lunes, 10 de diciembre de 2012

QUÉ EL HÁBITO SÍ HAGA AL MONJE



Una circular interna firmada por el cardenal Bertone invita a todos los eclesiásticos que trabajan en la Santa Sede a que usen la sotana negra o el clergyman.

El hábito debe hacer al monje, por lo menos en el Vaticano. El pasado 15 de octubre, el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, firmó una circular enviada a todos los entes de la Curia romana para subrayar que los sacerdotes y religiosos deben presentarse al trabajo con la vestimenta adecuada, es decir el “clergyman” o la sotana negra. En las ocasiones oficiales, sobre todo ante la presencia del Papa, los monseñores ya no podrán dejar en el armario los paramentos de botones rojos y franja púrpura.

Un llamado para respetar las normas canónicas que representa una señal precisa, que seguramente tendrá un eco incluso fuera de las fornteras del estado más pequeño del mundo: de hecho, en el Vaticano son muy raros los religiosos que no visten como tales. Y es probable que este llamado para tener una presentación fiel e impecable, formalmente, será interpretado como un ejemplo para los que llegan de fuera al Vaticano, es decir para los obispos o sacerdotes de paso por Roma. Una forma de “decírselo a la suegra para que lo entienda la nuera”, como se dice en italiano.

El Código de derecho canónico establece que «los cléricos deben llevar un hábito eclesiástico decoroso», según las normas emanadas por las diferentes conferencias episcopales. La Conferencia de Italia, por ejemplo, establece que «el clero en público debe usar la sotana o el “clergyman”», es decir el traje negro o gris con el alzacuello blanco. El nombre en inglés revela su origen protestante, pero entró a formar parte del vestuario de los eclesiásticos católicos, aunque al inicio era una concesión para los que debían viajar.

La Congregación vaticana para el Clero explicaba en 1994 los motivos incluso sociológicos del aspecto de los sacerdotes: «En una sociedad secularizada y tendencialmente materialista», es «particularmente necesario que el presbítero – hombre de Dios, dispensador de sus misterios – sea reconocible a los ojos de la comunidad».

La circular de Bertone pide a los monseñores que usen el «hábito llano», es decir el vestido con los botones rojos, en los actos «en los que esté presente el Santo Padre», así como en el resto de las ocasiones oficiales. Una invitación que también se extiende a los obispos que asisten a una audiencia con el Papa, que, a partir de ahora, deberán seguir rigurosamente la etiqueta.

El uso de vestimenta civil para el clero estaba relacionado, en el pasado, a situaciones particulares, como en el caso de Turquía durante los años ochenta o en México hasta hace no mucho tiempo, en donde los obispos estaban acostumbrados a salir de casa vestidos como empresarios. Esta costumbre se fue extendiendo poco a poco por Europa: no hay que olvidar las conocidas imágenes del joven teólogo Joseph Ratzinger con saco y corbata oscura durante los años del Concilio. Sobre todo, fue después del Vaticano II cuando la sotana acabó en el armario, por lo que el sacerdote se distingue cada vez menos. Desde hace años, sobre todo entre los sacerdotes jóvenes, se registra una contracorriente. Un cambio “clerical” que ahora está por escrito en una circular del Secretario de Estado.

Autor: Andrea Tornielli

No hay comentarios: