Les gustaba pasear por el casco antiguo de la ciudad. El barrio Gótico, el Raval, Ciutat Vella. Esas calles de las que desaparecían poco a poco los autóctonos y que poblaban ahora los inmigrantes. Llevaban un rato en silencio, cuando el Anacoreta dijo:
- Aquí se palpa a Jesús.
El joven seguidor se quedó perplejo. Él solamente veía paquistaníes, filipinos, subsaharianos... ¿Qué quería decir el anciano con eso? El Anacoreta, viendo la cara de sorpresa del joven, sonrió y se explicó:
- Jesús, ni se quedó bautizando en el Jordán, ni hizo del Templo ni de ninguna sinagoga el centro de su predicación. Se lanzó al camino en busca de leprosos, ciegos, mudos, endemoniados, prostitutas... Jesús anda por la periferia de la sociedad, por la frontera. Aquí, entre esta gente que la sociedad rechaza, que nadie valora, es dónde con toda seguridad se encuentra Jesús...
Se apartó para que pasaran dos guardias municipales en moto y prosiguió:
- Si la Iglesia espera a la gente en los templos... pronto estarán vacíos. Hemos de ir a la frontera como hizo Jesús. De hecho, hay en estos barrios muchas monjas y religiosos, fundaciones relacionadas con la Iglesia, laicos comprometidos. No lo hacen para hacer proselitismo. Lo hacen porque aquí "huele" a Jesús. Aquí encuentran a las personas que "reflejan" a Jesús. Jesús está siempre en la frontera, no en las seguridades. Jesús siempre busca, nunca espera...
Y entraron en Santa María del Mar a rezar un rato...
Joan Josep Tamburini
No hay comentarios:
Publicar un comentario