miércoles, 31 de mayo de 2017

LA PERSEVERANCIA, UN DON ESPECIAL


A veces se viene como un cansancio, una flojera, como una desgana espiritual y entonces tenemos que pedir este don.

Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
"El que persevera alcanza".


De nada nos sirve empezar con mucho afán algo que queremos lograr si no tenemos perseverancia. La mitad de los anhelos en nuestra vida se nos quedan en eso, en anhelos, en deseos, en sueños no realizados... y si analizamos bien el por qué no se hicieron realidad fue porque nos faltó perseverancia.

La perseverancia es la firmeza y constancia en la ejecución de los propósitos y en las resoluciones del ánimo. Cuanta cosa emprendemos en la vida tienen que tener perseverancia pues sin ella, todo lo emprendido se irá diluyendo como agua en nuestras manos, como humo en el azul del cielo. El ánimo resuelto ante una cosa que emprendemos y la voluntad firme nos llevará al éxito.

Cuando fracasamos no solemos reconocer que generalmente fueron la falta de esos factores, tan importantes y necesarios, lo que hizo que no llegáramos a obtener los resultados que esperábamos. Siempre encontramos otras causas para "echarle la culpa" a nuestras derrotas, a nuestras frustraciones. Nada podemos lograr sin disciplina y perseverancia, en lo físico, en lo intelectual como en lo espiritual. Nadie logrará tener un cuerpo bien modelado o poderosamente musculoso sin hacer ejercicio día con día, no le va a bastar correr y sudar, o pasarse todo un día en el gimnasio si es tan solo por una sola vez.

No le va a bastar al que quiere cultivar su mente leer todo un día cuanto libro tenga a su alcance si no lo vuelve a repetir, si no impone una vida de constante lectura y estudio y no adelantaremos en nuestra vida espiritual sin tan solo nos dejamos llevar por arrebatos místicos, con promesas a Dios de rezar más, de amar más a nuestro prójimo y tener una vida más apegada a los sacramentos, de ir más a la iglesia si todo esto es como "llamarada de petate", como algo que empezamos con mucho ímpetu y ardor y enseguida nos cansamos y pronto olvidamos todo ese entusiasmo porque eso cuesta, porque nos está pidiendo un gran esfuerzo, porque esos proyectos nos piden disciplina y perseverancia.

En el aspecto espiritual tal vez haya personas que al mirar su vida pasada encuentren una trayectoria directa con Dios a pesar de las caídas y miserias naturales de la debilidad humana, pero... ¿y la perseverancia final?

A veces con los años se viene como un cansancio, como una flojera, como una desgana espiritual. Ya no hay el ardor juvenil, se fueron los días en que el alma ponía en juego toda su fuerza para los sacrificios y la voluntad estaba al servicio de la fogosidad del espíritu para agradar a Dios. Es el momento del peligro. Peligro de abandonar el estar en pie de lucha.

El enemigo, el demonio ha esperado mucho tiempo, muchos años ese momento, este atardecer de nuestra vida, este estado de pereza espiritual. Ha esperado y ya saborea su triunfo al vernos flaquear, al ver nuestra tibieza, como poco a poco vamos dejando a un lado el sentido de nuestra fe y llenándonos de dudas acabamos por permanecer indolentes a todo lo referente a nuestra vida espiritual.

Ante esta circunstancia, pidamos como un don especial, que acompañe hasta nuestro último día la perseverancia final.

POR QUÉ DEBEMOS ORAR POR NUESTROS SACERDOTES


Los católicos, el pueblo de Dios, debemos orar y hacer sacrificios intensamente por nuestros Sacerdotes, por su seguridad y su santificación.

Por: Eduardo del Valle Conde | Fuente: Catholic.net
Jesús, el Hijo de Dios instituyo el sacerdocio “la misma noche que fue entregado” en la última cena con sus Apóstoles. Desde el principio de su vida pública, Nuestro Señor Jesucristo anunció a sus Apóstoles que los llamaba para un ministerio muy especial, pues de pescadores de peces, los convertiría en "pescadores de hombres" (Mt.4,1 g). "Llamó a los que Él quiso y vinieron donde El. Instituyó doce para que estuvieran con El para enviarlos a predicar" (Mc.3, 13-14)

En la última cena, Jesús les da el poder de transubstanciar el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre cuando les dice: "Haced esto en memoria mía" (Lc.22,1 g) Así, con esas palabras les da poder para ofrecer por la salvación del mundo el sacrificio de Su Cuerpo y Su Sangre, como Él mismo lo acababa de hacer y es en ese momento que instituye el Sacramento del sacerdocio.

Después de resucitar, otorga a sus Apóstoles la misión de perdonar los pecados: "Como el Padre me envió, así también yo os envío. Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados, a quienes se los retengáis, les quedan retenidos" (Jn.20, 21-22) así instituye el Sacramento de la Reconciliación, en este ministerio se da algo grandioso: los Sacerdotes se vuelven algo así como nuestros confidentes y por consiguiente su orientación nos permite tranquilidad y claridad en nuestro actuar.

También el Señor da a los Sacerdotes la potestad y la tarea de enseñar, de bautizar y guiar a sus “ovejas” al expresarles: "A mí se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra, id pues y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado" (Mt.28, 18-20).

La misión del sacerdocio fue más firmemente dada por Jesús a los Apóstoles cuando les dice: “Les aseguro: todo lo que aten en la tierra, será atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra, será desatado en el cielo” (Mt. 18, 18).

Jesús confiere a los Apóstoles el sacerdocio, que no queda limitado a ellos si no que habría de extenderse a todo el mundo y por siempre “hasta el fin del mundo”: "He aquí que yo estaré con vosotros, todos los días, hasta la consumación de los siglos" (Mt.28, 20)
 Esta misión divina del sacerdocio tenía que perdurar a través del tiempo y así lo hicieron los Apóstoles por medio de la imposición de las manos a otros discípulos como es hasta nuestros días, cuando el Obispo impone las manos y pronuncia la Oración Consecratoria (Oración de Consagración) a los seminaristas que han concluido su formación, al ordenarlos Sacerdotes, quienes por vocación y llamado del mismo Dios han aceptado servirlo y dedicarse a colaborar a la salvación eterna de las almas. San Pablo, el llamado “Apóstol por excelencia”, no era de los Doce pero fue incorporado al orden apostólico sacerdotal por la imposición de manos.

Es claro que el trabajo y los frutos del Sacerdote no terminan en este mundo sino que son eternos porque participan en la salvación de sus hermanas y hermanos, por lo que este “trabajo” es el más grande aquí en la tierra porque, como ya se ha dicho, los Sacerdotes tienen el poder de convertir el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo así como el de perdonar los pecados.

La vocación al sacerdocio lleva consigo el celibato. La obligación del celibato no es por exigencia de la naturaleza del sacerdocio, sino por ley eclesiástica. La Iglesia Católica quiere a sus sacerdotes célibes para que puedan dedicarse completamente al bien de las almas sin las limitaciones de tiempo ni las preocupaciones que conlleva la atención y responsabilidad de una familia. La Iglesia quiere que los hombres que tengan la aspiración al sacerdocio acepten libremente el celibato por amor a Dios y no por exigencia o imposición.

Pero sobre todo, el celibato tiene un principio teológico: Cristo fue célibe y el Sacerdote  es “alter Christus”, es decir “otro Cristo”. El amor de Jesucristo es universal, es para todas y todos sin los exclusivismos propios del amor matrimonial, así debe ser el amor del Sacerdote por su rebaño.

Los Sacerdotes religiosos que pertenecen a una congregación, Franciscanos, Salesianos, etc. hacen votos de pobreza, obediencia y castidad (celibato) y los Sacerdotes diocesanos, además de los tres votos anteriores  prometen obediencia al Obispo de su diócesis.

Los Sacerdotes, como seres humanos que son y principalmente por ser ungidos de Dios, es decir “otros Cristos”, son sometidos frecuentemente, en la época que nos ha tocado vivir, a agresiones de todo tipo y a grandes tentaciones que pretenden separarlos de la gran misión a la que Dios les ha llamado y  encomendado.

QUEDA CLARO QUE UN SACERDOTE ES UN HOMBRE QUE HA RENUNCIADO A TODO POR SEGUIR A CRISTO Y SERVIR A LA HUMANIDAD, POR LO QUE MERECE NUESTRA VENERACIÓN, RESPETO, COMPRENSIÓN, APOYO, ACOMPAÑAMIENTO, AMOR, RECIBIR NUESTRO AGRADECIMIENTO Y PRINCIPALMENTE REQUIERE DE NUESTRA ORACIÓN.

Los católicos, el pueblo de Dios, debemos orar y hacer sacrificios intensamente por nuestros Sacerdotes, por su seguridad y su santificación, es algo muy necesario y conveniente para la humanidad ya que en la medida en tengamos Sacerdotes santos, en esa medida tendremos la guía para que la sociedad se desarrolle teniendo como fundamento los principios evangélicos, valores y virtudes cristianas que nos permitirán lograr la salvación eterna de nuestra alma y conducirnos en esta vida con ética, moral y justicia para alcanzar la equidad social ante las desigualdades evidentes que lastiman a México.

También debemos orar y pedir a Dios Nuestro Señor para que haya más vocaciones al sacerdocio, necesitamos muchos Sacerdotes santos porque mientras más Sacerdotes tengamos, más ovejas del pueblo de Dios tendrán la bendición y presencia de JESÚS EUCARISTÍA, también tenemos que implorar a la Madre de Dios Santa María de Guadalupe, su intercesión por la Santificación de sus hijos los Sacerdotes, que los cubra maternalmente con su manto para que los libre de todas las asechanzas del demonio y del mundo.

No caigamos en el error de pensar que los Sacerdotes, por el hecho de serlo, no necesitan que  oremos por ellos, es por eso que nosotros los laicos, el pueblo de Dios, debemos orar intensamente por nuestros Sacerdotes, nuestros pastores, pidamos a Dios por ellos para que los preserve de todo mal e insidia y principalmente para que los haga santos,

EL NOMBRE DE DIOS


El nombre nos dice la naturaleza, la esencia, la historia de aquel que es designado con él.

Por: Frank Morera | Fuente: Capsulas de Verdad
En el pensamiento Judío, el nombre no es una designación arbitraria o un grupo de sonidos. El nombre nos dice la naturaleza, la esencia, la historia de aquel que es designado con él.

En Éxodo 3, 13-22 Moisés es el primero que pregunta el nombre de DIOS. No pregunta cómo lo debe llamar, sino ¿cómo te llamas? ¿Cuál es tu esencia? Y DIOS le responde: Soy el Eterno.

Cuando en el judaísmo se habla de Chilul Hashem, "la profanación del nombre de DIOS", no es un daño a la forma de pronunciar el Nombre, es un daño a la reputación del Ser, por eso los judíos están llamados al "Kidush Hashem" o a "Santificar el nombre" al igual que todo Cristiano.

LOS NOMBRES DE DIOS

Algunos Cristianos expresan el concepto del DIOS de Israel sin nombre en contraste con los dioses paganos que sí tenían nombre. Falso, el judaísmo reconoce el nombre de DIOS, o mejor dicho "los Nombres de DIOS", por tanto así lo hace el catolicismo.

El nombre más importante de DIOS es el que lleva las cuatro letras o el Tetagrama, que son las siguientes letras equivalentes en el español: YHVH, en Hebreo Yod-Heh-Vav-Heh. De aquí proviene la confusión con el nombre de Jehová, que no es correcto. Este nombre de Dios en hebreo, YHVH, es sólo la pronunciación de las cuatro consonantes, sin las vocales correspondientes. En español el equivalente más apropiado sería YAVEH.
 
Las raíces hebreas de estas letras son He-Yod-Heh, o sea "el SER" y reflejan la esencia de que DIOS es Eterno. Este nombre se utiliza en las escrituras para discutir la relación de DIOS con el hombre, este nombre se reduce a veces a YHA, YAHU o YEHO.

Este nombre se pronunció hasta el año 586 A.C. o sea hasta la destrucción del primer templo, y se pronunciaba con las vocales correspondientes.

Ya para el siglo tercero antes de JESÚS la pronunciación se había sustituido por ADONAI o ADONAI ELOHIM (SEÑOR DIOS).

Más tarde ADONAI se cambió por HASHEM o el SHEMA arameo que quiere decir "El Nombre".
En realidad ¿qué oyó Moisés frente a la Zarza Ardiente? Moisés oyó "EHEYEH-ASHER-EHEYEH", ("YO SOY EL QUE SOY"), lo cual es más una explicación que un nombre.

Otros consideran que el Tetagrama viene de "YAWEH=ASHER-YIHWEH" que significa "Él le da vida a lo que existe".

El primer nombre que se le da a DIOS en las escrituras es ELOHIM, que es un nombre masculino plural. Este nombre se utiliza para enfatizar el poder de DIOS. En el Génesis se le llama ELOHIM-YAVE, y después de la creación se le llama solo ELOHIM. Variaciones de este nombre son EL ELOAH, ELOHAI (Mi DIOS) y ELOHAYNU (Nuestro DIOS).

También a DIOS se le conoce como EL SHADAI, que significa EL ALTÍSIMO, algunos piensan que viene de "Shomer Daltot Yisrael" (Guardián de las Puertas de Israel), o creen que puede venir de "Aquel que dice Dai!" "Dai" quiere decir suficiente. La Mishna (la colección de tradiciones judías) dice que el universo se expandió hasta que DIOS dijo DAI!.

Otro nombre es YAVEH SABAOT, (DIOS de los Ejércitos). Este no aparece en la Torah, sino en los libros proféticos.

ADONAI

ADONAI, ADONAI-EL RAHUM VE-HANNUN, ("EL SEÑOR DIOS MISERICORDIOSO Y GENEROSO") (Exodo 34, 6-7). Esta fórmula que según la tradición rabínica fue revelada por el mismo Dios a Moisés contiene los trece atributos de DIOS y es efectiva para obtener el perdón Divino. Se utilizaba en las siguientes oraciones:
1. El día del Selihot o en YonKipur precedido por la frase "El Melekh YOSHEV ADONAI el Rahum ve-hannun".
2. Antes de remover la Torah del Arca el día del Rosh Ha-shana.
3. Durante una plegaria en caso de emergencia.

OTROS NOMBRES DE DIOS

CREADOR DEL CIELO Y LA TIERRA (Génesis 14, 19-22)
CREADOR DE ISRAEL (Isaías 43,15)
EL MÁS SANTO (Isaías 43, 15)
EL SANTO DE ISRAEL (Isaías 1,4)
PASTOR DE ISRAEL (Salmo 80,2)
LA ROCA (Deuteronomio 32,4)
REY DE REYES (Isaías 41,2)

EL, es el más antiguo posiblemente y designa la divinidad en lengua semítica. Se cree que significa "Ser fuerte", va acompañado con otras palabras como "EL-HAI" o "DIOS Viviente", EL-HASHAMAIN o "DIOS del cielo", "ELYON", que significa "Altísimo" y "QUADOSH" el "Santo".

SU PROHIBICION

Esta prohibición se enfatiza en el Talmud (comentario sobre la tradición judía o Misdra), y consiste en no pronunciar y no escribir el nombre de Dios. Esta prohibición de pronunciamiento se aplica solo al Tetragrama que sólo podía ser pronunciado por el Sumo Sacerdote el día de la Expiación y dentro del Santo de los Santos.

La prohibición de describirlo viene del hecho de que cuando un pueblo conquistaba a otro lo primero que hacía era borrar o desacrar el nombre del DIOS local y los Rabinos no querían ni la posibilidad de que esto ocurriera, pues no era el nombre lo que iban a profanar, sino la esencia de DIOS. La prohibición acaparaba a los siguientes nombres: EL EIOHIM, YHVH, ADONAI, SABAOT.

NOMBRES RABINICOS DE DIOS


Los rabinos de Israel le dieron nombres adicionales a DIOS, muchas veces basados en sus atributos. El más común es HA-KADOSH BARUKH HU, "El Santo, Bendito sea su Nombre" (el más utilizado hoy en día). Otro nombre es RIBBONO SHEL OLAM, "Soberano del Universo", utilizado como súplica o introducción a la plegaria. Otro nombre: HA-MAKOM, o "El Lugar". HA RAMAHAM, "el Misericordioso", es utilizado en la liturgia, sobre todo para dar gracias en las comidas, también AVINU SHE-BA-SHAMAYIN, o "Nuestro Padre del Cielo". SHALOM, "Paz". ANI o “yo".

EL ENEMIGO


QUIÉN ES EL ENEMIGO – CREACIÓN ESPIRITUAL
En el principio Dios existía en su Gloria rodeado por los ángeles, espíritus puros creados como una emanación de su Presencia. Existía uno que estaba adornado con atributos especiales y brillaba por encima de los demás, su nombre era Lucifer, que quiere decir lleno de luz o portador de luz (Ezequiel 31:3-11) (Ezequiel 28:13-19)

Dios le anunció a los ángeles que iba a crear en el orden del tiempo criaturas quienes también participarían en su Reino, y que también él iba a participar de la naturaleza humana en la carne para ser su Amo y para liberarles de la maldad.

Lucifer en su orgullo desafió la Voluntad Divina y junto con una tercera parte de todos los ángeles desaprobó la creación del hombre, rehusando darle adoración a Dios en forma humana y a la Mujer que tendría el privilegio de ser exaltada por encima de toda la raza humana volviéndose su Madre y la Reina de toda la creación. (La Virgen María)

Una gran batalla espiritual comenzó entre aquellos ángeles fieles a Dios, guiados por El Arcángel Miguel, quienes en humildad sintieron vergüenza por el desafío de Lucifer y comenzaron a adorar a Dios diciendo “¿Quién puede ser como Dios?”

Lucifer fue arrojado del Cielo como relámpago (Ezequiel 28:17) (Lucas 10:18), y recibió su castigo volviéndose el monarca de la oscuridad por haberse opuesto a Dios quien es Luz. (Isaías 14:12-15)

Dios permitió que la creación humana existiera al lado de los ángeles de la oscuridad para poder ponernos a la prueba y de cierta manera para llenar en el Cielo los puestos vacantes de los ángeles reprobados por aquellos seres humanos que consiguen la Salvación Eterna.

El nombre Satanás quiere decir obstáculo, también se conoce en Hebreo como Abadón, en Griego como Apolión que quiere decir destructor. Otros nombres que se le dan son príncipe de la oscuridad, adversario, acusador, engañador, dragón, mentiroso, leviatán, asesino, serpiente, atormentador y dios de este mundo.

En la batalla final de los ángeles como está revelado en el Apocalipsis, San Miguel Arcángel derrotará a Satanás para siempre, quien será arrojado al lago eterno de fuego con todos sus ángeles malignos y sus seguidores.

Como seres humanos nuestra pelea con estos espíritus es muy desigual puesto que nosotros caemos fácilmente en el pecado y automáticamente ya le damos territorio al enemigo. Para poder luchar contra él, tenemos que ser gente de Dios, vencerle primero personalmente como lo hizo Jesús en el desierto y después junto con el resto de la Iglesia luchar espiritualmente a través de nuestra oración para poder ser liberados de este enemigo mortal.


San Pablo nos habla de la batalla espiritual en Efesios 6:12-18:
12 Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas.
13 Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes.
14 ¡En pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la Justicia como coraza,
15 calzados los pies con el Celo por el Evangelio de la paz,
16 embrazando siempre el escudo de la Fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del Maligno.
17 Tomad, también, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios;
18 siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos,
San Pedro en su primera carta 5:8-9
8 Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar.
9 Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos.

LA VISITACIÓN DE MARÍA - MIÉRCOLES, 31 DE MAYO DE 2017



La fiesta de la Visitación de la Virgen María celebra la visita de la Madre de Dios, con el niño Jesús en su seno, a su prima Isabel.
Ésta tenía seis meses de embarazo del precursor de Cristo, San Juan Bautista.
En la anunciación, el ángel Gabriel, en respuesta a la pregunta de María
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“¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?”
 (Lucas 1:34),
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le había dicho
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“Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios.”
 (Lucas 1: 36-37).

Leer también:

La evidencia de la propia concepción milagrosa de Isabel provocó de María el Fiat : “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”.
La siguiente acción que San Lucas Evangelista registra es que la Virgen se apresuró a visitar a su prima.
La Visitación sólo se menciona en el Evangelio de Lucas y Lucas nos dice que María se quedó con su prima tres meses, antes de volver a casa justo antes de que Isabel diera a luz.
¿POR QUÉ VISITA MARÍA A SU PRIMA ISABEL? 
No tiene sentido que una mujer embarazada tome un viaje tan largo.
Cualquier mujer que haya viajado durante el embarazo puedo decir que no es divertido.
Para María, el viaje habría sido especialmente agotador: viajó a una ciudad a 130 kilómetros de distancia, probablemente en un burro, sin la comodidad de carreteras pavimentadas, aire acondicionado, o amortiguadores.
¿Por qué lo hizo?
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Piensa en lo que acaba de ocurrir: se le ha dicho que está embarazada por el poder del Espíritu Santo.
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Ella también supo que su prima Isabel, que se creía que era demasiada vieja para concebir, está a la espera también.
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María debe haber tenido unas ganas explosivas de hablar con una mujer que podía entender personalmente su emoción, su maravilla, y probablemente su nerviosismo.

El viaje de María también demuestra la llamada a la comunidad.
A veces, nuestra presencia física es el mejor regalo que podemos darle a otra persona.
Recuerda también que María lleva a Cristo en su interior, lo que le da otra capa de sentido a su decisión de ofrecer apoyo a su prima.
El Papa Juan Pablo II lo reconoció en una homilía 1997, cuando dijo: “En este acto de solidaridad humana, María demostró la caridad auténtica, que crece en nosotros cuando Cristo está presente”.
En última instancia, la Visitación nos recuerda que nadie está en una isla. Todos vivimos y prosperamos en relación con los demás. 
A veces nos hacemos visitas, y a veces las recibimos, y a menudo como en la Visitación, es una hermosa combinación de las dos.
QUE VERDADES NOS RECUERDA LA VISITACIÓN

La fiesta de la Visitación nos recuerda las siguientes grandes verdades y eventos:
* la visita de la Virgen María a su prima Isabel, poco después de la Anunciación; 
* la purificación de San Juan Bautista del pecado original en el vientre de su madre por las palabras de saludo de la Virgen;
* la proclamación de Isabel a María – bajo la inspiración del Espíritu Santo -, como Madre de Dios y “bendita entre las mujeres”; 
* el canto de María del sublime himno Magnificat (“Proclama mi alma la grandeza del Señor…”), que se ha convertido en una parte de la oración oficial de la Iglesia todos los días. 

La Visitación es frecuentemente representada en el arte, y fue el misterio central de las devociones de San Francisco de Sales.
¿QUÉ NARRA LA MISA?
La misa de la fiesta rinde homenaje a María, que en su vientre llevaba al rey del cielo y de la tierra, el creador del mundo, al Hijo del Padre Eterno, al Sol de Justicia.
Narra la limpieza de Juan del pecado original en el vientre de su madre.
Al escuchar el título más elevado de “Madre del Señor” y darse cuenta de lo que la gracia de su visita había conferido a Juan, María estalló en ese cántico sublime de alabanza que proclama proféticamente que en adelante iba a ser venerada a lo largo de los siglos: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.
Amen.
EL ORIGEN DE LA FIESTA
Mientras que muchas fiestas marianas se encuentran entre las primeras fiestas que se han celebrado universalmente por la Iglesia, la celebración de la Visitación, a pesar que se encuentra en el Evangelio de Lucas, tiene un desarrollo relativamente tardío. 

Fue defendida por San Buenaventura, y aparentemente adoptada por los franciscanos en 1263.
Cuando se extendió a toda la Iglesia por el Papa Urbano VI en 1389, la fecha de la fiesta se estableció como el 2 de julio, el día después de la octava de la fiesta de la Natividad de San Juan Bautista.
La idea era vincular a la celebración de la Visitación, en la que San Juan había sido limpiado de pecado original, a la celebración de su nacimiento, a pesar de que la colocación de la fiesta en el calendario litúrgico estaba fuera de sincronía con el relato de Lucas.
En otras palabras, el simbolismo, en lugar de la cronología, fue el factor decisivo.
Pero con la revisión del calendario romano en el año 1969, el Papa Pablo VI trasladó la celebración al último día del mes mariano de mayo para que cayera entre las fiestas de la Anunciación y el Nacimiento de San Juan Bautista.
Hay que llegar al poderoso arzobispo de Praga Juan Jenstein (1348-1400), en tiempos del gran cisma de occidente, dividido entre el papa Urbano VI (Roma) y el antipapa Clemente Vll (Aviñón), para encontrar noticias seguras sobre la aparición notoria de la fiesta mariana de la Visitación.
El, en efecto, convertido a la vez en arzobispo de Praga y canciller del emperador en 1378, después de haber preparado personalmente los textos de la misa y del oficio para la nueva fiesta y de haber ordenado a sus peritos buscar los fundamentos bíblicos y canónicos de su plausible institución, en el sínodo diocesano del 16 de junio de 1386 promulgó para su diócesis la introducción de la fiesta de la Visitación de la Virgen, que debía celebrarse cada año el 28 de abril. 
Este intrépido obispo no sólo defendió doctrinalmente en los años siguientes el valor teológico de la celebración sobre todo por el hecho de tener sus raíces en el evangelio de Lucas, sino que también trabajó grandemente por su difusión fuera de la diócesis de Praga.
Para ello escribió a obispos y a superiores generales, enviándoles también copia de los oficios divinos por él compuestos, y dirigió varias peticiones al mismo papa Urbano VI pidiéndole que instituyese esa festividad en toda la iglesia con el fin expreso de poner término al cisma que la desgarraba.
El arzobispo de Praga al verse impotente ante tantas intrigas de la corte imperial en la cuestión de los dos papas, comprendió —como hombre piadoso y culto que era— que el cisma no se extinguiría con esfuerzos únicamente humanos.
Por eso, después de haber invitado ya al papa en 1385 a demostrar su gratitud a la Virgen por la liberación del asedio de Nocera, en el verano de 1386 (o sea, después de haber instituido la nueva fiesta de la Visitación de María en su diócesis), hace explícita su petición al papa y le invita a seguir su ejemplo en toda la iglesia.
El papa acogió favorablemente la idea, pero se limitó sólo a prometer la institución de esa fiesta, dado que entonces se encontraba con su curia casi en el exilio en Génova.
Urbano Vl volvió a Roma sólo en los primeros días de septiembre de 1388.
Entonces, finalmente, pudo dedicarse con seriedad al trabajo de la comisión de teólogos a la cual había confiado el examen de la posibilidad de instituir la nueva fiesta mariana.
El papa promulgó solemnemente tal fiesta, subrayando también él que el móvil era la esperanza de que cesara el cisma de occidente.
Además, a fin de honrar convenientemente la nueva festividad, instituyó un jubileo para el año siguiente de 1390 y, por la misma razón, añadió a las tres basílicas jubilares también la de Santa María la Mayor.
En marzo de 1390, entre los numerosos peregrinos llegados a Roma para el jubileo se encontraba también el obispo Juan Jenstein, el cual pasó en la ciudad eterna algunas semanas para solicitar del nuevo papa Bonifacio IX la publicación de la bula de introducción de la fiesta de la Visitación de María.
Después de haber encargado a cuatro cardenales que examinaran la cuestión, finalmente el año 1390 Bonifacio IX promulgó la bula Superni benignitas Conditoris, con la cual extendía a toda la iglesia occidental la nueva festividad mariana.
El documento lleva la fecha oficial del día de la coronación del mismo Bonifacio IX, es decir, el 9 de noviembre de 1389.
Adquiría así vigor de ley todo lo que ya Urbano VI había establecido, a saber: que la fiesta de la Visitación se celebrara el 2 de julio con rito doble y que tuviese vigilia y octava.
Así que anteriormente se celebraba el 2 de julio pero ahora se celebra entre la solemnidad de la Anunciación del Señor y el nacimiento de San Juan Bautista, de conformidad con los relatos del Evangelio. 

Algunos lugares observan apropiadamente la celebración de la santidad de la vida humana en el vientre.
De acuerdo con el Misal de 1962 de Juan XXIII de la forma extraordinaria del rito romano, se la llama la fiesta de la Realeza de la Virgen María.
Y ahora vayamos a una incógnita del viaje de María.
SAN JOSÉ ¿FUE CON LA VIRGEN MARÍA A LA VISITACIÓN A SU PRIMA ISABEL?
¿San José estuvo presente en la Visitación? La respuesta no la tenemos, pero podemos ver lo que nos dice la escritura, las revelaciones místicas, y el arte cristiano.
En la fiesta de la Visitación, el padre Edward Broom realizó una interesante investigación que detallamos en este artículo.
Según las escrituras la joven María de Nazaret salió de casa de su familia para unirse a una caravana de personas que se dirigían a Jerusalén, de la que se apartó para llegar a Ein Karem, el pueblo donde vivían Isabel y Zacarías.
Las escrituras apoyan la idea que María viajó sola, dado su silencio sobre el asunto.
En Lucas 1:39 dice: “En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá“.
No dice, “En aquellos días, se pusieron en camino María y José y fueron con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá”
Uno cosa que dice San Bernardo es que a Lucas le gusta transmitir datos.
Al comentar sobre el evento de la Anunciación, Bernardo señala hechos específicos: el sexto mes, una ciudad de Galilea llamada Nazaret, una virgen desposada con José, llamada María; Isabel, pariente de María, embarazada de seis meses.
Incluso con la Visitación, Lucas presta atención al detalle, señalando que María se queda con Isabel tres meses, lo que indica María vio el nacimiento de Juan el Bautista.
Con un énfasis en los hechos, ¿por qué Lucas deja de lado que José se uniera a María en este viaje a Nazaret?
En segundo lugar, el Evangelio de Mateo, al relatar el nacimiento de Jesús, afirma que José decidió divorciarse de María en silencio (Mt. 1:19).
Teniendo en cuenta el tiempo que transcurre desde la Anunciación, la Visitación (aunque no en el relato de Mateo), y el regreso de María a Nazaret, al parecer la decisión de separarse de María debido a la supuesta infidelidad sucedió después de la Visitación.
Si José hubiera ido con María, ¿no iba a saber o haber visto la progresión del embarazo de María?
En consecuencia, desde el punto de vista de las escrituras, parecería que María fue a visitar a Isabel, por su propia cuenta, a pesar de su corta edad, y luego regresó a Nazaret del mismo modo.
Revelaciones místicas en cambio sugieren que José hizo el viaje con María para visitar a Isabel y Zacarías, según los escritos místicos de la Venerable María de Agreda y la Venerable Ana Catalina Emmerich.
María de Agreda recibió visiones místicas y las narra en la Mística Ciudad de Dios, y Ana Catalina Emmerich, describió sus visiones místicas en La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y La Vida Oculta de la Virgen María.
Tanto María de Agreda como Ana Catalina Emmerich están de acuerdo sobre el papel de José en la visita.
María de Agreda dice que “luego de un viaje de cuatro días, la Santísima María y su esposo llegaron a la ciudad de Judá, donde Zacarías e Isabel vivían entonces”.
Ana Catalina Emmerich, ofrece más detalles que María de Agreda, diciendo que “La hora actual se acercaba cuando José quería ir a Jerusalén para la Pascua, la Virgen decidió acompañarlo con el fin de ayudar a Isabel en su embarazo. Por lo tanto, José comenzó con la Virgen el viaje a Jutta”.
Otro énfasis común de ambas místicas se refiere al conocimiento de José del embarazo de María. Ambas coinciden en que él no era consciente del privilegio concedido a María.
Por último, ambas están de acuerdo que José volvió acompañando a María en su viaje de regreso a Nazaret.
Las películas recientes relacionadas con la vida de Jesús y María no representan a José como un participante en la Visitación.
En la Película de 2006 La Historia de la Natividad, se presenta la vida de María que conduce al evento de Navidad.
Después de la Anunciación, la joven María le dice a su familia su deseo de ir a ver a Isabel y Zacarías, citando su embarazo.
Mientras que los padres de María no creen, igual consienten a su partida. María les dice a Joaquín y Ana, que Jacob y su familia iban al sur y que le prometió la ayuda a Sara con los niños.
La respuesta de su padre fue “asegúrate con Zacarías que encuentras una buena familia para que puedas volver”.
Después del regreso a Nazaret su embarazo se nota, y José analiza las opciones preocupantes a las que se enfrenta.
La Película de Ignatius Press de 2014, María de Nazaret, representa un episodio similar, sin embargo, al mismo tiempo, se diferencia de la Natividad.
Después de la Anunciación, María comparte con su familia acerca de Isabel y su intención de visitarla.
María le dice a su familia que se unirá a una caravana en el camino hacia el templo.
Sus padres cuestionan la salida porque la boda está cerca.
A diferencia de La Historia de la Natividad, que no mostró a María consultando a José, en María de Nazaret lo hace.
José se ofrece de voluntario para ir con María, pero María le dice que no, porque no le quiere robar su tiempo de trabajo.
María se une a una caravana y después de pasar un tiempo con Isabel vuelve a Nazaret, donde se encuentra con el disgusto de la gente del pueblo que la vio embarazada.
José le dice a María que va a dejarla en secreto para que no someterla a la muerte, y luego destruye la casa en la que estaba trabajando.
Fue después de la destrucción, que José tiene su sueño y decide tomar a María en su casa.
A pesar de las películas que no muestran el viaje de José, en la pintura se dan situaciones mixtas.
Muchas pinturas representan únicamente María e Isabel en el saludo entre sí, pero no hay escasez de pinturas y mosaicos que representan a José como un espectador en la Visitación, como esta:
En definitiva la escritura no dice nada, los místicos ponen a Jesús en la escena, las películas no lo ponen y la imaginación de los artistas plásticos es diversa.
Cuando rezamos el segundo misterio gozoso puede que nunca hayamos considerado a José como participante de la Visitación, pero este ingrediente puede mejorar nuestra meditación orante sobre la Visitación.
Fuentes:
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