martes, 10 de septiembre de 2013

UNA PLAZA CON MILES...

UNA PLAZA CON MILES DE PERSONAS Y UN HECHO IMPRESIONANTE

Hoy he leído en un libro del admirado Padre Royo Marín OP, esta anécdota que para no copiarla, la he tomado de catholic.net:

Se cuenta de San Vicente Pallotti que un día el santo sacerdote acompañaba al suplicio a un asesino del peor género, que rehusaba obstinadamente arrepentirse, se mofaba de Dios y blasfemaba hasta en el cadalso. El P. Palotti había agotado ya todos lo medios de conversión: estaba en el tablado al lado de aquel miserable; bañado de lágrimas el rostro, se había echado a sus pies, suplicándole que aceptase el perdón de sus crímenes, mostrándole el anchuroso abismo en que iba a caer. A todo esto, el criminal había respondido con un insulto y una blasfemia, y su cabeza acababa de caer al golpe de la fatal cuchilla. En la exaltación de su fe, de su dolor e indignación, y también para que aquel horrible escándalo se trocase para la muchedumbre de los asistentes en saludable lección, el piadoso eclesiástico se levanta, toma por los cabellos la ensangrentada cabeza del ajusticiado y presentándola a la multitud: ¡Mirad!, exclamó con voz atronadora; ¡mirad bien!; ¡he aquí la cara de un condenado!

Hasta aquí el texto tomado de Catholic.net. Os cuento la anecdota por lo impresionante que es, no porque yo crea que ese condenado esté en el infierno. Nadie lo sabe. Pero el episodio debió dejar literalmente con un nudo en la garganta a las miles de personas allí congregadas. Sólo imaginar la escena resulta estremecedor.

PUBLICADO POR PADRE FORTEA

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