“La palabra se hizo carne”…, y “El Verbo se hizo carne”. Muchas personas no acaban de comprender el correcto significado de estos dos términos, que pueden expresar lo mismo y también pueden no expresar lo mismo, según que, valoremos estos dos términos desde un punto de vista meramente material o espiritual.
Es nuestra alma, es la que está creada a imagen y semejanza de Dios, no nuestro cuerpo, porque todos sabemos que al ser Dios Espíritu puro, no puede tener materia ni en su esencia ni en su composición. El Señor, aquella noche en que recibió a Nicodemo, le dijo a este: “3 En verdad te digo que quien no naciere de arriba no podrá entrar en el reino de Dios. 4 Y entonces le dijo Nicodemo: ¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo? ¿Acaso puede entrar de nuevo en el seno de su madre y volver a nacer? 5 Respondió Jesús: En verdad, en verdad te digo que quien no naciere del agua y del Espíritu no podrá entrar en el reino de los cielos. 6 Lo que nace de la carne, carne es; pero lo que nace del espíritu, es espíritu. 7 No te maravilles de que te he dicho: Es preciso nacer de arriba. 8 El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de donde viene ni adónde va; así es todo nacido del Espíritu”. (Jn 3,3-8)
No es nuestro cuerpo, el que se expresa por medio de nuestras palabras, sino que es nuestra alma, desde donde emanan lo que expresan con nuestras palabras… Lo importante no es la palabra en sí, es decir, el sonido que nuestra boca articula, para pronunciarla, cuyo origen es puramente corporal y por ello material; lo importante es lo que se expresa, que es lo que emana del alma y por ello espiritual y en razón de esto se dice que la palabra es espíritu, cuando realmente lo que es espíritu es lo que expresa la palabra, no el sonido de la palabra.
En el orden meramente material el término palabra equivale al término verbo. Humanamente hablando palabra y verbo son términos equivalentes, así por ejemplo se puede decir: Fulano emplea muy bien las palabras que pronuncia cuando habla, o Mengano tiene un buen verbo, es decir, en un plano meramente material, la palabra es solo la articulación de unos sonidos que somos capaces de emitir las personas.
Pensemos que nuestro cuerpo, es solo la máquina, pero la maquina no funciona si no tiene un operador un conductor que la dirige. Pues bien aquí nuestro cuerpo es solo la máquina, nuestra alna es la operadora. Y sin operadora en cuerpo no es nada. Si el alma se marcha del cuerpo, este se convierte en un cadáver.
Si abandonamos la faceta material y entramos en la espiritual, el valor de la palabra cambia, porque la palabra o el verbo de una persona, son algo más que unos meros sonidos que salen de su boca, son unos sonidos articulados. Y estos sonidos articulados, forman algo más que meras palabras sin sentido sino que forman frases y con esas frases transmitimos un deseo, una afirmación, una mentira, un insulto, una alabanza, un juicio de valor, un pensamiento…, todo aquello que queremos hacer público, para que los demás tengan conocimiento de ello, un algo que no se elabora en nuestra boca, sino en otro lugar.
¿Dónde nace todo lo que deseamos expresar a los demás? Lo que queremos expresar no nace de nuestras cuerdas vocales, ni de nuestra lengua ni de nuestros labios, ni siquiera de nuestro cerebro. Todos sabemos que tenemos cuerpo material y alma espiritual. No creo que puedan ser que sean muchos, los que crean, que lo que expresamos nace de nuestra materia corporal, porque un mínimo de sentido común nos dice que la materia, es decir, de la carne de nuestros cuerpos, no emanan ni pensamientos ni ideas, por ello hemos de eliminar nuestra carne material, boca o cerebro, como generadores de lo que pronuncia nuestra boca. La materia carece de capacidad para general pensamientos o ideas, y ello no emana del cerebro.
Es de nuestra alma de donde emana todo. Ella es la operadora que maneja y le saca partido a nuestro cuerpo. La mente y el entendimiento son potencias del alma, parte espiritual de nuestro ser. El cerebro es pura materia, es un instrumento al servicio de las potencias de alma, porque tanto nuestra memoria como nuestro entendimiento, que junto con la voluntad son las tres potencias del alma ellas utilizan al cerebro como lo que es un, puro instrumento material. Es nuestra alma la que ordena en definitiva a nuestra boca para que se pronuncie las palabras de que se trate, palabras estas que sale de nuestra alma que es la que tiene capacidad de conformar las palabras conforme a la verdad o a la mentira. El cuerpo es materia y cuando por ejemplo mentimos es nuestra alma la que miente, la misma que tiene libre albedrío y dispone de la capacidad de amar o de odiar. El cuerpo es materia y la materia no tiene libre albedrío, es un orden inferior al orden del espíritu, el cual pertenece a Dios; que es un Espíritu puro Creador de todos los órdenes, los que conocemos y los que pueda haber y que son desconocidos por nosotros.
Es el espíritu, es nuestra alma, la que se salva o se condena, no nuestro cuerpo que se queda en este mundo, entre otras razones por la más sencilla de ellas, que es la de que el cuerpo se queda en este mundo descomponiéndose. Lo importante de nuestro ser, es nuestra alma y ella es palabra porque la palabra nace del alma, y lo que nace del alma es espíritu y vida o muerte, según escojamos nosotros. Por consiguiente la palabra lo que expresamos por medio de las palabras, es siempre espíritu, la palabra considerada solo como sonido articulado es ruido y el ruido es materia; ruido es lo hace el agua en una catarata, en el rompiente de las olas en el mar, la lluvia al caer, el granizo, una avalancha de nieve, los ruidos de una tormenta o de un huracán…, todo ello es de carácter material exclusivamente. Pero lo que expresa la palabra humana es siempre espíritu, no materia porque no en¡mana de la carne sino del alma.
En el evangelio de San Juan podemos leer las siguientes palabras del Señor: “63 El espíritu es el que da vida, la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida;…”. (Jn 6,63). Lo espiritual es siempre eterno, a diferencia de lo material que siempre tarde o temprano fenece, por ello lo espiritual da la vida. Nosotros cuando creamos un pensamiento y lo emitimos, es nuestra alma la que lo crea aunque sea nuestra boca material la que lo emita y ese pensamiento nacido del espíritu que es nuestra alma, él es también espiritual y eterno. Por ello el Señor, como ya antes hemos escrito, le dice a Nicodemo: •6 Lo que nace de la carne, carne es; pero lo que nace del espíritu, es espíritu”. (Jn 3,6).
Es por ello que cuando se dice la Palabra o el Verbo se hizo carne, ello quiere decir que el Espíritu divino (Palabra o Verbo) participo de nuestra carne mortal, para así hacerse hombre por medio de nuestra Madre celestial la Virgen Maria, para poder redimirnos de la esclavitud del pecado y demostrarnos lo mucho que nos quiere.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Juan del Carmelo
miércoles, 10 de julio de 2013
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