La verdadera felicidad no consiste en amarte a ti mismo, sino en “saberte amado por Dios y responsable de dar ese amor a los demás”.
Si cada día recuerdas que eres un hijo de Dios, que todo lo has recibido de Él y que tienes que entregar cuentas de eso que te ha dado, será suficiente para que hagas bien todas las cosas, pero sin dejar lugar alguno para el “orgullo”, pues sabrás que Dios es el “protagonista de la obra” y tú eres “únicamente el encargado de ponerle la escenografía” para que “Él sea el que brille”.
Sabrás que: “Él es el pintor y tú sólo el pincel, que Él es el escritor y tú sólo la pluma, que Él es el músico y tú eres sólo el violín, que Él es el escultor y tú sólo el cincel. Él es el que merece los aplausos…” ¿o acaso has oído a alguien que le aplauda a un pincel, a un violín, a un cincel…?
Pienso que la vida es como un juego de pelota, en el que Dios nos lanza un balón para que se lo pasemos a los otros. El balón son los “talentos” que Él nos da, que pueden ser muchos o pocos y que realmente, para el objetivo del juego, que es “pasar el balón a los demás” interesa muy poco si el balón es bonito o feo, grande o pequeño, brillante u opaco. Lo importante es que lo pasemos.
Fomentar la autoestima es algo tan tonto como pensar que, en el juego, Dios me pasa el balón y yo, en lugar de pasárselo a los otros, lo cojo y lo escondo, lo agarro para mí, me lo llevo a mi cuarto, lo limpio, lo contemplo, lo admiro, lo acaricio, lo beso, le aplaudo, lo envuelvo y luego… salgo a presumir ante los otros, como algo mío, sintiéndome privilegiado y orgulloso "porque Dios me lo lanzó a mí".
¿Qué me dirán los otros? - ¡Ya lo sabemos, vimos que Dios te lo lanzó, pero… no seas tonto y pásalo ya, que de eso se trata el juego! No echemos a perder el juego de Dios. Enseñemos a nuestros hijos a pasar el balón, casi sin verlo.
Ser “instrumento de Dios es como convertirnos en una caña hueca o una manguera por donde pasará Su gracia a los que la necesitan”. Los “talentos o dones” que recibimos de Dios, no son para nosotros, sino para dárselos al prójimo que los necesita. “Prójimo” es el que está más “próximo” a mi y me necesita.
¿Qué sucede cuando alguien se está hundiendo en un pantano? ¿Cómo se hace para sacarlo?
Pues tomas cualquier caña o rama que esté más a la mano, se la acercas y lo jalas. No creo que la persona que se está hundiendo te exija que la rama sea de una madera fina, porque para el caso eso no interesa... lo único que le debe interesar es ser salvado.
Nunca digas que no podrás salvar a nadie, porque el que lo hará no serás tú, sino Dios a través tuyo.... tú sólo déjate mover por Él. Tú serás quien acerca la caña y Dios quien jale. Tú serás el que se acerque al hermano en dificultades y Dios te pondrá las palabras necesarias para ayudarlo.
Dios nos pedirá cuentas por esos “talentos o dones” que nos dio, y que nunca usamos o los usamos para nuestro propio beneficio, olvidándonos de su verdadero destino.
¡Qué Dios y su Santísima Madre te bendigan!
José Miguel Pajares Clausen
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