martes, 24 de abril de 2007

HAY QUE RESUCITAR. Resucitar espiritualmente, Cristo no quedó en la cruz, ni quedó en un sepulcro.


Cristo no quedó en la cruz, ni quedó en un sepulcro. Al tercer día resucitó, venciendo a la muerte para siempre. Pero Él quisiera que los hombres, todos, por quienes dio su vida, vivieran eternamente como resucitados.

¿Qué significa morir?, ¿Qué significa resucitar? Hoy lo voy a explicar mediante una carta de una muchacha que resucitó espiritualmente en uno de esos retiros o ejercicios espirituales que se suelen hacer durante la cuaresma.

Aquí la tenemos:

Al salir de aquí, me voy con una profunda paz espiritual, cosa que realmente me hacia falta, creo que será inolvidable esta experiencia pues Dios me llegó en el preciso momento y he vuelto a creer en Él. Doy gracias a Dios porque es bueno y misericordioso, porque he aprendido en dos días, lo que no había podido aprender en 17 años de vida que tengo. Espero no volver a ser la chica que era antes y creo haberlo logrado. Doy gracias al Señor porque me ha hecho ver que estaba en la basura, y me ha dado la mano y ayudado a levantar y volver a empezar a vivir. Comenzaré una nueva vida, yo se qué me va a costar, me voy a tropezar con miles de obstáculos, me voy a enfrentar nuevamente a un ambiente horrible, pero lucharé por salir a flote. Me siento feliz de haber vuelto a creer, de estar al comienzo del buen camino nuevamente.

La otra carta comienza así:

Antes de ir a aquel retiro, mi vida era horrible, la estaba llevando en tal forma que era en verdad de dar tristeza. Era una muchacha con solo 16 años, y ya sin alegrías ni ilusiones, ya decepcionada de la vida. Pero era obvio, llegó el día en que me sentí asqueada de todo y empecé a sentir un vacío enorme. Algo me hacia falta. Pensé que ese vacío lo llenarían mis amigas, las fiestas, conocer chicos nuevos. Acababa de terminar con mi novio. Y así lo hice: salía mucho, conocí miles de chicos, pero yo, seguía igual. Antes los estudios me llenaban bastante, pero en esos momentos ni el estudio llenó aquel vacío tan horrible. Era desesperante, nada me gustaba. Llego el día en que Dios me llegó directamente, porque decir que nunca me había buscado, sería una mentira. Me insistió y mucho, pero yo preferí vivir mi vida sin ÉL. Pero como decía, me habló, me hizo ver directamente que ahora tenía de nuevo los dos mismos caminos que antes ya había tenido: con Él o sin Él. Obviamente esta vez lo escogí a Él. Fui a hablar con el padre que dirigía el retiro, y después de insistirle mucho, me dejó ir. Fue el día de mi cumpleaños, es por eso que yo digo que nací a los 17 años. ¡Que día!, increíble, volví a nacer, pero con la conciencia de que tenía mucho que hacer. Y así empezó mi cielo, que hasta ahora sigo viviendo y nadie ha podido convertirlo en un infierno. Es algo maravilloso, porque desde que fui todo es diferente. Cristo me ha dado un ideal por el cual vivir. Antes estudiaba por un MB, ahora estudio por Él; antes me reía pero por tonterías, ahora porque sé que cuento con Él; antes era una chica responsable pero sólo ante mi misma, ahora lo soy ante Dios, ante los demás, ante Cristo. Antes lloraba y ahora también lloro; antes por falta de Cristo y ahora por que lo adoro, es decir de felicidad. Claro, he tenido problemas, pero con Cristo todo lo he podido solucionar. Ahora hasta los problemas los veo como una bendición, porque he aprendido a exigirme. No sé cómo explicarme, sólo me sale decir que es extraordinario: para mi Dios lo es todo, y si a mi me dijeran déjalo, preferiría morirme en ese momento, ya que sin El me perdería, no sabría que hacer, perdería a Cristo y mi felicidad. ¿Por quién lucharía entonces? ¿Por mi? ¿Para qué?

Esta es una de las lecciones más grandes que he recibido de alguien. Verdaderamente me estremecí por ser esta chica una adolescente, de la cual según los adultos creemos que no saben lo que quieren. Resucitar espiritualmente es algo tan real como la alegría de vivir, de ser feliz como un niño. Es tener una razón para existir, para sufrir, para amar eternamente.

UNA HERMOSA HISTORIA (Divina Providencia)


Sucedió en Indiana, USA, en Setiembre de 1960.
Desperté una mañana con seis bebes hambrientos y sólo 75 centavos en mi bolsa. Su papá se había ido. Los niños tenían de tres meses a siete años. Su papá nunca había sido más que una presencia que ellos temían. Cuando oían rechinar las llantas en la grava suelta del camino a casa, corrían a esconderse debajo de sus camas. Lo que sí hacía era dejarme 15 dólares semanales para hacer el mercado. Ahora que había decidido marcharse, ya no había golpizas pero, comida tampoco. Si había algún sistema de Bienestar Social por parte del Gobierno en el sur de Indiana, yo nunca supe nada al respecto.

Bañé a mis hijos, vistiéndolos con la mejor ropa hecha en casa que parecía nueva, los subí al viejo Chevy año 51 y me fui a buscar trabajo. Mis seis hijos y yo fuimos a todas las fábricas, tiendas y restaurantes que había en nuestro pequeño pueblo. No tuvimos suerte. Los niños se mantenían encaramados en el carro e intentaban mantenerse callados mientras yo intentaba convencer a quien fuera que me pusiera atención, que yo estaba dispuesta a aprender o hacer lo que fuera… tenía que tener un empleo. Aún así, no hubo suerte. El último lugar al que fuimos, a unas cuantas millas del pueblo, fue un restaurante (paradero terminal) llamado La Gran Rueda.

Una señora, ya mayor llamada Granny, era la dueña y se asomó por la ventana y vio a todos esos niños en el carro. Ella necesitaba a alguien que trabajara de noche, desde las 11 de la noche hasta las 7 de la mañana… pagaba 65 centavos por hora y podría empezar esa noche.

Me fui apresuradamente a casa y llamé a la niñera, convenciéndola de ir a dormir a mi casa por 1 dólar la noche. Ella podría dormir en el sofá. Esto le pareció un buen trato y aceptó.

Esa noche, cuando los pequeños y yo nos arrodillamos a orar, le dimos gracias a Dios por el trabajo y así empecé a trabajar en La Gran Rueda. Cuando regresé a casa en la mañana, desperté a la niñera y la envié a su casa con su dólar, que era la mitad de mis propinas de toda la noche. Al pasar las semanas se sentía ya el invierno y las cuentas de calefacción aumentaban el pesar de los gastos, que con tan poco ingreso teníamos que soportar.

Las llantas del viejo Chevy, cada vez más mostraban el paso del tiempo tomando la apariencia de ser globos mal inflados. Yo debía llenar de aire las llantas antes de ir al trabajo y al regresar a casa. Una nublada mañana, al acercarme cansada hacia mi carro en el estacionamiento, encontré en mi carro cuatro llantas nuevas esperándome ahí. ¿Habían venido Ángeles del Cielo a vivir a Indiana? Tuve que hacer un trato con el mecánico del pueblo para que le pusiera las llantas nuevas a mi viejo carro. Recuerdo que tardé mucho más tiempo en limpiar sus sucias oficinas que lo que él tardó en poner las llantas nuevas.

Estaba ya trabajando 6 noches por semana en lugar de 5 y aún así no era suficiente. Se acercaba la Navidad y sabía que no habría dinero para comprar juguetes para los niños. Encontré un tarro de pintura y empecé a pintar algunos viejos juguetes, y los escondí en el sótano para que hubiera juguetes en la mañana de Navidad. La ropa de los niños también estaba muy desgastada. Los pantalones tenían parches sobre parches y ya pronto no servirían para nada.

La noche antes de Navidad entraron los clientes de siempre al restaurante a tomar café. Eran camioneros y policías de camino. Habían algunos músicos que había tocado más temprano aún ahí jugando con las maquinitas. Los de siempre estaban ahí sentados platicando hasta la madrugada. Cuando llegó la hora de irme a casa a las 7 de la mañana, corrí hacia el carro para tratar de llegar antes que despertaran los niños y ponerles los juguetes que había arreglado bajo un árbol que habíamos improvisado. Aún estaba oscuro y no se veía mucho, pero noté que había una sombra en la parte trasera del carro. Algo era seguro… había algo ahí.

Cuando llegué al carro me asomé por la ventana lateral. Mi boca se abrió con gran asombro. Mi viejo Chevy estaba lleno de cajas hasta arriba. Rápidamente abrí la puerta y una de las cajas. Adentro había pantalones de la talla del 2 al 10. En la otra había camisas para los pantalones. También había dulces, fruta y muchos comestibles en bolsas. Había gelatinas, pudines, pasteles y galletas. Habían artículos para el aseo de mi casa. Había 5 camioncitos y una hermosa muñeca.

Mientras manejaba por las calles vacías hacia mi casa, vi salir el sol de Navidad más increíble de mi vida. Lloraba de incredulidad y gratitud. Nunca olvidaré la alegría en las caritas de mis pequeños en esa mañana. Sí, si hubo Ángeles en Indiana esa mañana hace muchos diciembres… y todos eran clientes de La Gran Rueda. Era EL PODER DE LA ORACIÓN. Yo creo que Dios sólo da tres respuestas a las oraciones. 1.”. 2. “Todavía no”. 3. “He pensado en algo mejor para ti.

Reflexión: Podrás estar pasando por momentos difíciles en este momento, pero Dios se está preparando para bendecirte de una forma que tú ni siquiera puedes empezar a imaginar. El poder de la oración es poderoso, y la oración es uno de los mejores regalos que podemos recibir. No tiene ningún costo pero sí muchas recompensas. Continuemos orando los unos por los otros.

martes, 17 de abril de 2007

VIRTUALISMO INSENSATO


Entré apresurado y con mucha hambre en el restaurante.
Escogí una mesa bien lejos del movimiento porque quería aprovechar los pocos minutos que disponía en aquel día para comer y corregir algunos errores de programación en un sistema que estaba desarrollando, además de planear mi viaje de vacaciones, cosa que hace mucho tiempo no tengo.

Pedí un filete de salmón con alcaparras en mantequilla, una ensalada y un sumo de naranja. A fin de cuentas hambre es hambre, pero régimen es régimen, ¿no es verdad?

Abrí mi PC portátil y me asustó aquella voz bajita detrás de mí:
· "Señor… ¿no tiene unas moneditas?"
· "No tengo, muchacho"
· "Sólo una monedita para comprar pan"
· "Está bien, yo compro un pan para ti"

Para variar, mi casilla de entrada está llena de e-mail. Quedé distraído al ver poesías, lindas presentaciones, riendo con los chistes malos…
· "
Señor pida margarina y queso para ponerle al pan"
Percibo en esos momentos que el niño se había quedado ahí.
·"Ok. Voy a pedir, pero después me dejas trabajar, estoy muy ocupado, ¿?"

Llega mi almuerzo y con él mi malestar. Hago el pedido, y el mozo me pregunta si quiero que saque al niño. Mi conciencia me impide decir que sí. Digo que todo está bien. Que lo deje quedarse. Que traiga pan y un almuerzo decente para él.

Entonces se sentó frente a mí y preguntó:
·"Señor… ¿qué está haciendo?"
·"Leo unos e-mail"
·"
¿Qué son e-mail?"
·"Son mensajes electrónicos mandados por personas a través de Internet, (sabía que él no iba a entender nada, pero quería liberarme de sus preguntas). Es como si fuera una carta, sólo que por Internet"
·"
Señor… ¿Usted tiene Internet?"
·"Tengo, , es esencial en el mundo de hoy"
·"
¿Qué es Internet?"
·"Es un lugar en el ordenador, donde podemos ver y oír muchas cosas, noticias, música, conocer personas, escribir, soñar, trabajar, aprender. Tiene de todo en el mundo virtual"
·"¿Qué es virtual?"
Resolví dar una explicación simplificada, sabiendo con certeza que él poco iba a entender y me dejaría comer, sin culpas.
·"Virtual es algo que imaginamos, algo que no podemos tocar, apañar, pegar ahí soñamos con un montón de cosas que nos gustaría hacer. Creamos nuestras fantasías, transformamos el mundo en casi como quisiéramos que fuera"
·"
¡Que bueno! ¡Eso me gusta!"
·"Niño, ¿entendiste el significado de la palabra virtual?"
·"
, Señor. También yo vivo en ese mundo virtual"
·"¿Tienes computadora?" - exclamé yo.
·"
No, pero mi mundo es vivido de es manera virtual. Mi madre está todo el día afuera y llega muy tarde, casi no la veo, mientras yo cuido a mi hermano más pequeño que vive llorando, con hambre y entonces yo le doy agua para que crea que es sopa. Mi hermana más grande sale todo el día también, dice que va a vender su cuerpo, pero no entiendo, porque ella vuelve siempre con el cuerpo. Mi padre está en la cárcel hace mucho, pero yo me imagino siempre a nuestra familia toda junta en casa, mucha comida, muchos juguetes en Navidad, y yo estudiando en la escuela para ser médico algún día. Eso es virtual… ¿no señor?"

Cerré mi PC… pero no a tiempo como para impedir que mis lágrimas cayeran sobre el teclado. Esperé que el niño terminase literalmente de devorar su plato. Pagué, y le di el dinero excedente… me retribuyó con una de las más bellas sonrisas que haya recibido en mi vida y con un:
-“Gracias señor, usted es muy simpático.

¡Ahí en ese instante, tuve la mayor prueba del Virtualismo Insensato en que vivimos todos los días, mientras la realidad cruel nos rodea de verdad y hacemos de cuenta que no la percibimos!

SOBERBIA… MAL DE MUCHOS


Me pasó en una de mis visitas a los enfermos.
Fui contactado por la esposa de un amigo Diácono de mi Parroquia para orar por dos personas enfermas: una anciana con cáncer que cuidaba a una señora en silla de ruedas. Esta última tenía un mal desde pequeña que había hecho que las plantas de sus pies parecieran manos. Esa pobre mujer nunca iba a poder caminar.

Ambas vivían en un pequeño espacio de 4x4, dentro de un corralón que servía de cochera donde habían levantado, con pedazos de cartón, unas paredes y el techo. En el interior había un camarote (la anciana arriba y la otra abajo), un par de sillas maltrechas, la cocina y otras cositas.

Luego de varias visitas, la menor me contó parte de su vida. Venía de una familia pudiente que no quiso saber de ella desde que se involucró con un alcohólico. Este la abandonó luego de quitarle todo lo que pudo y ella fue amparada por la anciana con cáncer que, en esa época, era allegada de la familia (hacía trabajos esporádicos de limpieza, etc.).

En una de mis últimas visitas me contaron que el dueño del corralón, un día que llegó borracho, les quiso cobrar por el espacio inmundo donde vivían, y que al no poder pagar los cincuenta soles que les cobraba, las insultó y quiso abusar sexualmente de la minusválida.

En esa época yo conocía a la alcaldesa del distrito donde vivían. Le conté el caso y me ofreció enviar a una asistenta social para comprobar el estado en que vivian estas personas. No pasó ni una semana y me llama la asistenta social para decirme que las había visitado y había conseguido, en un albergue a cargo de la Municipalidad, una habitación, comida, lavandería (todo gratis) y libertad para salir y entrar cuando ellas lo desearan… En otras palabras, no iban a necesitar nada.

La asistenta social llegó con la buena noticia donde el par de mujeres y se llevó una gran desilusión. La menor le dijo que ellas no necesitaban caridad; que ella venía de una familia muy adinerada y que lo que querían era dinero para alquilar un departamento, comida y vestidos.
Me llamó la asistenta social y me contó lo sucedido, a lo que yo respondí:
-Estas señoras lo que necesitan es un manicomio. Perdóneme por haberle hecho perder su tiempo. Gracias y no vuelva más donde estas señoras que tienen como bandera su soberbia.
Creo que mi amiga, la alcaldesa, comprendió mi dilema. Pero ¿con qué cara le vuelvo a pedir un favor? Debí haberme dado cuenta de que la soberbia las envolvía.

¿Qué será de ellas?, no sé. Que Dios las ayude de alguna forma, porque, en este mundo, no creo que exista alguien que les quiera dar una mano.
José Miguel Pajares Clausen

martes, 10 de abril de 2007

EL PERDON I - EL PESO DEL RENCOR

El tema del día era el resentimiento, y el maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico.
Ya en clase, elegimos una papa por cada persona a la que guardábamos resentimiento. Escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa. Algunas de ellas eran realmente pesadas. El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros, a todos lados, esa bolsa de papas.

Naturalmente, la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio que acarrea esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y cómo, mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado, desatendía cosas que eran más importantes para mí.

Todos tenemos papas pudriéndose en nuestra "mochila sentimental". Este ejercicio fue una gran metáfora del precio que pagaba a diario por mantener el resentimiento por algo que ya había pasado y no podía cambiarse. Me di cuenta que, cuando me llenaba de resentimiento, aumentaba mi estrés, no dormía bien y mi atención se dispersaba.

Perdonar y dejarlas ir me llenó de paz y calma, alimentando mi espíritu. La falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario, a gotas, pero que, finalmente, nos termina envenenando.

Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro, sin darnos cuenta de que los únicos beneficiados somos nosotros mismos.

-El perdón es una expresión de amor.
-El perdón nos libera de ataduras que nos amarga el alma y el cuerpo.

No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes. Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causan dolor o enojo.

La falta de perdón te ata a las personas con el resentimiento. Te tiene encadenado. La falta de perdón es el veneno más destructivo para el espíritu, ya que neutraliza los recursos emocionales que tienes.

El perdón es una declaración que puedes y debes renovar a diario. Muchas veces la persona más importante a la que tienes que perdonar es a ti mismo por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas.

"La declaración del perdón es la clave para liberarte".

¿Con qué personas estás resentido? ¿A quiénes no puedes perdonar? ¿Eres tú infalible y por eso no puedes perdonar los errores ajenos?

Perdona para que puedas ser perdonado. Recuerda que con la vara que mides, serás medido...

"Aligera tu carga y estarás más libre para moverte hacia tus objetivos".

martes, 3 de abril de 2007

SOLO ALCANZAREMOS EL CIELO POR MEDIO DE LA PENITENCIA

Sólo nos resta, para la mayoría de los hombres, alcanzar el cielo por medio de la Penitencia.
Actualmente la Tierra está llena de corrupción, pues se han violado las leyes, quebrantado los preceptos y roto las alianzas que deberían durar eternamente. Se practica la iniquidad, la calumnia, la mentira y la perfidia; y apenas se haya uno que otro que obre el bien.

Este es el mundo de hoy: un egoísmo galopante que alcanza todos los niveles; donde el hermano pone asechanza a su hermano, los padres abandonan a sus hijos, el esposo a su esposa y la esposa al esposo; donde ya no hay lazos de unión sino violencia, traición y murmuración. Donde los odios se acumulan, las reconciliaciones escasean y no existe más el amor auténtico al prójimo por amor a Dios. Los hombres se aniquilan unos a otros; sus reuniones, en cualquier circunstancia, se han convertido en ocasión de pecado y de ofensa grande a Dios; y la virtud está prácticamente ausente en la mayoría de los hombres.

Donde el fraude, el abuso y la injusticia están presentes entre los pueblos y las sociedades; donde las diversiones públicas son escuelas de inmoralidad, perversión, pornografía y las más depravadas costumbres. Donde la guerra se ha convertido en institución permanente, terrorismo, muerte, hambruna, abortos, etc. Donde el siglo XX y XXI son ejemplos de verdadero horror que ha excedido en demasía a la Ninive pecadora. Donde los gobiernos son prácticamente todos corruptos. Y la Iglesia ya no es más ejemplo de santidad y justicia, sino institución divino-humana atacada en su centro por el demonio que ha oscurecido la fe, matado la esperanza y enfriado la caridad. Donde ya no se predica el amor de Dios ni la necesidad de hacer oración, ni de mortificar los sentidos, ni de acudir a la gracia divina ni a la búsqueda de la santidad.

Donde los ricos se olvidan del autor de su prosperidad y los grandes se consideran suficientes a sí mismos y claman que no necesitan de Dios. Todo se ha convertido en placer, comodidad, poder, tener, acumular riquezas, y que ha llevado al hombre verdaderamente a recorrer en su vida el ancho sendero que lleva a la condenación eterna. Esta es la realidad que hay en el mundo completo.

Por todo esto, no queda más que hacer penitencia. Pero la pregunta es ¿dónde están los penitentes, quién hace penitencia hoy en día? ¿Qué cosa es ser un penitente?

Un penitente - decía en otro tiempo Tertuliano - es un fiel que en todos los instantes de su vida tiene presente la desgracia en que incurrió de perder y olvidarse en otro tiempo de su Dios; que tiene continuamente a la vista su pecado; que en todas partes haya imágenes tristes que se lo representan; un penitente es un hombre encargado de los intereses de la justicia de Dios contra sí mismo; que se priva de los más inocentes placeres, porque se permitió en otros tiempos los pecaminosos; que goza de los necesarios con pena; que mira a su cuerpo como a un enemigo a quien tiene necesidad de debilitar, como a un rebelde a quien necesita castigar. Un penitente no ve en la pérdida de sus bienes o su salud más que la privación de unos favores de que ha abusado; en los contratiempos que le suceden, la pena de su culpa; en los dolores que le atormentan, el principio de los castigos que ha merecido; y en las calamidades públicas que afligen a su prójimo, contempla que acaso son castigo de sus delitos particulares. Esto es un penitente (1).

Finalmente, es claro que, para poder salvarse, es necesario vivir conforme a la Ley de Dios.
Por eso, se salvarán aquellos:

Qué viven en el mundo, pero no viven como el mundo. ¿Quién podrá salvarse?Aquella mujer cristiana que, encerrada en el recinto de sus obligaciones domésticas, cría a sus hijos en la fe y en la piedad; que deja al Señor el cuidado de su suerte; que no divide su corazón sino entre Jesucristo y su esposo; que no se sienta en los congresos de la vanidad y no tiene por ley las locas costumbres del mundo, sino que las corrige con la Ley de Dios, y da estimación a la virtud por su clase y con su ejemplo. Se salvará el fiel que en la relajación de estos últimos tiempos procura imitar las primeras costumbres de los cristianos; que no ha recibido su alma en vano, sino que, aún en medio de los peligros del mundo, se aplica continuamente a purificarla; el justo que no jura fraudulentamente a su prójimo, ni debe el aumento inocente de su fortuna a unos medios dudosos; el generoso, que llena de beneficios al enemigo que ha querido perderle; el sincero, que no sacrifica la verdad a un vil interés; el caritativo, que de su casa y poder hace asilo para su prójimo; de su persona, consuelo para los afligidos; y de sus riquezas, alivio para los pobres; el que es sufrido en los trabajos, cristiano en las injurias y penitente aún en la prosperidad (2).


(1) BAUTISTA MASSILLON, Juan. El Corto Número de los Elegidos. México, Ed. Tradición, 1974, p. 14.
(2) Ibidem. p. 37.