El joven seguidor preguntó al Anacoreta:
- Si Dios está siempre junto a nosotros, ¿por qué rezar?
Rió alegremente el anciano y respondió:
- Cierto. Dios está siempre muy cerca de nosotros; pero sólo en la oración notamos su presencia. Porque eso es precisamente orar: tomar conciencia de la presencia de Dios. Y eso podemos hacerlo en la iglesia, en nuestra habitación o en la calle, el autobús y en el trabajo. Si somos capaces de vivir esa presencia, convertimos toda nuestra vida en una oración.
Joan Josep Tamburini
1 comentario:
Divino...divino...divino.
Que bendicion.
Mil gracias.
Publicar un comentario