martes, 24 de septiembre de 2013

AMAR AL ENEMIGO...

AMAR AL ENEMIGO, ACTITUD NUEVA

Yo les digo a ustedes que me escuchan: amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan. Al que te golpea en una mejilla, preséntale también la otra. (…) Traten a los demás como quieren que ellos les traten a ustedes. Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? (Lc 6, 27-32)

El cristianismo presenta una novedad en tanto al amor al enemigo. El mismo Cristo hace esta distinción cuando explica su doctrina y quiere dejar en claro que ser un verdadero hijo del Padre implica una actitud digna del Padre, toda llena de caridad, pero no de una caridad ingenua.

Cristo enseña que el verdadero hijo de Dios debe tener la intención de parecerse lo más posible al Padre, y esto se alcanza con la práctica de las virtudes que nos permitan llegar a ser parecidos a Dios. Por ejemplo, si nos queremos parecer a alguna amigo, imitaremos sus acciones y sus hechos. De modo semejante, si queremos parecernos a Dios, imitaremos sus acciones dentro de los límites de nuestra humanidad.

Los Evangelios dejan en claro que el amor al enemigo como prójimo es una novedad. El mismo Jesús lo deja en claro: “Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial. (Mt 5, 43-48)

Cristo nos presenta al Dios de la misericordia pero que no olvida su justicia. Si bien El Dios de Cristo es justo y misericordioso el planteamiento principal de estos pasajes no trata de la vida de Dios, sino de las actitudes que debe tomar el hombre para acercarse a Él. En este marco surge el amor al enemigo como un reflejo de la perfección del Padre del cual esperamos ser hijos en el Hijo.

Los primeros textos de las comunidades cristianas hacen patente esta actitud. Por ejemplo, La Didaché (didajé que en griego significa enseñanza), que es un texto del Siglo I o II después de Cristo, deja en claro que el cristiano que desea parecerse a Cristo está invitado a amar a su enemigo. No olvidemos que, en el fondo, el amor es el deseo del bien. Si los cristianos son los hijos del Bien, entonces, porque son buenos o cercanos al Bien, tienen la voluntad de acercar al Bien a los otros.

Los cristianos, como hijos del Bien, procuran ser buenos y perfectos. Y de este modo desean que sus enemigos conozcan el bien. Los cristianos están llamados a amar a los enemigos no sólo por perfección propia, sino por el verdadero deseo del bien del enemigo. Esa es la verdadera perfección a que está invitado. En ella está la plenitud (Didaché 1)

Bendecid a los que os maldicen y rogad por vuestros enemigos, y ayunad por los que os persiguen. Porque ¿qué gracia hay en que améis a los que os aman? ¿No hacen esto también los gentiles? Vosotros amad a los que os odian, y no tengáis enemigos.

Gabriel González Nares

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