....Hace falta recristianizar de verdad la sociedad; y para ello, hace falta una nueva forma de propagar el Evangelio.
En medio del mundo, viviendo santamente.
Con ejemplaridad la misma vida terrena de tantos y tantas; compartiendo ilusiones,
sufrimientos y alegrías, pero con afán de servicio, con visión sobrenatural.
Debemos mirar a nuestros hermanos como el Buen Samaritano, y en nuestros oídos debe resonar siempre la pregunta de Dios: ¿DÓNDE ESTÁ TU HERMANO?
El desprendimiento nace del amor a Cristo y, a la vez, hace posible que crezca y viva este amor. Dios no habita en un alma llena de baratijas. Por eso es necesaria una firme labor de vigilancia y limpieza interior.
El desprendimiento necesario para seguir de cerca al Señor incluye, además de los bienes materiales, el desprendimiento de nosotros mismos: de la salud, de lo que piensan los demás de nosotros, de las ambiciones nobles, de los triunfos y los éxitos profesionales.
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