miércoles, 18 de julio de 2018

MARTES Y 13... Y LA POPULARIDAD DE LAS SUPERSTICIONES


Esta semana toca martes y 13. Así comienza un artículo que ha publicado El Periódico, firmado por Ana Sánchez, con los testimonios de algunas personas que hacen negocio con la superstición popular. Según la redactora, hoy la mayoría de la gente renegará de las supersticiones. Aunque seguramente lo haga mientras toca madera, cruza los dedos o clica el botón de Google de “voy a tener suerte”.
¿Que si la gente aún cree en la suerte? La pregunta debería ser: ¿alguien ha dejado de creer en ella? Eso apuntan las estadísticas desde hace años. “El 80 % de la gente toca madera, el 64 % cruza los dedos y el 49 % evita pasar debajo de escaleras”, publicó el psicólogo ‘best-seller’ Richard Wiseman en su tratado de ‘Rarología’.
ENTRE AMULETOS Y MANÍAS
“Otra encuesta reveló que el 72% del público dijo poseer al menos un amuleto. De hecho, apunta el autor, se han encontrado talismanes prácticamente en todas las civilizaciones. “Tocar madera tiene su origen en rituales paganos creados para invocar la ayuda de dioses benignos de los árboles. Cuando se apoya una escalera contra una pared, forma un triángulo natural que se veía como símbolo de la Santísima Trinidad, y pasar por debajo era romper la Trinidad. El 13 se percibe como de mala fortuna porque hubo 13 personas en la Última Cena”. Pruebe a llamar al Arts o al hotel W. Responderán con tono de obviedad que no tienen planta 13 ni habitación 13.
“Tienes mucho que ganar y nada que perder”, asiente Ramón Plana rodeado de amuletos. Es el gerente de Karma, “boutique esotérica” –se denominan– abierta desde 1972. Empezaron en un primer piso, recuerda Montserrat Tomás, la madre de Ramón. “Y nadie de la escalera entró nunca”, asegura. “Buscar estos productos ahora es una cuestión de inquietud personal, añade su hijo. Ocupan 3 plantas y venden a 480 tiendas.
“ANTES IBAS A LA IGLESIA”… AHORA SE BUSCAN ENERGÍAS
Tienen herraduras, ojos turcos, manos de Fátima, cruces de Caravaca, pentagramas, estrellas de David, atrapasueños, llama-ángeles. Los va colocando en el mostrador Asun, que te habla de “energías” con la naturalidad con la que cualquiera comentaría un caso de corrupción. Atiende a muchos clientes preocupados “porque alguien les envía mala energía”. También “vienen muchas mujeres por el tema del amor”, cuenta. “Es una esperanza”, apunta Ramón. “Antes ibas a rezar a la iglesia y ahora hay otros caminos”, añade Montserrat.
Hay estanterías que podrían pasar por las de un Natura: velas, inciensos, budas, libros de autoayuda. Pero al lado encuentras bolas de cristal, jabones “para atraer dinero”, cartas del tarot (hay hasta exclusivas para gais). Ramón habla de los productos con reservas. “Si no, sería ciencia”.
RITUALES PARA LA BUENA SUERTE
“A mí me ha funcionado”. Àngels asiente con una bolsa de Punt Màgic en la mano. Acaba de comprar un ritual de fin de año. “Es confianza –se justifica-. Y mal no te hace”. ¿Y es una mujer con suerte? “No me va mal”, sonríe.
Punt Màgic es la tienda esotérica de Rossana Lara, que es profesora de cábala y tarot. Puedes encontrar desde piedras que “fortalecen el espíritu” hasta ‘packs’ rituales “levanta negocios”. “El público cada vez es más selectivo. La gente está muy informada del mundo esotérico”, asegura Rossana. “El 13 en cábala –dice en cuanto se le menciona el martes y 13– es un número de cambio, no de mala suerte”.
Acaba de cumplir 40 años en “el mundo del ocultismo”. Y no cree en la mala suerte. “La mala suerte se la hace uno mismo”, asegura. ¿Y para qué sirven los talismanes? “Evitan el mal de ojo”, responde. El mal de ojo existe –añade–, pero también “hay gente con muchísima soledad que necesita ser guiada”. Es decir, que ahora dedica tantas consultas a la videncia como al crecimiento personal.
EL PUNTO DE VISTA DE LA FE
En un artículo sobre este tema, Luis Santamaría, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) recuerda que el mundo clásico (Grecia y Roma) se refería a la superstición como “una actitud personal que responde al miedo y a la ignorancia”.
Por eso, explica, se parece mucho a la magia y a la actitud mágica, ya que las reacciones ante la superstición provocan “una relación en la que la persona quiere tomar el control y dominar, en la medida de lo posible, aquellas fuerzas sobrenaturales que le sobrepasan y con las que quiere estar en paz”.
Santamaría afirma que un católico no debe tener supersticiones, pues no son coherentes con la fe. El mismo Catecismo de la Iglesia Católica deja clara la postura creyente frente a la superstición. El contexto es el primer mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas. Y nos dice, este texto que transmite la fe de la Iglesia, que “el primer mandamiento prohíbe honrar a dioses distintos del Único Señor que se ha revelado a su pueblo”. Además, aclara que el primer mandamiento también “proscribe la superstición”, que “representa en cierta manera una perversión, por exceso, de la religión” (CEC 2110).
Y el Catecismo dedica un número a explicar la superstición, el n. 2111: “La superstición es la desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone. Puede afectar también al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra parte, legítimas o necesarias. Atribuir su eficacia a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones interiores que exigen, es caer en la superstición”.
Secretaría RIES

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