuadamente la oración de sanación. Y ello vale tanto para las personas que dirigen la oración como para uno mismo.

Por este motivo creemos bueno copiar "Los pasos de una oración de sanación" del P. Víctor Manuel Fernández en su libro "Sanar un amor herido".

"Para llegar al perdón profundo y a la sanación, normalmente hay que seguir un proceso. A continuación veremos los pasos de ese proceso. Pero esto no significa que en todos los casos éste sea el orden más conveniente, ya que la sanación no funciona como una operación matemática. Todos los seres son distintos y hay que evitar establecer las leyes absolutas, como suelen hacer algunos "falsos maestros" que dicen: "Si no hace esto no se sanará". No podemos encasillar a Dios en nuestros esquemas y en nuestras experiencias, ni podemos pretender que todas las personas se ajusten a nuestros moldes.

Para algunas personas es más clave uno de los momentos de este proceso de sanación, y para otra persona es más importante otro de los pasos. Incluso, podría repetirse alguno de los pasos porque se descubre que se logró una mayor apertura para profundizarlo más. Por ejemplo: luego del perdón al hermano se puede volver al perdón a sí mismo, porque había un sentimiento de inferioridad por no haber recibido amor de otra persona. Luego de haber perdonado a esa persona, se puede lograr con más sinceridad el perdón a sí mismo, la autoaceptación.

De todos modos, vamos a proponer un posible orden en la oración de sanación, que podría ser útil en la generalidad de los casos:

a. Invocar insistentemente al Espíritu Santo.

Además, intentar liberarse de las distracciones y centrarse en el Señor. Distender el cuerpo. Puede ser bueno respirar profundo varias veces, y también cantar algo agradable. Permitir así poco a poco que el Espíritu Santo vaya tomando posesión de todo nuestro ser y ore en nosotros.

b. Recordar cosas que nos ayuden a reconocer el amor de Dios.

Experimentar que el propio ser está sostenido porque Dios lo crea a cada instante por amor, que Dios ama mi existencia y por eso estoy vivo. Recordar que él me ama así como soy, porque soy obra suya y él me planeó así desde toda la eternidad. Pero quiere que yo logre ser más feliz.

Recordar los textos bíblicos que hablan sobre el amor de Dios. Cantar, para lograr al menos mínimamente gozar del amor de Dios.

c. Descubrirse "reconocido " por Dios.

Para hablar con otro hay que saber que el otro está atento a lo que le digo, que me mira, que tiene interés en escucharme, que no está distraído ni lejano. De otro modo sería como hablar con una pared o como hablar con uno mismo, no con él.

Por eso, si quiero de verdad hacer una oración de sanación y no simplemente una terapia psicológica o una técnica superficial, tengo que disponerme a orar, a dialogar con otro, con Dios. Pero para lograrlo, primero tengo que sentirme descubierto, reconocido por él, que me ama, que me mira con amor y respeto. Cuando María Magdalena fue al sepulcro, vio a Cristo resucitado, pero no lo reconoció hasta que Cristo le dijo: "¡María!". Es decir, cuando se sintió reconocida. Lo mismo sucede en nuestra oración. Lo primero es entrar en la presencia del Señor que nos conoce y nos reconoce, que está atento a nuestras palabras. Sólo así podemos reconocerlo nosotros a él y dialogar.

d. Dialogar sinceramente y de corazón.

Si queremos tener un verdadero diálogo de amigos con Dios, eso me exige tratarlo como amigo: con absoluta sinceridad. Pretender ocultarle algo de lo que llevamos dentro es una ilusión. Por lo tanto, una señal de confianza es decirle sinceramente lo que sentimos hacia él. Porque aunque sabemos que él es puro amor y que no hace daño, nosotros podemos "sentirnos" defraudados por él, que nos abandonó, que no se preocupa de nosotros. Pero hay que decírselo en oración tal como lo tenemos dentro. Así descargamos nuestro interior revuelto, sabiendo que a él no lo dañamos, y le damos la oportunidad, con nuestra sinceridad, de convencernos de su amor. Con nuestra sinceridad le damos la posibilidad de dialogar con nosotros, de "seducir" nuestro interior y atraernos hacia él. Sólo así es posible reconciliarnos y recuperar la paz con él.

e. Y si hemos podido discutir con Dios, también tenemos que llegar a 'perdonarlo ".

Toda reconciliación culmina cuando podemos decir con todo el corazón: "Yo te quiero", "yo te perdono". Por eso, también en esta oración, tenemos que lograr decir sinceramente a Dios: "Yo te perdono".

Sabemos con nuestro intelecto que él no es culpable, pero no somos sólo intelecto. Nuestros sentimientos a veces lo sienten culpable. Por eso, tenemos que destruir esos sentimientos negativos, y desde los sentimientos decir a Dios: "yo te perdono", y abrazarlo espiritualmente con un beso de reconciliación.

También cabe aquí pedirle perdón por haberlo culpado injustamente y no haber dado lugar a su amor.

f. Perdón a sí mismo

Luego de reconciliar nuestros sentimientos con Dios, tenemos la base para poder aceptarnos y perdonarnos a nosotros mismos.

Recordamos una vez más el amor del Señor, nos imaginamos abrazados por Cristo con toda su ternura, y nos decimos a nosotros mismos: "Juan (tu nombre), yo te acepto así como eres, porque tu ser es obra del Señor; y yo te perdono por no haber sido perfecto, por no haber sido siempre bueno, y especialmente por (mencionar algo que nos lleva a culparnos a nosotros mismos); y con el amor de Jesús te quiero".

Abrazarme con ternura a mí mismo sabiendo que a través de ese abrazo Cristo mismo me acepta y me da su amor.

g. Perdón al otro

Ahora trato de perdonar uno por uno a los que me desilusionaron o me hicieron daño.

Pido a Cristo la gracia de querer perdonar y de amarlos con su amor.

Es útil recordar las motivaciones que tenemos para perdonar.

Cuando me sienta dispuesto, hago en voz alta la oración de perdón, imaginando el rostro de la persona, diciendo su nombre, y diciendo qué es lo que le perdono. Es importante agregar que lo libero de tener que sufrir por lo que me hizo y que acepto compartir con él la felicidad del cielo, y decir todo esto a Jesús como una respuesta al amor que él me dio en la cruz.

Finalmente, expresar este perdón orando por esa persona y pensando algún gesto de amor que podré hacer para que se dé cuenta de que no le guardo rencor.

Si se trata de una persona que no acepta darme un amor que yo le reclamo, es importante darle un abrazo imaginario, lleno de cariño, y decirle que lo libero de tener que darme su amor. Si no puedo hacerlo, no se trata aquí de una falta de perdón, sino de liberarme de una obsesión afectiva, cosa que no podemos tratar aquí, pero puede indicar que no hemos abierto el corazón sinceramente al amor de Dios. Él ha estado llamando a mi puerta para llenarme de su amor y llenar mis huecos afectivos, pero ese lugar está ocupado por una obsesión afectiva que no quiero abandonar y el Señor no entra en los lugares que no le permitimos ocupar."

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